La oposición es la derecha y el principal enemigo la abstención
El desbloqueo es la palabra mágica que las distintas fuerzas del arco parlamentario han elegido de cara a las próximas elecciones generales del próximo 10 de noviembre. Un mea culpa por el que los distintos líderes intentan animar a su electorado a través de eslóganes de campaña. Pero el desbloqueo no implica por si solo una gobernabilidad estable ni una oposición constructiva, como los ciudadanos han constatado los últimos meses. Porque igual de importante es que sus señorías informen a su electorado de las medidas que van a tomar si llegan a la Moncloa, como el tipo de oposición (constructiva, crispada o de Estado), que piensan llevar a cabo.
Otro de los ases que las distintas formaciones esconden bajo la manga es con quién piensan no ya pactar, sino al menos sentarse a hablar, obligación moral que todo político debiera poner en práctica hasta la consecución de los objetivos que sean no solo buenos para España, sino para los ciudadanos que la integran, hecho que suele olvidársele con frecuencia a determinadas fuerzas.
Algo se está haciendo mal desde hace unas semanas en la izquierda, si uno consulta las últimas encuestas y ve como la derecha ha recuperado el terreno perdido desde las elecciones pasadas, ya que la diferencia entre los dos bloques es de apenas seis décimas. Los ataques cruzados, excesivos, exclusivos y continuados entre los dos máximos representantes de la izquierda española, están desmovilizando al electorado dividiéndolo aún más, cuando no desanimándolo. Un fraccionamiento al que hay que sumar la incorporación de una nueva formación, representada por Más País.
El electorado de izquierdas no entiende como por un lado se le ofrece un desbloqueo, y por otro se hace oposición al aliado natural, en lugar de hacerlo unidos al adversario ideológico, principal beneficiario de esta estrategia suicida y equivocada. La oposición es la derecha y el principal enemigo es la abstención. Por ello sería de vital importancia dar un giro radical a dicha estrategia, con objeto de que el votante perciba la utilidad de su voto a través de un mensaje de unidad y de desbloqueo real.
De igual forma, y, ante un posible y cercano escenario de recesión y, por ende, de recortes, sería bueno para dicho electorado saber que coste social va a suponer para la clase media y trabajadora de la sociedad española, la más que previsible abstención del Partido Popular, a la hora de facilitar la investidura de un hipotético gobierno socialista como apuntan las encuestas.
Sorprende el silencio de los sindicatos ante esta desunión de la izquierda, máxime cuando la CEOE, patronal de los empresarios, ha manifestado hace unas horas, a través de un decálogo denominado “Prioridades empresariales ante las elecciones generales del 10 de noviembre”, en su apartado ocho, denominado “Impuestos competitivos”, eliminar patrimonio y bajar impuestos a las empresas, medida que vuelve a señalar a los mismos paganos de siempre, es decir, a los ciudadanos.
El bloqueo de la derecha a la hora de impedir la formación de un gobierno sin independentistas, quedó patente en el debate celebrado en el Ente Público, cuando Cayetana Álvarez de Toledo (PP), en una de sus intervenciones se dirige a Inés Arrimadas (C´s), y le recrimina el no haber apoyado un gobierno estable, a lo que la representante de Ciudadanos le contestó en los mismos términos. El Psoe por su parte, con apenas 84 diputados ha conseguido frenar el independentismo, sin la aplicación de un 155, renunciando, a diferencia de PP y C´s (formaciones que gobiernan con la extrema derecha) a un pacto de gobierno con los secesionistas.
Con un índice de indecisos de más de dos millones de españoles, en una convocatoria repetida de elecciones a la que concurren los ciudadanos, con un 30% menos de peticiones de voto por correo, y, ante un escenario tan desafiante al que se enfrenta el país, los ciudadanos se merecen que todos sus representantes (y muy especialmente los que han bloqueado la formación de un gobierno) se dirijan a ellos, les hablen claro, y les digan con quién piensan pactar.
El escenario de un posible gobierno por parte de la derecha parece mucho más probable que antaño. Dentro de unos días los líderes de la izquierda volverán a sentarse para hablar de un gobierno de coalición o de cooperación. Pero también es posible que si no llegan a un acuerdo, lleguen al gobierno de España, ministros de la extrema derecha, de la mano del Partido Popular y de Ciudadanos. Algo contradictorio en una sociedad democrática y avanzada como es la democracia española, jamás visto desde el franquismo.
Y eso sí que es muy posible que les quite a muchos españoles algo más que el sueño…
José Luis Meléndez. Madrid, 3 de noviembre del 2019.
Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org
El desbloqueo es la palabra mágica que las distintas fuerzas del arco parlamentario han elegido de cara a las próximas elecciones generales del próximo 10 de noviembre. Un mea culpa por el que los distintos líderes intentan animar a su electorado a través de eslóganes de campaña. Pero el desbloqueo no implica por si solo una gobernabilidad estable ni una oposición constructiva, como los ciudadanos han constatado los últimos meses. Porque igual de importante es que sus señorías informen a su electorado de las medidas que van a tomar si llegan a la Moncloa, como el tipo de oposición (constructiva, crispada o de Estado), que piensan llevar a cabo.
Otro de los ases que las distintas formaciones esconden bajo la manga es con quién piensan no ya pactar, sino al menos sentarse a hablar, obligación moral que todo político debiera poner en práctica hasta la consecución de los objetivos que sean no solo buenos para España, sino para los ciudadanos que la integran, hecho que suele olvidársele con frecuencia a determinadas fuerzas.
Algo se está haciendo mal desde hace unas semanas en la izquierda, si uno consulta las últimas encuestas y ve como la derecha ha recuperado el terreno perdido desde las elecciones pasadas, ya que la diferencia entre los dos bloques es de apenas seis décimas. Los ataques cruzados, excesivos, exclusivos y continuados entre los dos máximos representantes de la izquierda española, están desmovilizando al electorado dividiéndolo aún más, cuando no desanimándolo. Un fraccionamiento al que hay que sumar la incorporación de una nueva formación, representada por Más País.
El electorado de izquierdas no entiende como por un lado se le ofrece un desbloqueo, y por otro se hace oposición al aliado natural, en lugar de hacerlo unidos al adversario ideológico, principal beneficiario de esta estrategia suicida y equivocada. La oposición es la derecha y el principal enemigo es la abstención. Por ello sería de vital importancia dar un giro radical a dicha estrategia, con objeto de que el votante perciba la utilidad de su voto a través de un mensaje de unidad y de desbloqueo real.
De igual forma, y, ante un posible y cercano escenario de recesión y, por ende, de recortes, sería bueno para dicho electorado saber que coste social va a suponer para la clase media y trabajadora de la sociedad española, la más que previsible abstención del Partido Popular, a la hora de facilitar la investidura de un hipotético gobierno socialista como apuntan las encuestas.
Sorprende el silencio de los sindicatos ante esta desunión de la izquierda, máxime cuando la CEOE, patronal de los empresarios, ha manifestado hace unas horas, a través de un decálogo denominado “Prioridades empresariales ante las elecciones generales del 10 de noviembre”, en su apartado ocho, denominado “Impuestos competitivos”, eliminar patrimonio y bajar impuestos a las empresas, medida que vuelve a señalar a los mismos paganos de siempre, es decir, a los ciudadanos.
El bloqueo de la derecha a la hora de impedir la formación de un gobierno sin independentistas, quedó patente en el debate celebrado en el Ente Público, cuando Cayetana Álvarez de Toledo (PP), en una de sus intervenciones se dirige a Inés Arrimadas (C´s), y le recrimina el no haber apoyado un gobierno estable, a lo que la representante de Ciudadanos le contestó en los mismos términos. El Psoe por su parte, con apenas 84 diputados ha conseguido frenar el independentismo, sin la aplicación de un 155, renunciando, a diferencia de PP y C´s (formaciones que gobiernan con la extrema derecha) a un pacto de gobierno con los secesionistas.
Con un índice de indecisos de más de dos millones de españoles, en una convocatoria repetida de elecciones a la que concurren los ciudadanos, con un 30% menos de peticiones de voto por correo, y, ante un escenario tan desafiante al que se enfrenta el país, los ciudadanos se merecen que todos sus representantes (y muy especialmente los que han bloqueado la formación de un gobierno) se dirijan a ellos, les hablen claro, y les digan con quién piensan pactar.
El escenario de un posible gobierno por parte de la derecha parece mucho más probable que antaño. Dentro de unos días los líderes de la izquierda volverán a sentarse para hablar de un gobierno de coalición o de cooperación. Pero también es posible que si no llegan a un acuerdo, lleguen al gobierno de España, ministros de la extrema derecha, de la mano del Partido Popular y de Ciudadanos. Algo contradictorio en una sociedad democrática y avanzada como es la democracia española, jamás visto desde el franquismo.
Y eso sí que es muy posible que les quite a muchos españoles algo más que el sueño…
José Luis Meléndez. Madrid, 3 de noviembre del 2019.
Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org
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