La única forma de saldar la deuda social de las mascotas, es reconocer y ampliar sus derechos
La sociedad sigue sin reconocer la gran labor social que aportan las mascotas a sus ciudadanos. Una actitud injusta, dolorosa y discriminatoria para los animales y las personas que los acompañan. La situación adquiere un matiz más dramático, vergonzoso e inaudito, si se tiene en cuenta que los animales realizan su labor de una forma gratuita y desinteresada, lo cual constituye una clara señal de desprecio hacia la grandiosa obra social que realizan estos asistentes sociales. Una labor sin horarios ni derechos como la que están acostumbrados a hacer los humanos.
Hace unos días, un centro comercial madrileño, le negó la entrada a David, un niño de 14 años, que padece ceguera cerebral, por ir acompañado de su mascota, “Killer”, un yorkshire de dos años. La situación tiene además un agravante, porque David es multidiscapacitado, lo cual ha supuesto una discriminación con respecto a otros colectivos que sí que pueden acceder a estos recintos, y que presentan un menor grado de dependencia emocional.
Una parada respiratoria sufrida con tan solo tres meses de vida, le produjo una parálisis cerebral. Desde entonces, David no ve ni puede hablar. Su situación personal y su visión parcial le impide reconocer la identidad de los objetos y de las personas que merodean a su alrededor. La única información que le une al mundo es la que recibe a través del oído.
Cuando David acudió al centro comercial acompañado de su padre, Oscar Dorado, el vigilante de seguridad, amparándose en las normas del centro, impidió la entrada a esta familia. Y eso teniendo en cuenta que “Killer” viaja en todo momento en las piernas de David, que debido a su situación, se ve en la necesidad de pasar la mayor parte del día, en una silla de ruedas especialmente diseñada para él.
La indignación de su padre, Óscar, ante esta situación le llevó a emprender una campaña en Change.org, con objeto de intentar cambiar la normativa en toda la Comunidad de Madrid. La campaña ha superado las 6.000 firmas, y Óscar ha logrado que el establecimiento reconozca su “error de análisis” de la situación, según palabras del centro, ya que su normativa recoge excepciones en caso de que el animal acompañe a una persona con discapacidad.
Según Oscar, David ha recuperado algo de movilidad, ya que se siente más tranquilo y estimulado, desde que “Killer”, llegó a su vida. Ahora solo falta que los representantes políticos actualicen la normativa vigente, y reconozcan de esta forma, los enormes beneficios sociales y personales que estos seres aportan día a día a la sociedad que representan.
Los tímidos y tardíos gestos que algunas ciudades como Barcelona o Madrid han adoptado recientemente, permitiendo el acceso de las mascotas en los medios de transporte públicos, no son suficientes, si se tiene en cuenta que muchos de estos animales, aportan mucho más a la sociedad, de lo que reciben por parte de ella. Y para ello, la única forma de saldar esta deuda social de estas mascotas, es reconocer y ampliar sus derechos.
José Luis Meléndez. Madrid, 11 de febrero del 2018
Fuente de la imagen: Change.org
La sociedad sigue sin reconocer la gran labor social que aportan las mascotas a sus ciudadanos. Una actitud injusta, dolorosa y discriminatoria para los animales y las personas que los acompañan. La situación adquiere un matiz más dramático, vergonzoso e inaudito, si se tiene en cuenta que los animales realizan su labor de una forma gratuita y desinteresada, lo cual constituye una clara señal de desprecio hacia la grandiosa obra social que realizan estos asistentes sociales. Una labor sin horarios ni derechos como la que están acostumbrados a hacer los humanos.
Hace unos días, un centro comercial madrileño, le negó la entrada a David, un niño de 14 años, que padece ceguera cerebral, por ir acompañado de su mascota, “Killer”, un yorkshire de dos años. La situación tiene además un agravante, porque David es multidiscapacitado, lo cual ha supuesto una discriminación con respecto a otros colectivos que sí que pueden acceder a estos recintos, y que presentan un menor grado de dependencia emocional.
Una parada respiratoria sufrida con tan solo tres meses de vida, le produjo una parálisis cerebral. Desde entonces, David no ve ni puede hablar. Su situación personal y su visión parcial le impide reconocer la identidad de los objetos y de las personas que merodean a su alrededor. La única información que le une al mundo es la que recibe a través del oído.
Cuando David acudió al centro comercial acompañado de su padre, Oscar Dorado, el vigilante de seguridad, amparándose en las normas del centro, impidió la entrada a esta familia. Y eso teniendo en cuenta que “Killer” viaja en todo momento en las piernas de David, que debido a su situación, se ve en la necesidad de pasar la mayor parte del día, en una silla de ruedas especialmente diseñada para él.
La indignación de su padre, Óscar, ante esta situación le llevó a emprender una campaña en Change.org, con objeto de intentar cambiar la normativa en toda la Comunidad de Madrid. La campaña ha superado las 6.000 firmas, y Óscar ha logrado que el establecimiento reconozca su “error de análisis” de la situación, según palabras del centro, ya que su normativa recoge excepciones en caso de que el animal acompañe a una persona con discapacidad.
Según Oscar, David ha recuperado algo de movilidad, ya que se siente más tranquilo y estimulado, desde que “Killer”, llegó a su vida. Ahora solo falta que los representantes políticos actualicen la normativa vigente, y reconozcan de esta forma, los enormes beneficios sociales y personales que estos seres aportan día a día a la sociedad que representan.
Los tímidos y tardíos gestos que algunas ciudades como Barcelona o Madrid han adoptado recientemente, permitiendo el acceso de las mascotas en los medios de transporte públicos, no son suficientes, si se tiene en cuenta que muchos de estos animales, aportan mucho más a la sociedad, de lo que reciben por parte de ella. Y para ello, la única forma de saldar esta deuda social de estas mascotas, es reconocer y ampliar sus derechos.
José Luis Meléndez. Madrid, 11 de febrero del 2018
Fuente de la imagen: Change.org
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