¿Ha llegado el momento de considerar las bajas veterinarias como bajas laborales?
El profesor de Derecho del Trabajo, Oriol Cremades, doctor con mención internacional en Derecho Económico y de la Empresa por la Universidad de Deusto, la Pontificia de Comillas y la Ramón Llull, ha logrado ser finalista en el Premio Estudios Financieros con un trabajo sobre el derecho de acompañar con una baja laboral a tu mascota.
Cremades aboga por "la necesidad de legislar un permiso retribuido" por el cuidado y fallecimiento de los animales de compañía, así como "la nulidad objetiva y el derecho a una indemnización por daños y perjuicios (lucro cesante, daño emergente y daño moral), ante comportamientos contrarios al bienestar del animal de compañía por parte del empleador".
El artículo, publicado por la Revista de Trabajo y Seguridad Social, hace hincapié en que los cambios a nivel de protección de los animales que se han dado en el derecho "civil y penal", donde ha habido "una evolución grande", no se han trasladado al derecho laboral.
Según varios estudios, el 30% de los dueños de animales de compañía, experimenta un periodo de duelo de hasta seis meses por la muerte de su mascota y en un 12% de los casos pueden llegar a padecer crisis más agudas.
Pero lógicamente antes de morir, los animales al igual que sus tutores, enferman y tienen la necesidad de acudir al veterinario por distintas patologías y operaciones quirúrgicas de mayor o menor gravedad, algunas de las cuales necesitan de un mayor grado de acompañamiento. Sin embargo ni el Estatuto de los Trabajadores, ni la Ley de Bienestar Animal, contemplan este derecho. En resumidas cuentas, la sociedad del siglo XXI, lleva veintiún siglos de retraso, sin reconocer de una forma plena, la labor socio-sanitaria que los animales de trabajo y de compañía, aportan a la sociedad.
No ocurre lo mismo en otros países más avanzados, en donde cada vez más empresas, comienzan a normalizar este tipo de permisos, que una vez tipificados como derechos, constituyen un claro beneficio para el trabajador, y por tanto para la empresa y su productividad.
En Estados Unidos, los ejemplos de esta nueva filosofía "petfriendly" (amigos de las mascotas), están protagonizados por empresas que ofrecen a los trabajadores con mascotas, permisos pagados de hasta dos semanas. La compañía Loftey, uno de los grandes iconos norteamericanos del alquiler, por ejemplo, dispone de permisos laborales por horas para acudir al veterinario, o de dos días de duración por enfermedad o muerte de la mascota.
En Reino Unido, se calcula que al menos el 5% de los trabajadores ya ha disfrutado de algún permiso parental canino, y, empresas como Mars, líder en el mercado de los productos derivados del cacao, ofrece diez horas a los trabajadores que adoptan mascotas. Sin olvidarnos de BrewDog, la cervecera "dogfriendly" (amiga de los perros) que permite que las mascotas puedan entrar en sus establecimientos y que, además, cuenta con permisos para el personal laboral adoptante.
Los derechos de los animales, conviene, recordarlo, no son obligaciones que han de cumplir exclusivamente los tenedores de mascotas, sino toda la sociedad. Y aquí hay que incluir a distintas instituciones, como son las instituciones públicas, organismos oficiales y entidades privadas. Porque una empresa que deniega a su empleado la asistencia médica a su mascota está atentando contra el bienestar emocional de su empleado y la salud de su mascota.
Cabe recordar que La Ley de Bienestar Animal, recoge expresamente la obligación de "prestar al animal los cuidados sanitarios necesarios para garantizar su salud" y "recurrir a los servicios de un profesional veterinario siempre que la situación del animal lo requiera" (art. 24). Incumplir esta obligación (por acción u omisión) puede acarrear multas de hasta 50.000 euros si implica un daño o sufrimiento para el animal, y de hasta 200.000 euros en el caso de que suponga la muerte de la mascota.
Una forma de empezar sería el considerar bajas o reducciones de jornada, antes de atajar el tema de una forma definitiva para equipararnos a otros países. Y esta sería a través de una negociación colectiva mediante la cual se produzca una modificación de la normativa, es decir, que Gobierno, sindicatos y patronal acaben acordando la inclusión de la baja o el permiso por cuidado de mascotas como un derecho de los trabajadores. En otras palabras considerar las bajas veterinarias (bajas vet) como bajas laborales.
Lo que en España todavía es un debate, en otros países ya es una realidad y muchas empresas ofrecen a sus empleados lo que se denomina "pawternity leave", que traducido sería "permiso parental canino". La cervecería escocesa BrewDog y la editorial Harper Collins ofrecen días libres remunerados para los empleados que acaban de adoptar a una mascota. Y La empresa de tecnología BitSol Solutions, con sede en Manchester, también ofrece una semana de baja retribuida a los trabajadores que incorporan un animal a la familia.
Esta filosofía petfriendly, extendida principalmente por las start ups de países anglosajones, también incluyen permisos laborales por horas para llevar al perro al veterinario, y días libres de duelo por el fallecimiento de una mascota.
No solo los animales de rescate y de las fuerzas armadas, todas las mascotas mueren en actos de servicio. Negar a un trabajador el derecho de despedir a su mejor amigo el último día de su vida, o acompañarle en uno de los momentos más críticos de su vida, no solo denota la escasa consideración que el empresario o la institución tiene con respecto a su empleado, evidencia también el grado de humanidad que posee dicha entidad.
José Luis Meléndez. Madrid 23 de mayo del 2024. Fuente de la imagen: Freepik
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