Para avanzar, no hace falta ir hacia atrás, sino encarar unidos los retos más importantes que tiene la sociedad
Dice un dicho popular, que no hay mal que cien años dure. La dictadura duró cuarenta años. El pueblo español logró curarse de aquella larga y grave enfermedad social, inyectándose libertad, gracias al plasma de la democracia. Han transcurrido otros cuarenta años desde entonces. Algo no funciona bien, cuando determinados sectores de la sociedad, instalan sus espejos retrovisores a una sociedad que desde hace tiempo mira hacia delante, creyendo haber superado, las diferencias existentes en aquellos tiempos.
Basta cambiar de canal para salir de dudas, y observar como algunas parrillas televisivas polarizan a la sociedad con películas de la guerra civil, o con documentales anteriores a la Transición. Encender a la sociedad las luces de marcha atrás, en lugar de las luces largas, levanta cierta sospecha, y resulta cuanto menos pretencioso. Ha costado años, décadas, llegar hasta aquí. Para avanzar, no hace falta ir hacia atrás, sino encarar unidos los retos futuros más importantes que tiene la sociedad.
Poner a un enfermo de cáncer las escenas de su quimioterapia, y hacérselas revivir de nuevo, no es actuar de buena fe. El mejor favor que se le puede hacer a un enfermo, es ayudarle a sobrellevar su enfermedad, para que esta no la somatice. Por encima de las ideologías, están los principios democráticos. En aquella guerra no hubo vencedores. Todos los españoles fueron vencidos, porque en última instancia, nadie contó con su voto. No se trataba tanto de republicanos o de dictadores, sino de demócratas o no demócratas.
Los ciudadanos han sabido ir siempre por delante de la sociedad que creía representarles. Son tiempos de reconciliación, pero existe otro separatismo endémico dentro de la sociedad española. ¿Con qué derecho moral se puede exigir a una región del Estado, que no se separe de España, cuando desde determinados sectores de la misma, se incita a la confrontación y al separatismo entre los españoles?
Separar y romper, es más fácil que unir y pegar. La democracia resentida y revanchista no es sana. Faltan veinte años escasos, para que se cumpla el centenario de aquella trágica fecha. ¿Nos habremos reconciliado para entonces los españoles...?
José Luis Meléndez. Madrid, 25 de julio del 2017
Fuente de la imagen: Flickr.com
Dice un dicho popular, que no hay mal que cien años dure. La dictadura duró cuarenta años. El pueblo español logró curarse de aquella larga y grave enfermedad social, inyectándose libertad, gracias al plasma de la democracia. Han transcurrido otros cuarenta años desde entonces. Algo no funciona bien, cuando determinados sectores de la sociedad, instalan sus espejos retrovisores a una sociedad que desde hace tiempo mira hacia delante, creyendo haber superado, las diferencias existentes en aquellos tiempos.
Basta cambiar de canal para salir de dudas, y observar como algunas parrillas televisivas polarizan a la sociedad con películas de la guerra civil, o con documentales anteriores a la Transición. Encender a la sociedad las luces de marcha atrás, en lugar de las luces largas, levanta cierta sospecha, y resulta cuanto menos pretencioso. Ha costado años, décadas, llegar hasta aquí. Para avanzar, no hace falta ir hacia atrás, sino encarar unidos los retos futuros más importantes que tiene la sociedad.
Poner a un enfermo de cáncer las escenas de su quimioterapia, y hacérselas revivir de nuevo, no es actuar de buena fe. El mejor favor que se le puede hacer a un enfermo, es ayudarle a sobrellevar su enfermedad, para que esta no la somatice. Por encima de las ideologías, están los principios democráticos. En aquella guerra no hubo vencedores. Todos los españoles fueron vencidos, porque en última instancia, nadie contó con su voto. No se trataba tanto de republicanos o de dictadores, sino de demócratas o no demócratas.
Los ciudadanos han sabido ir siempre por delante de la sociedad que creía representarles. Son tiempos de reconciliación, pero existe otro separatismo endémico dentro de la sociedad española. ¿Con qué derecho moral se puede exigir a una región del Estado, que no se separe de España, cuando desde determinados sectores de la misma, se incita a la confrontación y al separatismo entre los españoles?
Separar y romper, es más fácil que unir y pegar. La democracia resentida y revanchista no es sana. Faltan veinte años escasos, para que se cumpla el centenario de aquella trágica fecha. ¿Nos habremos reconciliado para entonces los españoles...?
José Luis Meléndez. Madrid, 25 de julio del 2017
Fuente de la imagen: Flickr.com
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