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24 de septiembre de 2019

Feliz cumpleaños

Si no fuera por el contestador y porque uno coge las llamadas al día siguiente, uno jamás tendría un feliz cumpleaños

Los cumpleaños no son fiestas: son días muy tristes. A fecha de hoy no conozco a nadie al que le alegre cumplir años. Sin embargo cuando uno coge el teléfono y se pone al habla, todos exclaman lo mismo: - ¿Te pasa algo?, ¿te encuentras bien?

El pretexto a la hora de llamar al homenajeado no es otro que el de jorobarle el día y recordarle a uno que el tiempo pasa para todos igual. Una forma de venganza colectiva y de consuelo personal en el que el emisor de manera subjetiva le lanza al receptor la respuesta a su anterior e indeseada felicitación: “no haberme llamado tú antes”.

Pero las llamadas telefónicas no son el único suplicio al que se enfrenta el recién nacido. El regalo es la excusa ideal para darle a uno de manera personal el tostón, y de paso indagar sobre los aspectos más íntimos de su persona. Los dulces después de las llamadas y de las visitas son los otros protagonistas del día. A falta de regalos son obsequios por medio de los cuales los familiares y amigos intentan (la mayoría de las veces sin conseguirlo), compensar los amargos momentos del anfitrión. Por este motivo hace años decidí ausentarme este día tan señalado para todos menos para mí, por la sencilla razón de que uno no decide venir a este mundo, cosa que la gente parece ignorar.

Para que la operación evasiva y disuasoria surta efecto, y culmine con éxito, es recomendable llegar a casa tarde o en las horas menos comerciales del día, como son la hora de la siesta o la de acostarse. De esta forma se evita el impulso de coger el teléfono ante una imprevisible llamada y que el aparato le recuerde a uno con la palabra mágica de siempre (felicidades), que uno es un año más viejo, antes de haberlo tomado en su mano.

Si de verdad lo que uno desea es hablar con el protagonista ese día, en lugar de dejar un mensaje, llamaría al día siguiente con objeto de cerciorarse que uno sigue vivo y ha cumplido años. Eso o presentarse como antaño en casa para demostrar un sincero interés y afecto con el destinatario. Pero lejos de cumplirse esta circunstancia el emisor cuelga y se queda satisfecho por haber quedado bien consigo mismo y con el protagonista.

Confieso no haber sufrido nunca episodios de arrepentimiento desde aquel cumpleaños en el cual me vi forzado a tomar la drástica determinación de cumplir décadas en lugar de años, aprovechando la señalada fecha y hora a la cual vine al mundo: un 28 de febrero a las diez de la noche. Con ello he conseguido rejuvenecer, contribuir a que las futuras llamadas y conversaciones sean menos frívolas y monótonas, y desahogar mi cabreo por no haber nacido dos horas después, con objeto de celebrar mi día (no el de los demás), cada cuatro años.

Este año he cumplido cinco años y medio, es decir cincuenta y cinco, y el próximo he decidido ponerme al teléfono. Será para darles envidia a todos y demostrarles el paso del tiempo. Una medida terapeútica con la cual espero que a partir de entonces desistan de próximos intentos a buen seguro ponerles en un aprieto. Sobre todo cuando les pregunte qué día es su onomástica y cuántos años cumplen.

Soplar cinco años y medio y al día siguiente viajar a los cincuenta y cinco, es algo que las personas mayores provistas de malas pulgas, son incapaces de hacer. Porque en el ánimo de reírse de los demás, terminan por olvidar de hacerlo de sí mismos. Y eso es una cuestión muy seria.

Si no fuera por el contestador y porque uno coge las llamadas al día siguiente, uno  jamás tendría un feliz cumpleaños. ¿Tan difícil es dejar pasar este maldito día...?

José Luis Meléndez. Madrid, 2 de mayo del 2018
Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org

17 de septiembre de 2019

Gato perdido

Hola a todos:

Me llamo "Mahou". Llevo días perdido. Soy un vecino del barrio de Manoteras perteneciente al distrito de  Hortaleza, ubicado en el noroeste de Madrid. No sé en qué lugar me encuentro. Me gustaría que alguien me ayudara a volver a mi casa antes de que el frío llegue. Echo de menos mucho a los míos y supongo que ellos estarán muy tristes como consecuencia de mi pérdida.

Me pueden reconocer porque llevo manchas blancas en el pecho, en las patas, y tengo ojos verdes. Si me llaman por mi nombre yo acudiré a su encuentro. El teléfono de mis tutores es el 657- 562 - 128. Se llevarán una alegría muy grande si me encuentran.

Por favor difundan y compartan este S.O.S. 

Les agradeceré mucho su colaboración.

José Luis Meléndez. Madrid, 17 de septiembre del 2019

5 de septiembre de 2019

Elecciones

Ante este escenario de bloqueo, desconfianza y de irresponsabilidad, quizás lo mejor para España y para Europa, sea acudir cuanto antes a una convocatoria de elecciones

Inquietantes pero a la vez sinceras, oportunas y sabias, las palabras que Macron ha dirigido a los embajadores franceses desde el Elíseo, en la conferencia anual celebrada en París, entre los días 27 y 30 de agosto: “Estamos asistiendo al fin de la hegemonía occidental en el mundo. Sabemos que las civilizaciones desaparecen. Europa desaparecerá. El mundo se estructura hoy en torno a dos grandes polos, EE.UU. y China”.

Es posible que no le falte razón al primer ministro francés, porque la cuerda, como se sabe, termina rompiéndose por la parte más débil. La supremacía tecnológica de las empresas norteamericanas y chinas, y las políticas fiscales, que mantienen de un tiempo a esta parte ambos países, amenazan no solo las soberanías de los Estados miembros de Europa, sino el nivel de bienestar construido y alcanzado durante décadas por sus ciudadanos.

El Presidente galo además de detectar y de reconocer la grave dolencia que padece Europa, ha pautado una serie de recomendaciones a modo de receta, muy alejadas del peligroso reposo que ha mantenido hasta ahora Europa, que deberían aplicarse de inmediato, como consecuencia del nada despreciable retraso, sobre el viejo continente, con objeto de salir de este “inmovilismo” mortal que supone para su país y para Europa.

Para salir de este escenario contemplativo y conformista, es necesario en primer lugar, según el primer Ministro, que Europa decida su propio futuro. Un futuro que le permita recuperar su influencia internacional por medio de iniciativas que contribuyan a afirmar la idiosincrasia europea, a través de sus valores (libertad, igualdad, fraternidad). De esta forma la Unión dejaría de ser considerada como un socio minoritario.

La Trumpización de la extrema derecha europea en materia de inmigración, cambio climático, nacionalismo, obtención de licencias de armas, y euroescepticismo, constituye una amenaza para la construcción y la estabilidad de esta soberanía europea, así como para los derechos humanos, como recientemente se está viendo en países como Italia, de la mano de Salvini.

El Presidente norteamericano se ha negado a participar como segundo país más tóxico del planeta en cuanto a emisiones se refiere, después de China, en las negociaciones con los demás países, para combatir los efectos del cambio climático que sufre el mundo, su país y sus ciudadanos, y ha animado, aquí en Europa a Boris Jhonson a consumar un Brexit duro, actitudes que suponen a la vez que una grave irresponsabilidad, un torpedo contra los aliados europeos.

El inquilino de la Casa Blanca y aliado desleal, niega, al igual que sus simpatizantes de la extrema derecha europea (a pesar de los actuales huracanes y fenómenos meteorológicos que asolan EE.UU. y Europa), los orígenes del cambio climático, que tantas muertes y tragedias causan, y obstruyen la entrada de personas, a las cuales les asiste el Derecho Marítimo, El Convenio sobre búsqueda y rescate Marítimos, la Declaración Universal de Derechos Humanos, o la Convención de Ginebra, por citar algunos ejemplos.

Ante este escenario de bloqueo, desconfianza y de irresponsabilidad, de sentido de Estado nacional y europeo, quizás lo mejor para España y para Europa, sea acudir cuanto antes a una convocatoria de elecciones con objeto de centralizar el voto a costa de las fuerzas y extremos que impiden la formación de un gobierno, que permita el arranque de una legislatura más estable y menos crispada, que fuerce en última instancia ante un nuevo escenario de mayor incertidumbre, la abstención o el apoyo de otras fuerzas. En otras palabras, mejor votar ahora, antes que lleguen las tormentas, que después de la crisis de una frágil y breve legislatura, similar a la que padece Italia.

Los ciudadanos no están cansados de votar. De lo que realmente están hartos es del espectáculo inmovilista, partidista e irresponsable de algunas fuerzas durante estos meses. Y esta quizás sea una de las razones por las cuales la ciudadanía vuelva a hacer gala de la responsabilidad democrática que ha demostrado antaño. Máxime en un contexto tan delicado como el actual, ante los grandes desafíos nacionales e internacionales que se avecinan.

Mejor configurar de manera previa un equipo que soporte la liga, que sucumba a mitad de ésta. Razones por tanto existen de sobra para dedicar unos minutos en una segunda vuelta, opción que tienen estipulada otros países, con objeto de sacar a este país del atolladero a un plazo más largo. La decisión de los ciudadanos es importante como consecuencia de la irreversibilidad de dicha responsabilidad. Los ingleses hace unos meses aprendieron esta dura lección. Basta preguntar a muchos de ellos cuánto darían lo que fuera por repetir aquellas elecciones que condujeron a su país al Brexit...

José Luis Meléndez. Madrid, 2 de septiembre del 2019
Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org