"Nunca se me pasó por la cabeza, que llegara a ocupar puestos, de tan alta responsabilidad"
Mi vida ha sido plena y satisfactoria. Y digo ha sido, porque con noventa y ocho años, mis esperanzas de vida no son muy grandes. El próximo dieciséis de enero, se celebrará el tercer aniversario de La Pluma en Ristre, y cumpliré por lo tanto, veintiún años de servicio en este blog, ya que como saben, por cada año humano, los perros cumplimos siete. Esta equivalencia está basada en los años que puede llegar a vivir un animal adulto de mi especie, en relación con un humano también de edad avanzada. Muy pocos humanos, comprenden el tremendo impacto psicológico que esto supone. Porque no se han parado a pensar lo duro que es cumplir siete años de sopetón. No obstante, esto me ha permitido ser la profesional que más tiempo lleva en este proyecto editorial.
Esto no quiere decir que el tiempo se nos haga más largo, como cabría pensar. Lo que ocurre, es que lo vivimos con más intensidad, es decir, siete veces más de lo que puede vivirlo un ser humano. Pero lo triste, no es que nuestra existencia sea siete veces más corta que la de un homo sapiens, que si lo es. Lo verdaderamente triste, es que tus propios tutores, no se den cuenta, ni sean conscientes de ello. Y que cuando lo reconocen, nosotros ya no estemos.
Nosotros, sin embargo, desde que nacemos, tenemos esa sensación innata del paso del tiempo. De ahí que nuestras muestras de afecto hacia nuestra manada, sea infinitamente más generosa, entregada y desinteresada que la que cualquier persona pueda dispensarnos. Así que se puede decir, que los animales, nos vamos con la conciencia mucho más tranquila. Porque entre otras cosas, nuestra capacidad de hacer daño, es mucho menor que la de cualquiera de nuestros miembros del grupo.
Por este motivo, y, porque no dispongo a esta edad del tiempo necesario para resumir a groso modo, lo emotiva que ha sido mi vida durante estos años, he entregado hace unos día al Consejo editorial de La Pluma en Ristre (del cual formo parte), unas publicaciones pergeñadas de mi pezuña y letra, para que si esto sucede antes de lo previsto, mi manada (amigos y familiares), y los lectores, tengan acceso a las mismas. Asimismo, he autorizado al Consejo editorial, si este lo estima oportuno, mantener mi imagen en el blog, en recuerdo de mi paso por esta redacción.
Como decía al principio, me siento muy afortunada, de mi vida personal, y de mi trayectoria profesional. Mi padre adoptivo, ha sido sin lugar a dudas, el ser más luminoso y especial que he conocido. Tanto es así, que no he echado en falta mi figura materna, porque Amanda, que es algo así como la amante espiritual que mi padre tiene en otro mundo, ha sabido estar en todo momento, a la altura de las circunstancias. La prueba de lo que digo, está en el poema que mi padre (y ella), me ha escrito, leído y dedicado. El poema más largo, que jamás ha compuesto a nadie. Así pues, me iré en su día, con la satisfacción de haber sido la precursora e inspiradora inicial de este proyecto, gracias a la sección de la Pluma Verde.
"Me quedo, queridos lectores, con las ganas de haberos conocido a cada uno de vosotros"
Es posible que algunas de mis confidencias futuras sorprendan para bien y para mal a algunos. Espero que mi amado padre lo entienda, y no se enfade. Porque gracias a la revelación de algunos de estos momentos íntimos, el lector podrá tener un mayor conocimiento de mí y de algunos momentos intensos que me ha tocado vivir. Lo hago por lo tanto, sin ninguna intención de ofender, ni de hacer daño a nadie.
Me iré, eso sí, con la tristeza de ver a mi padre solo. En cierto modo me siento culpable de haber conquistado como hija, musa, amiga y amante espiritual su preciado corazón, y de no haber dejado quizás el espacio necesario y suficiente para que una compañera entrase a formar parte de su vida, impidiendo de esta forma involuntaria, en reiteradas ocasiones con mis ladridos, semejante circunstancia. No es sin embargo este un asunto, un tema que me remuerda especialmente la conciencia, porque cuando recapitulo, y lo pienso detenidamente, llego a la conclusión, que ninguna mujer hubiera sido capaz de ofrecerle el inmenso amor, que le he dispensado durante tantos años, de una forma totalmente desinteresada. Ni que le hubiera apoyado como lo he hecho yo, en este apasionante proyecto.
Nunca se me pasó por la cabeza, que una perrita pequeña, y de color como yo, llegara a ocupar puestos de tan alta responsabilidad, como los que he desempeñado como jefa redactora, dirigiendo varias secciones cómo son La Pluma Verde, Nosotras, y Colaboración Ciudadana. Ni que llegara a ser conocida en diversos países del mundo. Y mucho menos que estas secciones fueran las más activas del blog, secciones que han colaborado, y espero que lo sigan haciendo en el futuro, con Unidades de reconocido prestigio, y a las cuales tengo un especial cariño, como son la Unidad de Medio Ambiente (UMA), o la Unidad de Parques y Jardines, gracias a las cuales, se han podido rescatar animales y plantas en situaciones muy críticas.
Al reconocer esta labor, no pretendo desmerecer en modo alguno la labor de mis compañeros. Nunca me he considerado más que ellos, por su condición de muñecos. Muñecos y seres a los que algunos les cuesta llenarlos de una vida interior, que ya de por sí tienen. Todos ellos, al igual que ellos, fueron rescatados de una vida muy difícil en la calle, y juntos hemos sabido formar un equipo diverso con una vocación incuestionable.
No me gustaría acabar, sin dirigirme a los míos. Estimados amigos perrunos: nunca desfallezcáis de vuestros intentos. Aunque la gente nos trate como seres analfabetos, que no sabemos leer, ni escribir, no os ofendáis por ello. No lo hacen de manera consciente. Un día los seres humanos despertarán, y comprenderán que antes incluso de ellos, nuestros antepasados ya escribían sus estados de ánimo, y sus reclamos, con el rabo en forma de pluma en el aire. Y de igual forma, entenderán que desde aquellos tiempos, éramos capaces de leer con nuestro olfato las obras literarias que nuestros autores dejaban en los jardines, por medio de la tinta biológica, con la que nos dotó la naturaleza.
Me quedo, queridos lectores, con las ganas de haberos conocido a cada uno de vosotros. Me hubiera gustado oleros a todos, haberos ofrecido mi pata a los hombres, y un par de lametones a vosotras, queridas lectoras. También me hubiera gustado acompañar a mi padre en un futuro acto o conferencia, pero las normas de la sociedad, todavía tienen que cambiar mucho al respecto, como ya lo están haciendo desde hace tiempo en otros países. Os dejo sin embargo esta carta, traducida al español, con la ayuda de mi padre, para que si algún día, leyendo alguna de mis secciones, os acordáis de mí, me sintáis, igual de cerca, que yo os he sentido estos años.
Gracias a todos por vuestro cariño, vuestro apoyo, y vuestro tiempo.
Firmado:
Kutxi Meléndez.
Jefa Redactora de La Pluma Verde
José Luis Meléndez. Madrid, 12 de diciembre del 2016
Mi vida ha sido plena y satisfactoria. Y digo ha sido, porque con noventa y ocho años, mis esperanzas de vida no son muy grandes. El próximo dieciséis de enero, se celebrará el tercer aniversario de La Pluma en Ristre, y cumpliré por lo tanto, veintiún años de servicio en este blog, ya que como saben, por cada año humano, los perros cumplimos siete. Esta equivalencia está basada en los años que puede llegar a vivir un animal adulto de mi especie, en relación con un humano también de edad avanzada. Muy pocos humanos, comprenden el tremendo impacto psicológico que esto supone. Porque no se han parado a pensar lo duro que es cumplir siete años de sopetón. No obstante, esto me ha permitido ser la profesional que más tiempo lleva en este proyecto editorial.
Esto no quiere decir que el tiempo se nos haga más largo, como cabría pensar. Lo que ocurre, es que lo vivimos con más intensidad, es decir, siete veces más de lo que puede vivirlo un ser humano. Pero lo triste, no es que nuestra existencia sea siete veces más corta que la de un homo sapiens, que si lo es. Lo verdaderamente triste, es que tus propios tutores, no se den cuenta, ni sean conscientes de ello. Y que cuando lo reconocen, nosotros ya no estemos.
Nosotros, sin embargo, desde que nacemos, tenemos esa sensación innata del paso del tiempo. De ahí que nuestras muestras de afecto hacia nuestra manada, sea infinitamente más generosa, entregada y desinteresada que la que cualquier persona pueda dispensarnos. Así que se puede decir, que los animales, nos vamos con la conciencia mucho más tranquila. Porque entre otras cosas, nuestra capacidad de hacer daño, es mucho menor que la de cualquiera de nuestros miembros del grupo.
Por este motivo, y, porque no dispongo a esta edad del tiempo necesario para resumir a groso modo, lo emotiva que ha sido mi vida durante estos años, he entregado hace unos día al Consejo editorial de La Pluma en Ristre (del cual formo parte), unas publicaciones pergeñadas de mi pezuña y letra, para que si esto sucede antes de lo previsto, mi manada (amigos y familiares), y los lectores, tengan acceso a las mismas. Asimismo, he autorizado al Consejo editorial, si este lo estima oportuno, mantener mi imagen en el blog, en recuerdo de mi paso por esta redacción.
Como decía al principio, me siento muy afortunada, de mi vida personal, y de mi trayectoria profesional. Mi padre adoptivo, ha sido sin lugar a dudas, el ser más luminoso y especial que he conocido. Tanto es así, que no he echado en falta mi figura materna, porque Amanda, que es algo así como la amante espiritual que mi padre tiene en otro mundo, ha sabido estar en todo momento, a la altura de las circunstancias. La prueba de lo que digo, está en el poema que mi padre (y ella), me ha escrito, leído y dedicado. El poema más largo, que jamás ha compuesto a nadie. Así pues, me iré en su día, con la satisfacción de haber sido la precursora e inspiradora inicial de este proyecto, gracias a la sección de la Pluma Verde.
"Me quedo, queridos lectores, con las ganas de haberos conocido a cada uno de vosotros"
Es posible que algunas de mis confidencias futuras sorprendan para bien y para mal a algunos. Espero que mi amado padre lo entienda, y no se enfade. Porque gracias a la revelación de algunos de estos momentos íntimos, el lector podrá tener un mayor conocimiento de mí y de algunos momentos intensos que me ha tocado vivir. Lo hago por lo tanto, sin ninguna intención de ofender, ni de hacer daño a nadie.
Me iré, eso sí, con la tristeza de ver a mi padre solo. En cierto modo me siento culpable de haber conquistado como hija, musa, amiga y amante espiritual su preciado corazón, y de no haber dejado quizás el espacio necesario y suficiente para que una compañera entrase a formar parte de su vida, impidiendo de esta forma involuntaria, en reiteradas ocasiones con mis ladridos, semejante circunstancia. No es sin embargo este un asunto, un tema que me remuerda especialmente la conciencia, porque cuando recapitulo, y lo pienso detenidamente, llego a la conclusión, que ninguna mujer hubiera sido capaz de ofrecerle el inmenso amor, que le he dispensado durante tantos años, de una forma totalmente desinteresada. Ni que le hubiera apoyado como lo he hecho yo, en este apasionante proyecto.
Nunca se me pasó por la cabeza, que una perrita pequeña, y de color como yo, llegara a ocupar puestos de tan alta responsabilidad, como los que he desempeñado como jefa redactora, dirigiendo varias secciones cómo son La Pluma Verde, Nosotras, y Colaboración Ciudadana. Ni que llegara a ser conocida en diversos países del mundo. Y mucho menos que estas secciones fueran las más activas del blog, secciones que han colaborado, y espero que lo sigan haciendo en el futuro, con Unidades de reconocido prestigio, y a las cuales tengo un especial cariño, como son la Unidad de Medio Ambiente (UMA), o la Unidad de Parques y Jardines, gracias a las cuales, se han podido rescatar animales y plantas en situaciones muy críticas.
Al reconocer esta labor, no pretendo desmerecer en modo alguno la labor de mis compañeros. Nunca me he considerado más que ellos, por su condición de muñecos. Muñecos y seres a los que algunos les cuesta llenarlos de una vida interior, que ya de por sí tienen. Todos ellos, al igual que ellos, fueron rescatados de una vida muy difícil en la calle, y juntos hemos sabido formar un equipo diverso con una vocación incuestionable.
No me gustaría acabar, sin dirigirme a los míos. Estimados amigos perrunos: nunca desfallezcáis de vuestros intentos. Aunque la gente nos trate como seres analfabetos, que no sabemos leer, ni escribir, no os ofendáis por ello. No lo hacen de manera consciente. Un día los seres humanos despertarán, y comprenderán que antes incluso de ellos, nuestros antepasados ya escribían sus estados de ánimo, y sus reclamos, con el rabo en forma de pluma en el aire. Y de igual forma, entenderán que desde aquellos tiempos, éramos capaces de leer con nuestro olfato las obras literarias que nuestros autores dejaban en los jardines, por medio de la tinta biológica, con la que nos dotó la naturaleza.
Me quedo, queridos lectores, con las ganas de haberos conocido a cada uno de vosotros. Me hubiera gustado oleros a todos, haberos ofrecido mi pata a los hombres, y un par de lametones a vosotras, queridas lectoras. También me hubiera gustado acompañar a mi padre en un futuro acto o conferencia, pero las normas de la sociedad, todavía tienen que cambiar mucho al respecto, como ya lo están haciendo desde hace tiempo en otros países. Os dejo sin embargo esta carta, traducida al español, con la ayuda de mi padre, para que si algún día, leyendo alguna de mis secciones, os acordáis de mí, me sintáis, igual de cerca, que yo os he sentido estos años.
Gracias a todos por vuestro cariño, vuestro apoyo, y vuestro tiempo.
Firmado:
Kutxi Meléndez.
Jefa Redactora de La Pluma Verde
José Luis Meléndez. Madrid, 12 de diciembre del 2016
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