Algunos mayores acompañados hacen más daño a la sociedad con sus discursos, que los menores no acompañados, desde sus centros de acogida
No han sentado nada bien a muchos hortalinos, como se ha visto reflejado en la prensa, las palabras que el líder de Vox, Santiago Abascal, pronunció en el debate electoral sobre el distrito de Hortaleza: “Yo vivo en un barrio popular de Madrid, Hortaleza, y cada vez que salgo a la calle, y aquí hay un centro de menas, me encuentro con mujeres que me vienen a contar que los policías les dicen que no salgan con joyas a la calle, con madres preocupadas porque sus hijos llegan por la noche y tienen miedo a ser asaltados”.
Días antes el señor Iván Espinosa de los Monteros declaró de igual forma en el debate electoral: “Los menores no acompañados están aterrorizando a las mujeres, a nuestros hijos e incluso a algunos hombres”. Unas declaraciones muy en sintonía con las palabras de la Presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso contestó en sede parlamentaria, aunque no muy consecuentes con la imagen moderada que intenta dar el PP de Casado: “No tengo competencias para poner un muro en Aranjuez, ni para soltarles en el desierto”.
Existe una ligera diferencia entre el alarmismo y el pánico que el señor Abascal intenta trasladar, y la preocupación puntual que existe en una zona exclusiva del distrito de Hortaleza, y cuyo responsable directo es la Comunidad de Madrid, organismo que tutela el centro, y Consejería en la cual curiosamente no se han personado. Una imagen de un distrito tranquilo que sin duda ha puesto en tela de juicio el máximo representante de dicha formación, que tendrá sus efectos sobre el mismo, y que no se corresponde con la realidad.
Se desconoce hasta la fecha los meses que el señor Abascal lleva siendo vecino del distrito de Hortaleza, zona del noroeste de Madrid, a la cual dicho representante calificó como barrio, más que como distrito. En cualquier caso, supone una grave irresponsabilidad, razón de más por parte de un responsable político, la utilización electoral de los menores en los medios de comunicación, en un horario de máxima audiencia, con el fin de criminalizar su situación especial de vulnerabilidad. Unos menores formados por niños y adolescentes internos(entre los cuales, dicho sea de paso, también se encuentran españoles), que vienen huyendo de sus países, jugándose la vida, y que apenas pueden dormir por las pesadillas que arrastran, con objeto de intentar normalizar su situación. Porque en definitiva la función de todo político es resolver los problemas de la sociedad y no devolverlos a la misma, alentando el miedo y la discriminación. Prueba de ello es que la formación no se interesa por las agresiones verbales y físicas que padecen los residentes extranjeros con nacionalidad española, por parte de ciudadanos españoles.
Presentar a algunos vecinos puntuales como víctimas, cuando todas las víctimas son no solo los internos, sino los educadores y el personal sanitario, cuya plantilla se encuentra en un treinta por ciento, en situación laboral de baja, como consecuencia del contacto permanente contacto diario y permanente con los internos, es faltar a la verdad, como ha reconocido la directora general de Infancia, Familias y Natalidad, Ana Santos. Máxime cuando no se hace alusión alguna a los verdaderos culpables de dicha situación, es decir, la clase política. Una actitud que en lugar de poner de manifiesto la voluntad de solucionar el problema ha buscado utilizar la inmigración para pescar, como hizo Le Pen en el electorado obrero.
“Llevo años saliendo de noche por estas calles y volviendo a casa sola y jamás me ha pasado nada. Esto es como un pueblo, todo el mundo se conoce. Tendrá sus cosas malas, como todo, pero Abascal no puede venir aquí a decir lo que ha dicho. Me da vergüenza que sea del barrio”. “He estudiado en el colegio Cabrini con compañeros inmigrantes y no he tenido nunca ningún problema. Siguen siendo mis amigos”, comenta Cecilia Gómez, auxiliar de enfermería y vecina del distrito.
La sobreocupación, desatención y la falta de recursos por parte de la Administración regional, hacen desde hace años, que este centro se haya convertido en un “albergue”, en lugar de un centro de rehabilitación personal y social, como ha reconocido la propia Fiscalía provincial sobre 2018. “La situación ha desnaturalizado la finalidad de los centros de primera acogida, en especial respecto del de Hortaleza, que se han convertido en una especie de “albergue de menores extranjeros no acompañados”, haciendo inviable, por su perfil y las necesidades que requieren, llevar a efecto el proyecto educativo propio de los mismos”.
Los discursos de Vox de momento ya han tenido algún efecto, como el que algunas asociaciones hayan solicitado a la Fiscalía que estudie un posible delito de incitación al odio, y el que algunos colectivos vecinales hayan denunciado ataques a centros de menores, por parte de grupos de extrema derecha. Las políticas de unidad nacional de Vox se caen por su propio peso, cuando lejos de unir a los vecinos, dividen y enfrentan a los ciudadanos.
La culpa por tanto no es de los menas (menores extranjeros no acompañados), sino el de algunos meas (mayores españoles acompañados) que perteneciendo al gobierno regional, y en definitiva a la clase política competente, no ponen los medios necesarios y suficientes para que los menores y los vecinos lleven su vida diaria con la normalidad que merecen. Es por tanto de justicia afirmar que algunos mayores acompañados hacen más daño a la sociedad con sus discursos, que el diez por ciento de menores no acompañados conflictivos, desde sus centros de acogida.
José Luis Meléndez. Madrid, 11 de noviembre del 2019
Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org
No han sentado nada bien a muchos hortalinos, como se ha visto reflejado en la prensa, las palabras que el líder de Vox, Santiago Abascal, pronunció en el debate electoral sobre el distrito de Hortaleza: “Yo vivo en un barrio popular de Madrid, Hortaleza, y cada vez que salgo a la calle, y aquí hay un centro de menas, me encuentro con mujeres que me vienen a contar que los policías les dicen que no salgan con joyas a la calle, con madres preocupadas porque sus hijos llegan por la noche y tienen miedo a ser asaltados”.
Días antes el señor Iván Espinosa de los Monteros declaró de igual forma en el debate electoral: “Los menores no acompañados están aterrorizando a las mujeres, a nuestros hijos e incluso a algunos hombres”. Unas declaraciones muy en sintonía con las palabras de la Presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso contestó en sede parlamentaria, aunque no muy consecuentes con la imagen moderada que intenta dar el PP de Casado: “No tengo competencias para poner un muro en Aranjuez, ni para soltarles en el desierto”.
Existe una ligera diferencia entre el alarmismo y el pánico que el señor Abascal intenta trasladar, y la preocupación puntual que existe en una zona exclusiva del distrito de Hortaleza, y cuyo responsable directo es la Comunidad de Madrid, organismo que tutela el centro, y Consejería en la cual curiosamente no se han personado. Una imagen de un distrito tranquilo que sin duda ha puesto en tela de juicio el máximo representante de dicha formación, que tendrá sus efectos sobre el mismo, y que no se corresponde con la realidad.
Se desconoce hasta la fecha los meses que el señor Abascal lleva siendo vecino del distrito de Hortaleza, zona del noroeste de Madrid, a la cual dicho representante calificó como barrio, más que como distrito. En cualquier caso, supone una grave irresponsabilidad, razón de más por parte de un responsable político, la utilización electoral de los menores en los medios de comunicación, en un horario de máxima audiencia, con el fin de criminalizar su situación especial de vulnerabilidad. Unos menores formados por niños y adolescentes internos(entre los cuales, dicho sea de paso, también se encuentran españoles), que vienen huyendo de sus países, jugándose la vida, y que apenas pueden dormir por las pesadillas que arrastran, con objeto de intentar normalizar su situación. Porque en definitiva la función de todo político es resolver los problemas de la sociedad y no devolverlos a la misma, alentando el miedo y la discriminación. Prueba de ello es que la formación no se interesa por las agresiones verbales y físicas que padecen los residentes extranjeros con nacionalidad española, por parte de ciudadanos españoles.
Presentar a algunos vecinos puntuales como víctimas, cuando todas las víctimas son no solo los internos, sino los educadores y el personal sanitario, cuya plantilla se encuentra en un treinta por ciento, en situación laboral de baja, como consecuencia del contacto permanente contacto diario y permanente con los internos, es faltar a la verdad, como ha reconocido la directora general de Infancia, Familias y Natalidad, Ana Santos. Máxime cuando no se hace alusión alguna a los verdaderos culpables de dicha situación, es decir, la clase política. Una actitud que en lugar de poner de manifiesto la voluntad de solucionar el problema ha buscado utilizar la inmigración para pescar, como hizo Le Pen en el electorado obrero.
“Llevo años saliendo de noche por estas calles y volviendo a casa sola y jamás me ha pasado nada. Esto es como un pueblo, todo el mundo se conoce. Tendrá sus cosas malas, como todo, pero Abascal no puede venir aquí a decir lo que ha dicho. Me da vergüenza que sea del barrio”. “He estudiado en el colegio Cabrini con compañeros inmigrantes y no he tenido nunca ningún problema. Siguen siendo mis amigos”, comenta Cecilia Gómez, auxiliar de enfermería y vecina del distrito.
La sobreocupación, desatención y la falta de recursos por parte de la Administración regional, hacen desde hace años, que este centro se haya convertido en un “albergue”, en lugar de un centro de rehabilitación personal y social, como ha reconocido la propia Fiscalía provincial sobre 2018. “La situación ha desnaturalizado la finalidad de los centros de primera acogida, en especial respecto del de Hortaleza, que se han convertido en una especie de “albergue de menores extranjeros no acompañados”, haciendo inviable, por su perfil y las necesidades que requieren, llevar a efecto el proyecto educativo propio de los mismos”.
Los discursos de Vox de momento ya han tenido algún efecto, como el que algunas asociaciones hayan solicitado a la Fiscalía que estudie un posible delito de incitación al odio, y el que algunos colectivos vecinales hayan denunciado ataques a centros de menores, por parte de grupos de extrema derecha. Las políticas de unidad nacional de Vox se caen por su propio peso, cuando lejos de unir a los vecinos, dividen y enfrentan a los ciudadanos.
La culpa por tanto no es de los menas (menores extranjeros no acompañados), sino el de algunos meas (mayores españoles acompañados) que perteneciendo al gobierno regional, y en definitiva a la clase política competente, no ponen los medios necesarios y suficientes para que los menores y los vecinos lleven su vida diaria con la normalidad que merecen. Es por tanto de justicia afirmar que algunos mayores acompañados hacen más daño a la sociedad con sus discursos, que el diez por ciento de menores no acompañados conflictivos, desde sus centros de acogida.
José Luis Meléndez. Madrid, 11 de noviembre del 2019
Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org
No hay comentarios:
Publicar un comentario