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3 de abril de 2022

Consecuencias

Occidente está pagando las consecuencias de haber establecido relaciones comerciales e institucionales con dictaduras que no respetan los derechos humanos

El comunismo está de moda. Si el virus vino presuntamente de China, desde la localidad de Wuhan, hoy la guerra nos llega de Rusia. Y por si todo esto fuera poco, Kim Jong-un, el líder coreano, se encuentra haciendo ejercicios de precalentamiento bélico, con el lanzamiento de su último misil intercontinental, mientras China mira a Taiwan y no con muy buenos ojos, precisamente.

¡Cuánto han cambiado los tiempos! Ahora no es el pueblo el que se siente oprimido, ahora son los líderes comunistas los que se sienten intimidados por sus vecinos. Así que una vez controlados los ciudadanos de su patria, han visto oportuno el momento de proceder a la doma mental y física de nuevos súbditos que contribuyan a las excentricidades particulares de la secta de cada uno de estos patriotas. Que para eso están también los vecinos, según se ve.

Cabría preguntarse cuántas hoces y martillos han tenido que trabajar para fabricar uno de estos arsenales nucleares, que Kim Jong-un utiliza en sus fiestas macabras y particulares a costa de su pueblo. O para construir las mansiones, yates, aviones, búnkeres y cuentas corrientes que posee Putin en Rusia y en el Occidente capitalista del que tanto reniega. Es lo que tiene el comunismo capitalista.

De Kim Jong mmm sabemos que asesinó a su tío y su hermanastro, que prohíbe a las mujeres teñirse el pelo y a los hombres llevarlo largo. A Putin sin embargo le encantan los venenos (que se lo pregunten a sus victimas), lo cual no es nada extraño si nos atenemos a Escorpio, su ascendente zodiacal. Por otra parte, ante la falta de incapacidad táctica de su ejército ha decidido bombardear de una forma chapucera, la vida de las personas más vulnerables como son las  mujeres y los niños. Incluso a ambos a la vez, como el caso de la mujer embarazada que se encontraba en un hospital, y que terminó perdiendo la vida y la de su hijo. También nos llegan imágenes en las que les gusta enseñar sus pectorales, bañarse en agua diluida con polvo de cuerno de ciervo por el miedo que tiene a contraer una enfermedad (más bien a perder su tren de vida) y sumergirse en las gélidas aguas mientras se santigua.

Hasta ahora pensábamos que el comunismo excluía la propiedad privada y la diferencia de clases. Pues aquí tenemos dos ejemplos, el de Kim Jong-un y el de Putin, que ha conseguido convertirse, aupado por los oligarcas rusos, en uno de los hombres más ricos del planeta a costa de la pobreza de su pueblo, cuya fortuna se estima que asciende a 100.000 millones de dólares.

Desconozco si los principios religiosos de Putin son igual de fidedignos que su ideología megayoista, así que en ocasiones suelo imaginármelo santiguándose mientras bombardea y asesina a sus hermanos ucranianos para intentar con ello purificar su alma. Santo varón. Cuantas más señales de la cruz, mayor purificación. Así que no es de extrañar que de los dos brazos, uno de ellos, lo tenga inmóvil, como se dice. Ya sabemos cuál es el motivo.

Igual o más escandalosa resulta la sesgada imparcialidad del líder chino Xi Jinping, líder al que le duelen más las sanciones económicas que occidente ha impuesto a Rusia, que las vidas que está destrozando la guerra. Es posible que Xi Jinping desconozca que al intentar mantener una posición de neutralidad ante una agresión en la que se pierden vidas humanas ucranias e incluso rusas, en la que se violan de manera sistemática derechos humanos condenados por la ONU, Organización en la cual se sienta, uno se convierte de facto en cómplice y aliado intelectual de las causas que han originado la agresión rusa y de los miles de crímenes que se están cometiendo como consecuencia de su pasividad. En fin, del karma saben mucho más su pueblo que los occidentales…

Los ucranianos que aún viven, ahora lo hacen como Putin quiere, lejos de su tierra, con sus vidas rotas. Algunos se han muerto de hambre al no poder abandonar sus ciudades y otros no duermen por el estrés de las bombas, mientras la mayoría de la población rusa descansa por el efecto dormidera de las fake news con las que Putin tranquiliza y desconecta a sus ciudadanos de la realidad. ¡No es la guerra, idiota!, es una operación especial. Tan especial que ya cuenta con 7000 rusos engañados y muertos en combate y cuatro millones de refugiados ucranianos desplazados en tan solo treinta días.

Putin se ha caracterizado hasta ahora por hacer lo que no dice y en decir lo que no hace. Lo terrible para él será el día que el pueblo ruso despierte a la realidad y conozca la verdad: el número real de víctimas, de familiares y de amigos muertos y engañados. Ese día Putin será considerado un “agente extranjero” de la patria que nunca le perteneció, aunque es posible que para entonces ya se encuentre en otra guerra mucho más duradera: la del infierno.

Es imposible ganar una guerra exclusivamente con la conquista del terreno sin lograr ganarse el respeto del pueblo ocupado. Es posible que Putin gane la batalla pero nunca ganará la guerra ante los ojos de la Historia. Nunca podrá borrar las imágenes y el dolor que ha causado al pueblo ucranio y al mundo.

Bastaría decir de una manera simplista que el origen de la invasión de Putin es el fracaso de la diplomacia, es decir, de la política. Pero con ello estaríamos cerrando en falso el verdadero debate: ¿Cómo es posible que hombres como Trump, Putin o Kim Yong-un hayan llegado a ocupar el poder que antes han ocupado y que ahora respectivamente ocupan? Hecho al cual han contribuido en cierta forma las redes sociales y las campañas de desinformación de la Rusia de Putin.

Putin buscaba un gobierno títere en Ucrania y al final va a conseguir que China sea el títere de su país, como bien dice Ma Jian, escritor y disidente chino afincado en Londres, con una treintena de libros prohibidos en su país: “Rusia será el títere de China para que ésta cumpla sus ambiciones”. Y en su último libro, “El sueño chino”, publicado en España, advierte que la invasión de Ucrania es otro paso en el afán de expansión tiránica de la China de Jinping a través de Rusia.

La polarización Occidente-Oriente no debería impedir a Occidente abrir un proceso de reflexión ante el nuevo orden mundial que se inició el 24 de febrero. En este sentido Occidente debe reconocer que está pagando las consecuencias de haber establecido relaciones comerciales e institucionales, a través de organizaciones como la ONU, con dictaduras que no respetan los derechos humanos.

Apuesto a que cada vez son más los progresistas sorprendidos que desde los años ochenta renegaban de la incorporación militar de España en la OTAN. Y lo que aquella incorporación supuso, vista desde la situación actual por la que atraviesa Europa, no solo para España, sino para la paz mundial como es la salvaguarda de los valores democráticos conquistados por todos aquellos que nos antecedieron.

Ahora nos falta trabajar a todos para que este nuevo orden mundial que ahora empieza sea en aras de un lugar de concordia en lugar de un choque entre bloques o civilizaciones. Los astronautas rusos y americanos se han dado un abrazo estos días en el espacio, y nos han demostrado con ello que los territorios y las banderas, sean cuales sean, debieran de estar supeditados a esa condición humana e innata que nos une como hermanos.

José Luis Meléndez. Madrid, 3 de marzo del 2022. Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org

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