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30 de diciembre de 2019

No hay derecho

Aquellos actos que no supimos poner en práctica a lo largo del año, hoy intentamos olvidarlos y compensarlos a través de unos bonitos deseos, convertidos en palabras

La familia sigue creciendo. Durante los paseos que damos mi mascota y yo, además de criaturas indefensas, también nos encontramos con otra serie de mascotas enternecedoras de las cuales, como consecuencia del excesivo trabajo, no puede hacerse cargo de ellas, la U.M.A (Unidad de Medio Ambiente de la Policía Municipal de Madrid).

Así que he optado por abrir una guardería en casa, de la cual se hace responsable Txentxo, el osito protector en compañía de su mascota, a la cual sujeta con una correa, porque, la verdad sea dicha, todos son muy buenos. Uno hace lo que puede. Y así, mientras que unos aprovechan para montar belenes en estas fechas, otros hacen lo propio durante todo el año, con los peluches abandonados que un día nos acompañaron y unieron a otros seres. Sinceramente, ¡no hay derecho! 


Unos símbolos que representan nuestro fracaso y la falta de valores, a la hora de relacionarnos con los demás. Parece curioso el mensaje que hoy nos trasladan estos seres en estas fechas navideñas. Aquellos actos  que no supimos poner en práctica a la hora de la verdad con los demás durante el año, hoy, intentamos olvidarlos a través de unos bonitos deseos. Unos deseos convertidos en palabras que nos hacen sentir por unos días unas buenas personas. Una bonita excusa, que no nos impide volver a caer en el mismo error, un año más.

José Luis Meléndez. Madrid, 30 de diciembre del 2019

26 de diciembre de 2019

Espíritu navideño

Estar juntos no es sinónimo de estar más unidos

Llevo cuatro días observando cómo se suben y se bajan las mesas, se desplazan los platos a la cocina, y se vuelven a traer cargados de más y más comida. Un buen ejemplo de como el estómago, órgano digestivo por excelencia recobra su protagonismo sobre el emocional, esto es, sobre el corazón. La gente no para de ir de una sala a la otra, los padres gritan a sus hijos, y éstos no les hacen ni p.caso. Estos días he llegado a sentir por primera vez en mi vida envidia de las figuritas quietas de los belenes, que ya es decir. ¡Quién alcanzara semejante estado de contemplación, y dominio de sí! Poor favor...

Ya se ha marchado la última visita, y yo me he encuentro sin comerlo, ni beberlo, con la resaca de mi primer estado de estupidez transitoria propia de estas fechas. Porque todavía para gloria de unos y pena de otros, quedan una maravillosa docena de días de "fiestas", en compañía de personas imbuidas de eso que viene a llamarse "espíritu navideño"; un estado psicológico motivado por la nostalgia que emana de las lucecitas que adornan nuestras calles y nuestras casas, por las escasas horas de luz, y por el tiempo gélido que contribuye a que estemos juntos, que como saben, no es sinónimo de estar más unidos, por mucho que se empeñen algunos. Algo que se consigue con el contacto y afecto mantenido a lo largo del año, y no solo durante estos días. Ahí están las estadísticas: más rupturas, discusiones y accidentes de tráfico.

¡Qué raras nos volvemos las personas normales en estas fechas! Mañana en cuanto acceda a mis archivos y localice mi partida de nacimiento, empezaré a recordar los primeros aspectos de mi anterior vida. Mi nombre y mi lugar de procedencia. A ver si para el día ocho, es posible que haya renacido, y vuelto a la vida normal. Esa en la cual comes lo que te apetece, ves a quien quieres, y haces lo que realmente deseas. ¿Se acuerdan...?

José Luis Meléndez. Madrid, 26 de diciembre del 2019
Fuente de la imagen: wikimedia.commnons.org

20 de diciembre de 2019

El precio de una micción


No es que la naturaleza sea sabia, que lo es; es que el hombre sigue siendo el mismo tonto de siempre

Los humanos acudimos una media de tres veces al baño a efectuar una de nuestras funciones biológicas, esto es, a evacuar nuestras aguas menores. Si trasladamos estas visitas y estas funciones a datos numéricos, obtendríamos los siguientes datos. Si los cuatro litros que tiene una cisterna los multiplicamos por dicho número de visitas, llegamos a la conclusión de que cada persona gasta doce litros de agua potable al día, o lo que es lo mismo, 4.380 litros al año. Eso sin contar los otros tantos que gastamos a la hora de tratar nuestras aguas mayores, duchas, riegos, cocina (lavavajillas, lavadora), y otros menesteres.

Si cada una de estas piscinas anuales que genera cada persona en las sociedades civilizadas los multiplicásemos por su número de ciudadanos, y éste número a su vez por el número de habitantes que tiene el mundo, ¿Cuántos pantanos podríamos construir, o lo que es lo mismo cuanta diversidad de especies animales y de fauna estamos extinguiendo en cada una de nuestras irresponsables visitas al baño?

Pues esa es la consecuencia de derrochar cuatro litros de agua en cada micción, en lugar de pulsar unos segundos el botón hasta disolver dicho líquido, o emplear un recipiente pequeño para depositar en la taza el agua extrictamente necesaria. Una imagen patética la de ver como unos padres permiten y contemplan como sus hijos malgastan el agua que necesitarán el día de mañana. Una educación que deberíamos inculcar en las familias, empresas y demás instituciones, si lo que pretendemos es sobrevivir como especie, y dejar un futuro más digno a las demás generaciones.

En resumidas cuentas, no es que la naturaleza sea sabia, que lo es; es que el hombre sigue siendo el mismo tonto de siempre; el soñador que pretende conquistar otros planetas, cuando todavía no ha aprendido a respetar el suyo propio. La casa que hoy en día habita.

José Luis Meléndez. Madrid, 20 de diciembre del 2019
Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org

18 de diciembre de 2019

Sol de amor

A mi padre

Te fuiste un día de forma repentina e inesperada. Estabas cansado de este largo viaje que fue para ti la vida. Dejaste bien claro que no era tu ruta favorita; el lugar más idóneo para ti. Deseabas irte, emprender el vuelo en cielos menos nublados por el odio y la maldad. Necesitabas el silencio igual que el pájaro necesita surcar el aire cada día para volar y respirar. Así conseguías evadirte y sentirte libre. En él encontraste la paz cuando el barullo aniquilador y ensordecedor de los demás te lo permitían.

Entonces llevabas a cabo tu ritual preferido. Buscabas el lugar más tranquilo y próximo y convertías la mesa de turno en el altar en el cual ibas colocando de manera meticulosa y ordenada tus útiles de escritura sagrados como tu agenda, tu fichero artesano, tu tipex, tus tijeras, tu barra adhesiva, tus libros de consulta y tu inseparable Bic negro.

Adorabas el calor de tu hogar. Supiste mantener la llama y la luz del cariño a tu alrededor. Luchaste hasta el último momento contra las tempestades, los tornados y las tormentas que amenazaban con invadir los lazos afectivos de los tuyos, sin más munición que la resistencia.

Venciste el cáncer del odio y el del rencor. Al del egoísmo, y al que se te detectó en uno de tus pulmones. Tus armas fueron la empatía, la tolerancia, la comprensión y el amor igualitario que irradiabas a los demás. Nunca hablabas mal de nadie, y mucho menos en su ausencia. Tenías una sola cara y un solo corazón para todos.

No te dejaste influir ni envenenar por los comentarios tóxicos y malintencionados que te llegaban de terceros. Aceptabas a cada uno como era. Sabías dar a cada uno el espacio y la libertad para que pudiera expresarse. La tranquilidad, la confianza, y la discreción para no sentirse traicionado.

Tenías un buen corazón. Por eso luchaste hasta el final de tus días por la unión de todos. No escondías nada. Todo estaba al servicio de los demás. Ni siquiera esos dulces con los cuales los niños golosos llegan a desvelarse.

Va a hacer doce años que te mudaste de barrio, pero nunca podrás irte de mí. Porque tú te encargaste de sembrar los campos de mi corazón con las semillas indestructibles del amor verdadero. Por eso cada día te saco a pasear por los jardines y las sendas de mi corazón. Por eso me baño contigo en el mar profundo de mi alma.

Ya falta poco para que la primavera te rinda homenaje a través de las semillas que un día sembraste. Para que cada poema se convierta en una flor gracias a tu agua de bondad, y al rayo de sol y de amor que cada día y cada hora me alumbra.

Descansa en paz

José Luis Meléndez. Madrid, 12 de julio del 2018.
Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org