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20 de septiembre de 2023

Lento, rápido

Para separarse, por el contrario, se da la inexplicable paradoja de que no es para nada necesaria tanta lentitud

En el amor siempre me han enseñado a ir despacio. La buena cocina, como dicen, suele hacerse a fuego lento, para no quemarse uno mismo ni quemar al ser amado. Por ello, las fuerzas de la naturaleza suelen obrar para que el ser amante en lugar de quemarse, arda y sufra lentamente, mientras el ser amado, en lugar de apaciguar la llama, disfrute viendo como su amor arde de felicidad en sus propias cenizas. El tiempo de quemarse suele venir al final de la obra. No hay por tanto prisa alguna. En el amor debe alternarse el placer y el sufrimiento. Las incineraciones en vida son voluntarias y nadie tiene el derecho de impedir los instintos suicidas del amante, no así de la persona (¡curioso!).

Priiiimeeeeroooo hay que cooooo-no-cer-se. Después ser amigos. Más tarde compañeros. Si surge, compañeros con derechos. Pasado un tiempo y la correspondiente y obligatoria auditoría, hay que formalizar la relación y pedirle a la chica (en tiempos de igualdad), si sale contigo. Pero todavía no puede afirmarse que haya noviazgo. Para que exista tienen que transcurrir un mínimo de tres meses que garanticen la consistencia inexistente entre sus miembros a la hora de presentarse en sociedad. Luego hay que ir pensando en los anillos.

Más tarde hay que presentar a la familia el futuro miembro. Al cabo del primer año se empieza a pensar en la boda. Comienzan entonces los preparativos y a pensar donde van a vivir. También cuántos hijos les gustaría tener a cada uno. Luego los nombres de los respectivos churumbeles, dependiendo si es niño o niña.

Pasado un tiempo, que no suele ser inferior a un año, viene la boda, previa hincada de rodillas, después de haber entregado otras partes, como son el corazón y el alma. Después vienen las primeras discusiones, uno ya no ve al otro como antes, pero la culpa de todo suele recaer siempre en el destinatario/a (las culpas nunca son compartidas, o uno es culpable de todo o lo es el otro/a).

Luego viene el primer vástago, el bautizo si se tercia y las visitas a las casas de los abuelos. La pareja tiene su primera crisis y piensa en separarse, pero aguanta. Al ver que todo sigue igual surgen los primeros cuernos. El otro miembro de la pareja empieza a notar que su pareja no es tan cariñosa como antes y propone una separación temporal. La pareja se separa e inicia una "nueva vida", hipotecándose de nuevo. Se inicia el nuevo ciclo...

Pues este, suele ser más o menos el guión de la obra tan variada y fantástica del señor Cupido...Así que debido a mi edad y a la ley en vigor desde los anales de la Historia, no creo que lleeeegue a fooooooorma-li-zarrrrrr reeeelación al-gu-na, como consecuencia de la leeeen-ti-tuuud, entusiasmo y muestras de afecto recibidas. Y no será como puede pensarse por culpa mía, ni la de una inmensa mayoría de afectados, sino de los que nos enseeeñaron a ir tan deeees-pacio y sin daaarse cuuuuentaaa nos quiiiitaron las gaaaaanas de seguir con el intento.

Ya ven la facilidad que tienen algunas personas para enamorarse. Al parecer necesitan que el otro miembro de la pareja les contagie el virus emocional para que reaccionen. Aún así no puedo dejar de agradecerles enormemente que me hayan dado tanto tiempo, el cual he aprovechado si hablamos en términos de libertad, paz y energías ahorradas. Tiempo que me ha permitido identificarme con la mayor parte de especies, que gracias a Dios no han llegado a ser tan racionales (por no decir frías) como la mía.

Tampoco ha sido en vano si nos atenemos a los versos despechados que en su día dediqué al arquero más traidor y universal que existe en la humanidad. Versos que hoy sigo suscribiendo. Una prueba evidente de que la paciencia siempre trae sus frutos.

Ahora se da la paradoja que tienen que esperar otros. Yooooo yaaa no tengooo prisaaaaaaaas... y cada vez, visto lo visto, me faltan más ganas y me sobra pereza, para emprender este calvario de estaciones, por no hablar de carreras de obstáculos (al final el amante no es más que un pobre atleta emocional y sexual, que intenta batir sus récords diarios con su amado/a). Digo atleta porque la vida en el amor es igual o mucho más corta que en el deporte. ¡Es todo tan natural y sobretodo tan espontáneo!, que al final el reloj biológico y personal de uno de los dos termina por imponerse a los sentimientos del otro.

Pero lo más curioso de todo es cuando el varón no se decide a iniciar el contacto, como consecuencia de la lentitud impuesta y de la falta de señales o interés recibido. Entonces recaen sobre él multitud de adjetivos, como que si es frío, gay, rarito o algo paradito, cuando la verdad es que a los hombres se nos ha educado para que seamos lentos.

Sin embargo nadie nos entiende cuando nos dan una orden y tardamos un poco más de la cuenta en obedecer y hacer las cosas. Para separarse, por el contrario, se da la inexplicable paradoja de que no es para nada necesaria tanta lentitud. Con la primera falta o infidelidad basta para formalizar una ruptura express.

José Luis Meléndez. Madrid, 19 de septiembre del 2023. Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org

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