Los ciudadanos tienen un grado de responsabilidad en las acciones que desarrollan a lo largo del día
José Esquinas, es un jubilado apasionado de su profesión. Durante tres décadas, este ingeniero agrónomo, ha ocupado puestos de responsabilidad en la FAO, organismo perteneciente a Naciones Unidas, encargado de dirigir las actividades internacionales, para erradicar el hambre en el mundo. Para alcanzar dicho objetivo, la organización, se encarga de dirigir las actividades internacionales encaminadas a erradicar el hambre, y por otro proporciona el conocimiento y la información necesaria para mejorar las actividades agrícolas, forestales y pesqueras, de aquellos países en vías de desarrollo, con el fin de asegurar una buena nutrición a todos.
El señor Esquinas, ha tenido la gentileza de aceptar la entrevista que RNE le ha propuesto el doce de mayo, realizada por el periodista Miguel Ángel Domínguez. El invitado ha aprovechado su paso por el programa, para entrar a fondo en sus intervenciones, y para exponer de una forma generalizada, el problema del hambre en el mundo.
Con objeto de hacer más cercana y comprensible su exposición al escuchante, don José, ha recurrido a la utilización de ejemplos gráficos, como el del agricultor, para denunciar públicamente operaciones especuladoras, como son las compras de materias primas a futuro, por parte de algunas entidades financieras. El agricultor antes de sembrar la cosecha, recibe la visita de un representante de una de estas entidades, y le propone la compra anticipada de la futura cosecha. Los agricultores (son muchos los visitados), aceptan la operación. Meses después, estos avisan al representante, para que pase a recoger la cosecha. La producción es almacenada y retenida con objeto de provocar una demanda y una subida de precio, lo cual impide a mucha gente acceder a los mismos. “Ya no importa tanto si el alimento alimenta, como si mueve dinero”, añade Esquinas. De esta forma, aclara, el problema no está en la producción (hay alimentos para todos), sino en la distribución, lo cual hace que una parte de los alimentos se pierdan por el camino, y no llegue a sus destinatarios.
Esta situación ha provocado que cada vez más países con terreno infértil, compren cosechas fuera de sus fronteras, para poder autoabastecer a su población. Una práctica a todas luces insolidaria, execrable e inmoral, que causa centenares de miles de muertes al año en el planeta. Una guerra mundial encubierta, cómplice y silenciada por buena parte de medios de comunicación, pertenecientes al mundo desarrollado, más centrados en titulares de ámbito doméstico, y de naturaleza más light. Unos datos y una realidad alejada de las encuestas de los CIS (Centros de Investigación Sociológicos) mundiales, los cuales siguen centrando su atención, en el grado de confianza de los ciudadanos con su propia economía, en lugar de considerar el grado de compromiso humanitario, que unas naciones con respecto a otras. Un dato que deja meridianamente claro, la falta de interés de los líderes mundiales, a la hora de atajar este crimen contra la humanidad, término que utiliza José Esquinas, a la hora de poner nombre a esta inhumana violación de derechos humanos. Una postura muy alejada del realismo y del compromiso ético del Presidente Kennedy, cuando ya en los años sesenta, afirmó que el planeta poseía suficientes recursos naturales, para alimentar a todos sus habitantes, en apenas una generación (diez años).
Para atajar este problema, José Esquinas, propone un cambio de actitud a la sociedad. “La compra es un acto político”, dice. Porque nuestra forma de comprar, condiciona un determinado tipo de demanda en los productos que consumimos: sus ingredientes, su tipo de envasado, su respeto con el medio ambiente, etc. No solo los políticos. Los ciudadanos tienen un grado de responsabilidad en las acciones que desarrollan a lo largo del día. Cada gesto tiene sus consecuencias. Se trata de aprovechar la información de la que dispone cada consumidor potencial, para que por medio de esta acción, el individuo se beneficie a sí mismo, y a los demás. Que compre de una manera justa y solidaria, con el fin de combatir esta crisis de valores.
“Todos somos pasajeros de la misma nave. Si un día esta se hunde, nos hundiremos, o nos salvaremos todos”. Por este motivo Encinas propone transformar nuestro carro de la compra, en un “carro de combate”. Solo así podremos llevar a cabo una revolución encaminada a erradicar el hambre en el mundo.
José Luis Meléndez. Madrid, 14 de mayo del 2017.
Fuente de la imagen: Flickr.com
José Esquinas, es un jubilado apasionado de su profesión. Durante tres décadas, este ingeniero agrónomo, ha ocupado puestos de responsabilidad en la FAO, organismo perteneciente a Naciones Unidas, encargado de dirigir las actividades internacionales, para erradicar el hambre en el mundo. Para alcanzar dicho objetivo, la organización, se encarga de dirigir las actividades internacionales encaminadas a erradicar el hambre, y por otro proporciona el conocimiento y la información necesaria para mejorar las actividades agrícolas, forestales y pesqueras, de aquellos países en vías de desarrollo, con el fin de asegurar una buena nutrición a todos.
El señor Esquinas, ha tenido la gentileza de aceptar la entrevista que RNE le ha propuesto el doce de mayo, realizada por el periodista Miguel Ángel Domínguez. El invitado ha aprovechado su paso por el programa, para entrar a fondo en sus intervenciones, y para exponer de una forma generalizada, el problema del hambre en el mundo.
Con objeto de hacer más cercana y comprensible su exposición al escuchante, don José, ha recurrido a la utilización de ejemplos gráficos, como el del agricultor, para denunciar públicamente operaciones especuladoras, como son las compras de materias primas a futuro, por parte de algunas entidades financieras. El agricultor antes de sembrar la cosecha, recibe la visita de un representante de una de estas entidades, y le propone la compra anticipada de la futura cosecha. Los agricultores (son muchos los visitados), aceptan la operación. Meses después, estos avisan al representante, para que pase a recoger la cosecha. La producción es almacenada y retenida con objeto de provocar una demanda y una subida de precio, lo cual impide a mucha gente acceder a los mismos. “Ya no importa tanto si el alimento alimenta, como si mueve dinero”, añade Esquinas. De esta forma, aclara, el problema no está en la producción (hay alimentos para todos), sino en la distribución, lo cual hace que una parte de los alimentos se pierdan por el camino, y no llegue a sus destinatarios.
Esta situación ha provocado que cada vez más países con terreno infértil, compren cosechas fuera de sus fronteras, para poder autoabastecer a su población. Una práctica a todas luces insolidaria, execrable e inmoral, que causa centenares de miles de muertes al año en el planeta. Una guerra mundial encubierta, cómplice y silenciada por buena parte de medios de comunicación, pertenecientes al mundo desarrollado, más centrados en titulares de ámbito doméstico, y de naturaleza más light. Unos datos y una realidad alejada de las encuestas de los CIS (Centros de Investigación Sociológicos) mundiales, los cuales siguen centrando su atención, en el grado de confianza de los ciudadanos con su propia economía, en lugar de considerar el grado de compromiso humanitario, que unas naciones con respecto a otras. Un dato que deja meridianamente claro, la falta de interés de los líderes mundiales, a la hora de atajar este crimen contra la humanidad, término que utiliza José Esquinas, a la hora de poner nombre a esta inhumana violación de derechos humanos. Una postura muy alejada del realismo y del compromiso ético del Presidente Kennedy, cuando ya en los años sesenta, afirmó que el planeta poseía suficientes recursos naturales, para alimentar a todos sus habitantes, en apenas una generación (diez años).
Para atajar este problema, José Esquinas, propone un cambio de actitud a la sociedad. “La compra es un acto político”, dice. Porque nuestra forma de comprar, condiciona un determinado tipo de demanda en los productos que consumimos: sus ingredientes, su tipo de envasado, su respeto con el medio ambiente, etc. No solo los políticos. Los ciudadanos tienen un grado de responsabilidad en las acciones que desarrollan a lo largo del día. Cada gesto tiene sus consecuencias. Se trata de aprovechar la información de la que dispone cada consumidor potencial, para que por medio de esta acción, el individuo se beneficie a sí mismo, y a los demás. Que compre de una manera justa y solidaria, con el fin de combatir esta crisis de valores.
“Todos somos pasajeros de la misma nave. Si un día esta se hunde, nos hundiremos, o nos salvaremos todos”. Por este motivo Encinas propone transformar nuestro carro de la compra, en un “carro de combate”. Solo así podremos llevar a cabo una revolución encaminada a erradicar el hambre en el mundo.
José Luis Meléndez. Madrid, 14 de mayo del 2017.
Fuente de la imagen: Flickr.com
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