Un estudio realizado entre el 12 y el 21 de julio por la Fundación BBVA ha puesto de manifiesto que el 58% de los encuestados vería con buenos ojos un pacto PP-PSOE, aunque el 84% lo ve improbable.
Los resultados de las elecciones del 23J han sido atípicos ya que han dado como resultado a dos ganadores y a dos perdedores. El PP ha ganado las elecciones pero el PSOE la gobernabilidad. Feijóo ha perdido sus expectativas de salir investido y Sánchez, de salir de la Cámara Baja como Presidente, contará con un gobierno más frágil que le permita acometer reformas de calado.
Si cogiésemos los eslóganes con los que ambas fuerzas concurrieron a las elecciones: “Es el momento” (PP), y “Adelante” (PSOE), podremos concluir que ninguno de los dos ha cumplido sus expectativas.
Los españoles le han enviado a Feijóo millones de cartas en forma de votos para comunicarle varios asuntos. El primero de ellos para marcarle el camino de la centralidad que abandonó antes de voxalizarse y el segundo para decirle como consecuencia de lo anterior que no era su momento. Algo que podría resumirse en dos palabras: asi no.
Pero si nos atenemos al estudio anterior los españoles también le enviaron un mensaje a Sánchez (las elecciones fueron el día 23 y el estudio se realizó unos días antes), y es que avanzar no es lo mismo que huir hacia adelante al precio que sea. En otras palabras: el fin no justifica los medios.
El escenario que han dejado dichos resultados y que algunos han calificado muy acertadamente de diabólico, adelanta un escenario de repetición electoral si no en el corto en el medio plazo. Tiempos que intentarán aprovechar las dos fuerzas para distanciarse y concurrir con una mayor ventaja. Quedan por ver los nuevos equipos y las nuevas estrategias que diseñarán ambas fuerzas con el fin de alcanzar dicho objetivo.
El PP se ve en la incapacidad de ofrecer a los españoles una gran coalición que garantice una legislatura a cuatro años. En primer lugar porque mantiene pactos con Vox. En segundo lugar porque los tonos que emplea a la hora de dirigirse al PSOE no son precisamente de conciliación. En tercer lugar porque no han ofrecido una propuesta programática coincidente y común con la de los socialistas. Es más, de llegar, lo haría tarde y mal. Tarde, después de haber pactado con Vox y de haber noqueado durante cuatro años las políticas del PSOE, por no citar el desgaste de la figura de su líder.
Sería por tanto injusto echar todas las culpas del vuelco electoral de la última semana a Feijóo. Conviene recordar en ese sentido, los fallos en los que ha incurrido su equipo de asesores entre los que muy posiblemente se encuentre Miguel Ángel Rodríguez.
Feijóo declinó la oferta y la oportunidad que le ofrecieron varios medios para explicar a su electorado su programa electoral y contrastarlo con las demás fuerzas, pero en última instancia los desestimó. Tampoco rectificó ni pidió disculpas por sus errores. Pactó con Vox antes de las elecciones generales. Se confió de las encuestas. Se relajó al ganar el debate televisivo. Absorbió a Ciudadanos pero no supo conservar al electorado de centro. Y falto de propuestas atractivas, olvidó por añadidura la didáctica de las medidas de su programa electoral.
En un escenario tan volátil como incierto y ajustado y desde el punto de vista orgánico da la impresión que una repetición electoral no le interesa a ninguna de las dos fuerzas (más vale un empate que una hipotética derrota). Y desde un punto de vista público, convocar a los ciudadanos a votar de nuevo, después del esfuerzo que han hecho, dejando de lado sus vacaciones, sin cambiar las caras de los políticos que no han sido capaces de gestionar dichos resultados y voluntades, sería visto posiblemente como un fracaso por los españoles.
No haría falta por tanto aventurar los efectos que una nueva convocatoria tendría en un clima de mayor polarización e inestabilidad social como son un aumento del voto cabreado y de la abstención que favorecería a las fuerzas extremas de uno y otro lado.
La cosa cambia si se analiza exclusivamente desde el punto el punto de vista económico ya que la repetición de unas elecciones les costaría a los españoles 200 millones de euros. Sin embargo si se compara esta cantidad con los 71.000 millones de quita que pide ERC del FLA, Fondo de Liquidez Autonómico, al cual habría que añadir otros tantos cientos de miles de millones que otras autonomías solicitarían ante dicho agravio comparativo.
Ante esta situación la solución más pausible que se contempla hasta la previsible convocatoria de elecciones en el corto plazo, es que JUNTS respalde a los socialistas con un SI. Con ello al menos el PSOE podría frenar las derogaciones y medidas antisociales que la coalición PP-VOX pensaba llevar a cabo y que tanto han costado sacar adelante estos cuatro años.
Feijóo necesita abrir su partido al centro y a las demás fuerzas si desea llegar a la Moncloa. Ahora tiene la oportunidad de hacerlo, disolviendo primero los pactos que ha alcanzado con Vox y ofreciendo a Sánchez un programa de centro social, encabezado por figuras independientes y de reconocido prestigio, que garanticen la gobernabilidad y estabilidad de España durante cuatro años.
José Luis Meléndez. Madrid, 4 de agosto del 2023. Fuente de la imagen: wikipedia
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