Nos han dado la fuerza necesaria para estar más unidos
Les conocemos bien. No creen en la democracia. Pretenden imponer a las sociedades civilizadas su estado autocrático. Algunos de sus Imanes, se aprovechan de la fe de sus súbditos para cometer sus crímenes, y acaban siendo sus primeras víctimas. No tienen escrúpulos ni sentimientos. Su corazón está tan adiestrado y radicalizado, que no encuentra espacio para el odio.
Los españoles hemos vivido de cerca durante décadas las amenazas, las extorsiones, y los tiros en la nuca de los terroristas. Al contrario que ellos, y a pesar de sus asesinatos, les dejamos vivir en una sociedad que no era digna de ellos. Les concedimos la oportunidad de rehabilitarse. Abusaron de nuestro Estado de derecho, y de los sentimientos de dolor, impotencia e indignación de sus víctimas, de sus amigos, y de sus familiares. Muchos de ellos viven hoy en cárceles españolas, y reclaman derechos que nunca podrán ejercer sus víctimas.
Hace unos días, el terrorismo yihadista, ha teñido de sangre las Ramblas de Barcelona, dejando más de una decena de muertos, heridos graves, y más de un centenar de personas, que han tenido que ser atendidas en hospitales. Han actuado una vez más sin cabeza y sin corazón. Dirigidos por el control remoto del fanatismo despiadado e irracional de sus líderes.
Han sido igual de cobardes que en anteriores ocasiones, y han cargado y se han ensañado con personas inocentes. No ha sido un ataque contra la coalición de países aliados que intervenían en Siria. Con una sola furgoneta, han atentado contra treinta y cuatro ciudades de países diferentes. Se han vuelto a equivocar en las formas y en el fondo. Porque cada vez están más solos. Los adiestradores del fanatismo les enseñan a despreciarse tanto a sí mismos, que llegan a autoinmolarse. Su falta de respeto hacia sí mismos, les incapacita para amar y respetar a los suyos.
Utilizan su falsa pseudoreligión y su yihad (guerra santa), para atentar contra los que no piensan como ellos, lo cual les impide encontrar la paz en su mente. El mundo sabe que esta masacre no ha sido obra del Islam, sino del integrismo resentido que no ha asumido su propia historia. No han podido cumplir ni cumplirán su objetivo. Porque aunque nos han herido el corazón y el alma, nos han dado la fuerza necesaria para abrazarnos (musulmanes y no musulmanes), y para acompañar a las víctimas y a sus allegados en el dolor, en un momento en el que los españoles necesitábamos más que nunca estar unidos.
Esperaban ver una ciudad caótica y un pueblo paralizado y acobardado por el miedo. No conocían la solidaridad ni la bondad del pueblo español. La de los comerciantes dando cobijo a los transeúntes anónimos. La de los taxistas desconectando sus taxímetros y ofreciendo su tiempo para transportar a las personas de forma gratuita. La de las Fuerzas de Seguridad y las Fuerzas Armadas (despreciadas por algunos sectores de la sociedad), defendiendo los derechos y la vida de los ciudadanos, y la democracia lejos de nuestras fronteras respectivamente.
Los europeos como ciudadanos civilizados seguirán defendiendo sus valores y su modelo avanzado de convivencia. Continuarán acogiendo a los refugiados y respetando los derechos humanos, mientras ellos escriben su propia historia. La democracia terminará venciendo al terrorismo. El mundo lo derrotará igual que lo hicieron los españoles hace años: unidos, de forma pacífica, con la palabra en la boca, y la ley en la mano.
En Homenaje a las víctimas.
José Luis Meléndez. Madrid, 19 de agosto del 2017
Fuente de la imagen: Flickr.com
Les conocemos bien. No creen en la democracia. Pretenden imponer a las sociedades civilizadas su estado autocrático. Algunos de sus Imanes, se aprovechan de la fe de sus súbditos para cometer sus crímenes, y acaban siendo sus primeras víctimas. No tienen escrúpulos ni sentimientos. Su corazón está tan adiestrado y radicalizado, que no encuentra espacio para el odio.
Los españoles hemos vivido de cerca durante décadas las amenazas, las extorsiones, y los tiros en la nuca de los terroristas. Al contrario que ellos, y a pesar de sus asesinatos, les dejamos vivir en una sociedad que no era digna de ellos. Les concedimos la oportunidad de rehabilitarse. Abusaron de nuestro Estado de derecho, y de los sentimientos de dolor, impotencia e indignación de sus víctimas, de sus amigos, y de sus familiares. Muchos de ellos viven hoy en cárceles españolas, y reclaman derechos que nunca podrán ejercer sus víctimas.
Hace unos días, el terrorismo yihadista, ha teñido de sangre las Ramblas de Barcelona, dejando más de una decena de muertos, heridos graves, y más de un centenar de personas, que han tenido que ser atendidas en hospitales. Han actuado una vez más sin cabeza y sin corazón. Dirigidos por el control remoto del fanatismo despiadado e irracional de sus líderes.
Han sido igual de cobardes que en anteriores ocasiones, y han cargado y se han ensañado con personas inocentes. No ha sido un ataque contra la coalición de países aliados que intervenían en Siria. Con una sola furgoneta, han atentado contra treinta y cuatro ciudades de países diferentes. Se han vuelto a equivocar en las formas y en el fondo. Porque cada vez están más solos. Los adiestradores del fanatismo les enseñan a despreciarse tanto a sí mismos, que llegan a autoinmolarse. Su falta de respeto hacia sí mismos, les incapacita para amar y respetar a los suyos.
Utilizan su falsa pseudoreligión y su yihad (guerra santa), para atentar contra los que no piensan como ellos, lo cual les impide encontrar la paz en su mente. El mundo sabe que esta masacre no ha sido obra del Islam, sino del integrismo resentido que no ha asumido su propia historia. No han podido cumplir ni cumplirán su objetivo. Porque aunque nos han herido el corazón y el alma, nos han dado la fuerza necesaria para abrazarnos (musulmanes y no musulmanes), y para acompañar a las víctimas y a sus allegados en el dolor, en un momento en el que los españoles necesitábamos más que nunca estar unidos.
Esperaban ver una ciudad caótica y un pueblo paralizado y acobardado por el miedo. No conocían la solidaridad ni la bondad del pueblo español. La de los comerciantes dando cobijo a los transeúntes anónimos. La de los taxistas desconectando sus taxímetros y ofreciendo su tiempo para transportar a las personas de forma gratuita. La de las Fuerzas de Seguridad y las Fuerzas Armadas (despreciadas por algunos sectores de la sociedad), defendiendo los derechos y la vida de los ciudadanos, y la democracia lejos de nuestras fronteras respectivamente.
Los europeos como ciudadanos civilizados seguirán defendiendo sus valores y su modelo avanzado de convivencia. Continuarán acogiendo a los refugiados y respetando los derechos humanos, mientras ellos escriben su propia historia. La democracia terminará venciendo al terrorismo. El mundo lo derrotará igual que lo hicieron los españoles hace años: unidos, de forma pacífica, con la palabra en la boca, y la ley en la mano.
En Homenaje a las víctimas.
José Luis Meléndez. Madrid, 19 de agosto del 2017
Fuente de la imagen: Flickr.com
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