Mucho más que el "cambio climático", hay que combatir la actitud pasiva, hipócrita y conformista de los líderes de los países que más contaminan
“Mamá, ¿tú.. crees.. quee.. yoo.. soy... lento?”, le pregunta un hijo adolescente, que se ofrece a ayudar a su madre, mientras ésta se dispone a calentar una pizza en el microondas, en un anuncio televisivo de una conocida marca catalana que elabora estos productos. Un ejemplo más que gráfico que pone en evidencia y a la vez en contraste, la lentitud humana con la elaboración rápida de un alimento creado paradójicamente por el hombre.
La lentitud tiene sus ventajas e inconvenientes, según sea, claro está, su grado de intensidad, las circunstancias de las que hablamos, y el momento del cual hacemos referencia. La filosofía o el estilo de vida slow, por ejemplo, tiene un efecto beneficioso y saludable en las sociedades avanzadas, en las que el ritmo de vida, es, como se sabe, de por sí, bastante acelerado.
Ahora bien, la pregunta que deberíamos formular, centrándonos en el tema que nos ocupa sería: Europa.. ¿tú.. crees.. que.. tus.. políticas.. son.. lentas?, pues como vemos, queda aún pendiente por consolidar la unión fiscal del viejo continente, las leyes europeas por medio de una Constitución europea, y/o tomarse en serio la creación de una OTAN europea, como ha quedado hace poco evidenciado, ante la invasión injustificada de Ucrania, por parte de la Rusia de Putin.
Dice un dicho que cuando el sabio señala la luna, el necio mira el dedo. El mundo ha puesto el foco en la guerra de Ucrania y ha dejado a un lado la guerra mundial que la humanidad libra hace decenios contra el planeta. Demasiados enemigos para un enemigo tan inocente como necesario. Y es que la ONU, acaba de lanzar, hace unos días un ultimátum: vamos tarde y mal.
El IPCC (Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático) o grupo de científicos de la ONU que estudia los efectos medioambientales sobre la tierra, ha hecho público hace unos días su último informe, el cual refleja un incremento de 2,8º a final de siglo. Cabe recordar que en el Acuerdo de París, los distintos países se comprometieron a que la temperatura no debería aumentar un 1,5º como mínimo y un 2% como máximo, lo cual refleja casi el aumento de un grado. Todo ello traerá consecuencias más catastróficas en forma de huracanes, hambrunas, sequías o subidas del mar, entre otros.
Para revertir la situación, el grupo de expertos propone la reducción drástica de emisiones de gases invernadero, en todos los sectores, así como el consumo de energías como el gas, el petróleo y la eliminación de las ayudas a los combustibles fósiles, aplicando una redistribución de los ingresos ahorrados, para no perjudicar a los colectivos más desfavorables.
El estudio también hace mención a la reforestación, la reducción de otros gases como el metano, la reducción del consumo de carne, de la demanda energética gracias a las mejoras tecnológicas, así como la transición hacia las energías renovables como la energía solar, eólica y las baterías, aprovechando el acusado descenso de su precio original, el cual se estima en un 85%. Llama sin embargo la atención la falta de autocrítica de la ONU ante preguntas clave: ¿Por qué nunca se cumplen los objetivos que nos fijamos? ¿Están calando los mensajes en la conciencia de los ciudadanos y de los líderes de los distintos países, de manera especial en los que más contaminan?
En primer lugar sería necesario poner en cuestión si el término que define el problema como es el “cambio climático” es el adecuado y se ajusta a la realidad. ¿Es acaso extraño que un término tan vacuo y vacío de contenido no esté llegando a la gente? Da la impresión cuando uno pronuncia este término que es el clima el que se cambia a sí mismo. Que no es necesario ningún otro actor. ¿Dónde está el hombre?, se pregunta uno. ¿No sería mejor hablar de extinción planetaria, expresión en la cual ya sí estaría incluido el hombre y todas las especies que pueblan el planeta?
Resulta inaudito ver como los científicos establecen cifras positivas a la hora de fijar sus previsiones de entre 1,5 o 2 grados, en lugar de cifras neutras (0º) o negativas, cuando lo que se pretende es enfriar el planeta, lo cual lleva a un relajamiento de medidas por parte de los ciudadanos (tan mal no estaremos cuando aún nos conceden un margen de dos grados).
Es evidente que se echa en falta una mayor supervisión de la ONU y un mayor seguimiento sobre los países más contaminantes. ¿No resulta un tanto hipócrita y contradictorio amenazar a Putin si usa armas químicas, cuando la mayoría de la población mundial está expuesta a enfermedades y muertes como consecuencia de la invasión de su espacio aéreo, de partículas tóxicas provenientes de otros países, que agreden y causan muertes químicas? La propia ONU lo acaba de reconocer cuando dice que el 99% de la población mundial respira aire contaminado. ¿Responsabilidades? Hasta la fecha ninguna.
La extinción planetaria no es solo competencia exclusiva de los científicos. Es un problema que afecta a toda la sociedad. Es necesario involucrar y movilizar a todos los colectivos que forman parte de ella. A los intelectuales firmando manifiestos y dando charlas o dando mayor voz, a los médicos para que informen sobre todos los efectos que tiene el clima, el aire de las ciudades, los productos que consumimos y la forma de vida que llevamos sobre nuestra salud, etcétera.
La ONU no debería consentir que los líderes mundiales incumpliesen los objetivos que se establecen mientras los ciudadanos se esfuerzan. Para ello sería necesario que dicho organismo internacional estableciera nuevas sanciones, aumentase las económicas y se implicase mucho más en la supervisión de los objetivos. Basta escuchar las palabras de Antonio Guterres, su Secretario General: “Este informe es una letanía de promesas incumplidas. Es un archivo de la vergüenza, catalogando las promesas vacías que nos encaminan firmemente hacia un mundo inhabitable”.
No cabe la menor duda que las distintas Administraciones estatales, regionales y autonómicas, como último eslabón de la cadena, podrían poner en práctica talleres formativos, inspecciones a empresas e incluso recurrir a sanciones que de ser reincidentes restringiesen si son necesarios derechos (si incumples obligaciones, perjudicando a los demás, tampoco tienes derechos).
El negacionismo carece de argumentos que expliquen los miles de especies que han desaparecido desde hace apenas unos años, así como los cinco millones de muertes humanas que se ha cobrado hasta la fecha solo el aumento de temperatura en el planeta, según publica la prestigiosa revista National Geographic. Se excluyen las víctimas por hambre, tornados, huracanes, terremotos.
Por todo ello, mucho más que el "cambio climático", se hace más urgente e importante que nunca, combatir la actitud pasiva, hipócrita y conformista de los líderes de los países que más contaminan, que en definitiva es la que está provocando el deterioro progresivo del planeta y de las condiciones de vida sobre la tierra. Como decía Peter Praet, ex economista Jefe del Banco Central Europeo: “El riesgo de hacer poco es superior al de hacer demasiado”.
José Luis Meléndez. Madrid, 23 de abril del 2022. Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org