Queridos familiares y amigos:
Celebrar el día de los difuntos con un cielo tan gris como el de hoy, es algo que me parece injusto y a la vez contradictorio. Injusto, por la luz que con vuestras miradas compartisteis durante largos años conmigo. Contradictorio, por la energía gracias a la cual enriquecisteis mi vida y mi existencia. Existencia a través de la cual hoy intento brillar, como una luciérnaga y no de una forma constante y eterna como la vuestra.
Sería injusto y contradictorio por la luz que aún sigo recibiendo de vosotros, la mayoría de las veces sin ser consciente de ello, y declararos difuntos, cuando todos esos momentos que pasamos juntos siguen tan vivos.
Sería de igual forma, injusto e improcedente. Injusto que hoy pudiera sentirme triste y que os correspondiese con esa energía lastimera. E improcedente y un desprecio que podría llegar a doleros e incluso a haceros daño.
Sería una afrenta añadida hacia todas aquellas sonrisas tan luminosas, hacía aquellos latidos tan efusivos y acompasados, y, en definitiva, hacia aquellos lazos interiores que fuimos anudando con esmero y cariño, durante el transcurso de nuestras vidas.
El amor que habéis sembrado en mi, a diferencia del amor efímero y terrenal, es una semilla que cada día va creciendo más dentro de mí, gracias a vuestra luz y al riego diario de mi recuerdo. Tanto, que a veces me pregunto, cómo es posible que os sienta y quiera más que a muchos vivos que forman parte de mi vida diaria.
Y mientras pienso en la respuesta, no puedo dejar de emocionarme. Porque gracias a vosotros puedo volver a dejarme de sentir solo, y a ser capaz de creer en el Amor, con mayúsculas. En ese amor que por ser tan puro no requiere de instintos. Esta es la magia de los recuerdos desprovistos de nostalgia: con un solo recuerdo vuestro, soy capaz de volver a amar, y de volver a hablaros, como cada noche hago. Gracias por vuestra inmensa capacidad de transformación.
Sería, de igual forma injusto, pronunciar la palabra “muerte”, de manera especial, en un día como este. Los verdaderos muertos son aquellos que son incapaces de “revivir” con una emoción especial y sin tristezas, los momentos que compartieron con todos los suyos.
Celebrar en un día como este, desde las emociones de mi corazón, sin tener en cuenta las vuestras, constituiría un innegable acto de egoísmo y una inmensa falta de sensibilidad y de empatía. Os agradezco por tanto la oportunidad que me brindáis al poder reflexionar sobre la temporalidad y el aprovechamiento de la vida. La de cómo me gustaría que me recordasen y/o homenajeasen en un día como este. Qué mejor que hacerlo con un poema o un texto del autor que sea del agrado de los lectores.
No puedo olvidarme en un día como hoy, de mis familiares caninos, de todos vosotros, mis queridos Tarzán, Chiqui, Boby, Tocho o de Kutxi, que tanta alegría, amor, felicidad y consuelo me habéis dado durante largos años. Gracias por enseñarme que el amor verdadero es un sentimiento que trasciende la especie humana.
Gracias a todos por la energía que me disteis y que no fui capaz de devolveros. Gracias por seguir estando aquí, dentro de mí. Gracias por hacerme renacer cada vez que os recuerdo. No importa que no pueda veros, lo importante es saber que estáis aquí, siempre accesibles y que puedo seguir sintiéndoos.
Me despido, si no feliz, al menos con el consuelo de saber que al menos, cuento con esa legión de familiares y amigos. Mucho más numerosa, y en algunos casos más querida, de las que dispongo en la tierra. No os debe, ni puede extrañar por tanto, si os digo que no me hace falta tomar unos dulces, tan típicos en esta vuestra fiesta, para evocaros. Prefiero seguir muriéndome de amor cada vez que revivo vuestro recuerdo.
Besos, abrazos, pero sobretodo, mucho cariño
¡Hasta pronto!
José luis
José Luis Meléndez. Madrid, 1 de noviembre del 2022. Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org
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