Traductor

8 de agosto de 2019

A Copito: (1966 - 2003)

Llevar tus genes y mírarte a los ojos, hubiera supuesto reconocerte en ese mismo momento, como parte mía.

Querido Copito:

El hombre como tú mismo pudiste constatar es un ser egoísta que ha sido educado para ser solidario exclusivamente con su especie. Muy poco amor, por mucho que nos le intenten vender, cabe en un acto tan egoísta e insolidario, con respecto al mundo que le rodea. Con apenas dos años de edad, siendo más bebé que un niño, aprendiste de golpe la dura lección que presenciaron tus ojos el mes de octubre de 1966 en Ekonoguong: el fusilamiento de tu grupo, entre el cual se encontraba tu madre, seguramente cogiendo algo de comida para ti. Ese fue el motivo de semejante acto criminal, miserable, imperdonable y desproporcionado por parte de la especie humana: ignorar el sentido de la propiedad humana e invadir una plantación de bananas.

Tuviste no obstante la “suerte” de nacer en Rio Muni, territorio español perteneciente a Guinea Ecuatorial, unos meses antes de que este país se independizara de España, en el año 1968. El color azul cielo de tus ojos y el blanco pacífico de tu pelaje, fueron tu tabla de salvación. Gracias a estos rasgos que te identificaban como el primer gorila albino, pasaste a adquirir un marcado protagonismo internacional. Los cazadores de la etnia Fan que te capturaron te bautizaron con el nombre de Nfumu ngui (gorila blanco), como consecuencia de la falta de pigmentación de tu pelo y de tus ojos, rasgo que te impedía mirar la luz.

No contentos con su salvaje refriega, Benito Manié, miembro de la tribu Essamangon, asombrado por las peculiaridades de tus rasgos, te puso precio y negoció tu entrega (20.000 pts), al Centro de Adaptación y Experimentación de Ikunde, dependencia que el Ayuntamiento de Barcelona tenía a pocos kilómetros de la ciudad de Bata, con el fin de abastecer animales exóticos al zoo de la ciudad Condal, y cuyo director era entonces el científico catalán Jordi Sabater Pi.

Tu estado era tan lamentable y tus expectativas de vida tan preocupantes que el doctor Sabater ofreció 15.000 pesetas a la tribu creyendo que no sobrevivirías, con la condición de descontar de esta cantidad los gastos de medicinas, y concertó una cita clandestina contigo en el servicio de urgencias del Hospital de Bata. El doctor Iranzo te atendió y logró con los días normalizar tu pronóstico. La mujer del doctor Sabater te ofreció hospitalidad en su casa familiar durante el transcurso de un mes, con la finalidad de dispensarte el cariño y la protección que un niño como tú necesitaba. Durante ese tiempo tuviste la oportunidad de descubrir otra especie humana, más solidaria y fraternal que desempeñó las funciones de familia nodriza.

Sé que fue un tiempo muy corto para ti, pero que estableciste unos vínculos afectivos muy intensos con la pareja, y el hijo pequeño de Francesc. Una experiencia vital y socializadora sin la cual no hubieses podido depositar en el futuro tu confianza en otros gorilas buenos y de tu misma especie. Transcurrido ese tiempo te subieron a bordo de dos aeronaves, y después de recorrer más de 6000 kilómetros, llegaste el 1 de noviembre de 1966, al Zoo de Barcelona, en donde fuiste recibido con todos los honores por José María de Porcioles, Alcalde de dicha ciudad. Llegaste triste, cansado y desorientado por el abandono de tu nueva familia, pero enseguida conociste a Ramón Luera, veterinario y subdirector del centro. Él y su mujer tuvieron la amabilidad de acogerte en su piso del Ensanche durante un año, para completar tu futura etapa de adaptación al zoo.

Dicen tus cuidadores que fuiste un buen líder y compañero con los demás gorilas. Y un excelente reconciliador en las disputas que surgían en el grupo. Algo que seguramente aprendiste de los buenos gorilas como tú. Tuviste 21 hijos, 22 nietos y 6 biznietos. Hasta que un trágico día del año 2003, se apagó la luz azul que iluminaba tus ojos. Tenías entonces 37 años.

Negarte la calidad de hermano fue algo imperdonable, que las próximas generaciones, seguramente más sensibles recordarán. No solo fuiste mi hermano, sino el antepasado que proporcionó a mi especie los genes que le permitieron llegar a su estado actual de evolución. Llevar tus genes y mirarte a los ojos, hubiera supuesto reconocerte en ese mismo momento, como parte mía.

Los gorilas mal nacidos que asesinaron a tu familia, gozaron de la libertad, y tú terminaste preso en un zoo. Cumpliendo una condena de 37 años. La justicia irracional del ser inhumano y racional. Hoy el hombre que se siente inferior se sigue encomendando a un ser superior, y se olvida curiosamente de los seres que están por debajo de su escala evolutiva. A eso le llaman ser humano…

José Luis Meléndez. Madrid, 20 de mayo del 2018
Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org

No hay comentarios:

Publicar un comentario