Traductor

29 de marzo de 2016

Caricatura

Esta caricatura la pintó con lápiz en los años ochenta, un compañero llamado Javier, y está realizada en las dependencias de la Jefatura de Helicópteros del Ejército de Tierra, situada entonces en el interior del Cuartel General del Ejército en Madrid, ubicado en la Plaza de Cibeles. Al artista le bastó con media hora para realizar esta obra. Solía firmar sus caricaturas de una forma muy original, como se ve en la lámina, con su nombre, un charco, y un periscopio (pulsar la imagen para verla ampliada).

Me costó insistir para que me la hiciera, pero las hacía tan bien que no quise irme sin ese recuerdo tan original y a la vez personal. En primer lugar se la hizo a otros dos compañeros. Uno de ellos, tenía un poco de chepa, y le caracterizó tendido de una cuerda con dos pinzas de la ropa, como si fuera una prenda. Tenía una capacidad de captación muy rápida, y en sus caricaturas siempre dejaba un toque de humor. Una vez que aceptó, me dijo que me sentara, y después de examinar mi fisionomía, me dijo que prefería sacarme de perfil. A continuación, durante cinco minutos escasos hizo delante de mí un perfil general, y al cabo de los pocos minutos, me dijo que me fuera, que ya me avisaría.


Entretanto se oía a los oficiales y altos mandos, reírse, mientras le decían a Javier: "ese es Meléndez, ¿no?, ja,ja,ja". ¡Qué momentos de intriga y a la vez de emoción! Cuando la vi me encantó. En la imagen aparezco haciendo señales de humo, ya que estaba destinado en el departamento de transmisiones de dicha unidad. Javier puso como única condición que una vez realizada la obra, la colgase en mi cuarto. No solo la tengo desde entonces colgada, sino que hoy tengo la enorme satisfacción de exponer su obra en este blog, para dar a conocer el talento que tenía entonces.

José Luis Meléndez. Madrid, 29 de marzo del 2016

Cuadros

Antes de escribir, La Pluma pintaba. Reproducciones de óleos, hechas a los diez años:

La imagen de esta pintura payaso,es una reproducción a gran escala realizada en los años setenta, de forma manual con el pincel y el dedo.

El original de este cuadro, también es ligeramente más pequeño,como se puede observar en la imagen de abajo

Esta es la imagen original del cuadro.












José Luis Meléndez. Madrid, 29 de marzo del 2016.

27 de marzo de 2016

La Pluma Verde denuncia


Los agentes han hecho acto de fe, y se han ido sin poder entrar sin autorización judicial, ni ver el estado de los animales

Esta mañana a las 10:40 horas, La Pluma en Ristre, ha denunciado ante la Policía Nacional, a través del teléfono 091, un posible caso de maltrato animal. Al pasar por un garaje sito en la calle Madre de Dios, número 22, he oído el lamento de un animal. La primera llamada que he realizado, quiero pensar que se ha cortado, ya que no he llegado a oír a nadie, antes de que sonaran los pitidos intermitentes y característicos de una llamada colgada. Al principio de la conversación, en mi segunda llamada telefónica, me han dicho que tenía que llamar a la UMA (Unidad de Medio ambiente) del Ayuntamiento de Madrid. En ese momento le he preguntado al agente para qué publican entonces pancartas en Twitter, animando a que la gente denuncie posibles casos de maltrato animal a través del teléfono 091.

A continuación han procedido a tomar nota de la denuncia. La Pluma en Ristre se ha identificado y presentado como un blog solidario fiel colaborador de la UMA. La Policía se ha personado en el lugar de los hechos, y me han llamado de la central, para informarme que los agentes ya habían llegado. Yo estaba en casa, desde donde he cursado la denuncia. No he querido llamar a la puerta de la casa, para que la policía les cogiese infraganti. Los agentes han quedado en llamarme.

A las 13:40h, como no llamaban, he vuelto a ponerme en contacto interesándome por el caso. Me han tomado nota, y me han llamado a los diez minutos, para decirme que el caso estaba cerrado. Los agentes han preguntado a los vecinos, y les han dicho que "los" animales (una media docena) estaban bien (sic). Los agentes han hecho acto de fe, y se han ido sin poder entrar sin autorización judicial, ni ver el estado de los animales.

A continuación, he manifestado al Cuerpo, la pésima gestión del caso, al proceder al cierre del mismo. El agente me ha dicho que aunque esté cerrado el servicio, esto no quiere decir que esté cerrado el caso. Le he dicho al agente que he tenido animales toda mi vida, y sé que los lamentos de los animales eran de angustia.

Me han dicho que en los próximos días seguirán el caso, ante lo cual les he dicho que es un caso evidente de abandono, y con testigos. Y que cuando lleguen los dueños, ya será tarde, los animales ya tendrán comida, y estarán en mejores condiciones, y todo el esfuerzo no habrá servido para nada.

La Policía debería reportar estos casos a los políticos, para que éstos promulguen de una vez por todas, La Ley Nacional de Protección Animal

Entiendo a la Policía que está atada de manos, pero esta pasividad es degradante. Nunca se me olvidarán los gemidos de los perros. No podemos callarnos. La Policía debería reportar estos casos a los políticos, para que estos elaboren de una vez por todas la Ley Nacional de Protección animal. Estoy seguro que ellos también lo han pasado mal, y que nos entienden como ciudadanos.

Siento como ciudadano español una enorme impotencia, y una gran vergüenza ajena ante la poca sensibilidad de las autoridades públicas que dicen representarnos, en la gestión de estos casos de maltrato animal, que junto con las plantas, son en definitiva, los seres más sensibles y peor tratados de la sociedad. A pesar de haber ofrecido mi colaboración como testigo, me pregunto qué validez tiene esta denuncia, si la sociedad no está preparada para gestionarla.

En mi vida llegué a pensar que una visita de control y protocolaria, sería más que suficiente para convertirse en una terrible pesadilla. ¡Muchas gracias!, en nombre de todos, incluidas las de los perros que continúan encerrados durante no se sabe cuántos días, en esas pésimas condiciones. No me digan que no son más agradecidos y solidarios que nosotros. ¡Misión cumplida! Ya ha pasado todo. Ahora todos tranquilos. Y si es posible con Dios.

La Pluma Verde, entretanto, seguirá preguntándose cómo es posible que la Administración mire hacia otro lado, consienta estos casos, y que un Cuerpo de ámbito nacional, como es el de la Policía Nacional, no cuente con una unidad especializada en estos casos, como la Policía Municipal con la UMA, o la Guardia Civil, a través del SEPRONA. Ni con los recursos necesarios como es el de acceder a los datos del propietario de dicha vivienda, para hacerle venir de inmediato, y poner todos y cada uno de los animales a disposición de una protectora animal, que es donde en resumidas cuentas, tendrían que estar esas criaturas.

No toda la responsabilidad es externa. No se puede caer en la excusa barata del victimísmo. El Cuerpo debería de preguntarse si realmente está satisfaciendo todas las necesidades de la sociedad. Ser un poco más independiente, responsable y sensible, como las demás fuerzas de seguridad ante estos casos.

José Luis Meléndez. Madrid, 27 de Marzo del 2016

Fuente de la imagen: pacma.es

21 de marzo de 2016

Cartas al viento

Entonces estábamos más unidos y mejor cosidos que ahora

Agradezco, y en cierto modo me alivia, que no me hayan invitado al Mobile World Congress, que ha tenido lugar estos días en la ciudad de Barcelona. La razón no es otra que considero una esquizofrénica contradicción que estemos en la era de las comunicaciones, y que leamos, hablemos y nos escribamos menos que antes entre nosotros.

Si bien es cierto que estamos más conectados, no es menos evidente que también estamos menos y peor comunicados que antaño. Eso ya no hay nadie que lo dude. Por este motivo, he preferido quedarme en casa, y recordar aquella época en la que la escritura caligráfica, ese perfecto electrocardioencefalograma, nos unía más a las personas que ahora. Entonces tejíamos nuestras relaciones como una araña, con la hebra de los renglones que salían de nuestro interior, y estábamos más unidos y mejor cosidos que ahora.

Entonces los antiguos amantes sabían esperarse y soñar. La distancia les daba la capacidad de reconocer, y de afianzar sus sentimientos, en lugar de anteponer y priorizar las relaciones sexuales como hoy en día ocurre. Recuerdo bien aquellos tiempos en los era más importante el camino, que el polvo seco y árido que ofrece la senda de esos stands. ¿No es acaso un poco triste que un joven de hoy en día se case, sin haber escrito una carta de amor?

Escribir en aquella época, era algo más romántico y artesanal que mecanografiar una carta, ante la frialdad de una pantalla y el teclado de un ordenador. La correspondencia, esa bonita palabra y ese preciado valor, no coartaba nuestro tiempo y nuestra capacidad de expresión con vídeos, memes, ni pancartas. Entonces las cartas no viajaban por medio del cable, sino a través de distintas manos o personas, países, y medios de transporte.

¡Cuánta energía puesta para que la misiva llegase a su destino!, en aquellos tiempos en los que los ciudadanos se acercaban alegres al ver al cartero, en lugar de rehuirle y degradarle, desde que la tecnología entró en nuestros hogares, y el correo electrónico alejó su amable persona, y su agradable trato de nuestro contacto y de nuestros buzones.

Recibir una carta nos obligaba a buscar un momento propicio, una mesa y unas cuartillas, para celebrar este misterioso y sagrado ritual que es la escritura en el altar de nuestro escritorio. Jamás cambiaría el escritorio de mi cuarto, por el de un ordenador, ni la ilusión que daba el recibir una carta en lugar de un correo electrónico. A una carta se la podía palpar con los cinco sentidos. Se podía saborear interiormente su contenido, sentir la textura de su papel, incluso oler el perfume de su destinatario, mientras se veía su caligrafía y se escuchaba el corte del sobre, o el doblez de la cuartilla.

Nunca entenderé porqué los mayores nos enseñaron a escribir para pedir algo a los Reyes Magos, en lugar compartir y de fomentar la unión con los demás familiares y amigos. Los Reyes magos de esta forma (que contradicción), nos quitaron la magia de la escritura, que más tarde recuperamos cuando nuestros sentimientos amorosos, se despertaron con los primeros versos íntimos de la adolescencia. Una carta, además de ser personal, poseía un valioso significado. A través de ella podíamos intuir por el tipo de letra, el nivel cultural de la otra persona. Si era una persona ordenada, por la disposición del texto en el folio, limpia, e incluso despistada por la ausencia de tildes.

Sin embargo, lo cierto es hoy en día el correo electrónico lo utilizamos más con fines comerciales, y cuando nos dirigirnos a un amigo o a un ser querido, ya no le dedicamos el mismo espacio, el mismo tiempo y las mismas energías. Ni nos abrimos interiormente como lo hacíamos antes. Es como si nosotros mismos de manera inconsciente reconociéramos que esa no es nuestra letra, que es la letra fría y tipográfica de un ordenador, de una máquina.

Una carta de amor escrita y enviada por ordenador no tiene la credibilidad y la autenticidad de una carta manuscrita entregada en mano y leída por tu chico o tu chica al calor del fuego. Lo siento, pero tampoco cambiaría el restringido espacio de un tweet, de un mensaje de texto, o de un whatsapp, por el de una postal manuscrita.

La carta y la correspondencia daban tiempo a que las relaciones se fraguasen como en la buena cocina, a fuego lento, y a la vez fomentaba valores como la paciencia, la perseverancia, la reflexión. Entonces la escritura nos permitía analizar nuestros sentimientos, y estar más seguros de ellos. Y quizás sea esta una de las razones, por la cual, las parejas de antes se querían y duraban más.

Hoy por el contrario la inmediatez de las comunicaciones no nos proporcionan el tiempo necesario y suficiente para que germinen y fructifiquen nuestras relaciones. Ni a que nuestras emociones se transformen como antaño, en nobles sentimientos. Por todo ello, me resisto a abandonar mi folio, mis útiles de escritura, y mi escritorio. A dejar de pasear, de sellar, y de entregar a mis lectores en el buzón de La Pluma en Ristre, estas cartas entregadas al viento.

José Luis Meléndez. Madrid, 19 de Marzo del 2016

14 de marzo de 2016

Tortura vegetal

¿A qué esperan las autoridades para terminar con esta tortura y dar autorización de riego, durante algunas horas y/o días?

Esta foto está sacada el día dos de septiembre del dos mil quince a las nueve cuarenta y cinco horas de la mañana, mientras paseo con mi mascota por el Barrio de Manoteras, perteneciente al distrito de Hortaleza de Madrid. Es la imagen de un jardín público, perteneciente a un bloque de edificios. El Ayuntamiento planta especies, pero no las cuida. En la foto podemos ver la imagen de dos palmeras (árboles muy resistentes al calor), arqueadas por su debilidad. El Consistorio no riega los jardines públicos pertenecientes a ningún bloque del barrio. Y los vecinos, tampoco se dignan a enchufar una mísera manguera a la boca de riego, o a echar algún cubo de agua, a las plantas que más sufren. Prefieren ver esta lamentable imagen, todos los días, antes de entrar en sus respectivas viviendas. El muro que se ve en la foto, a un escaso metro, forma parte del bloque de vecinos. ¿Alguien se imagina una muerte de estas características, o los estados anímicos por los que han pasado estas plantas? Pues así somos. Esto tiene una palabra, aunque muchos se avergüencen de escucharla: se llama tor-tu-ra.

"¿Cómo nos habéis dejado caer tan bajo?" ¿Tanto nos estamos degradando como especie?

En la siguiente foto se pueden ver las mismas palmeras dos meses después. Se han erguido ellas mismas con el poco agua de lluvia que ha caído. Ha sido la madre naturaleza la que ha salvado de morir a estas plantas, que curiosamente, se han inclinado y erguido al unísono, en una perfecta sincronización en el espacio y en el tiempo, como si estuvieran tan unidas, que una entregase a la otra todas sus energías.
El mismo día dos, tuve ocasión de abordar y charlar con algún vecino del bloque, al cual pertenecen estas palmeras, plantadas en un jardín público. Los vecinos no riegan, a pesar de que la comunidad dispone de manguera para regar, porque en alguna ocasión, ha pasado la policía municipal, y ha llamado la atención a algún vecino por regar, quizás alertados por algún que otro vecino (nunca llueve a gusto de todos), alérgico al riego, que ha denunciado a otro vecino por hacer una obra a la comunidad a la que pertenece. ¿Para qué están entonces las bocas de riego?, nos preguntamos.

Cuando antes eran propietarios los vecinos de dichos jardines (soy testigo presencial desde hace 52 años que resido en el barrio), los vecinos los regaban y cuidaban. Eran recintos enmarcados de aligustres. El Ayuntamiento expropió a los vecinos estos recintos, y desde entonces ya vemos con que imágenes deleita el Consistorio no solo a los inquilinos del bloque, sino a todos los vecinos del barrio, y del distrito de Hortaleza.

Estas, no son las únicas plantas afectadas. Afectan a todos, repito: a todos los jardines públicos pertenecientes a los bloques del barrio de Manoteras, y del distrito. Lo realmente significativo es que se prefiera señalar en verano a los pirómanos, cuando a diferencia de los incendios, dentro de las ciudades hay otros responsables, y se sabe muy bien donde están. ¿Tan difícil es habilitar dos franjas legales de riego, una por la mañana y otra por la tarde, para que los vecinos puedan regar en los meses cada vez más calurosos del verano? ¿Cuántas imágenes más como estas necesitamos los vecinos para despertar y reaccionar?

Si no queremos boinas negras en la ciudad, sería bueno recordar que ésta no se quita solo con las restricciones de tráfico, sino con el necesario y correcto mantenimiento de las áreas ajardinadas. Las plantas son las que limpian el aire, y nosotros los que lo ensuciamos. Esa es una de los muchos distingos, de los cuales nos diferenciamos la especie humana de la vegetal. Y esto es muy, pero que muy preocupante, en pleno siglo XXI. Si uno intentara descifrar e interpretar el mensaje de este acto prodigioso, podría escuchar visualmente las siguientes palabras: "¿Cómo nos habéis dejado caer tan bajo?". He aquí una lección inolvidable. Lo cual nos lleva a preguntarnos: ¿Tanto nos estamos degradando como especie?

PD:
Arriba foto del 22/08/15.Abajo foto del 30/10/15. Ni el Ayto,ni los vecinos. La lluvia ha hecho todo

José Luis Meléndez. Madrid, 14 de febrero del 2016

Cancelación acto social en El Ateneo

Estimados lectores:

La Pluma en Ristre, tenía previsto en el día de hoy cubrir la siguiente conferencia: “La prensa, el periodista y la libertad de expresión”, en El Ateneo de Madrid.

Era un acto organizado por la agrupación Pro Libertad de Expresión "Mariano José de Larra". En él intervenían: Victoria Prego, Alfonso Armada, Jesús Maraña, David Jiménez, Antonio Caño, y Francisco Marhuenda. Presentaba el acto Jesús Miranda de Larra.

El acto tenía lugar hoy día 14 de marzo, a las 19:00 horas, en el salón de actos de la Docta Casa.

Se adjunta a los lectores notificación del Ateneo de dicha cancelación, a través de las páginas de Twitter y de Facebook. No obstante este blog se pondrá en contacto con El Ateneo, y en caso de volver a convocarse, se hará saber a todos los lectores.

Muchas gracias por seguir La Pluma en Ristre.

Nota de El Ateneo:

CANCELADO. La prensa, el periodista y la libertad de expresión

14 mar 19:00 h. Mesa redonda organizada/o por Agrupación pro Libertad de Prensa y Expresión Mariano José de Larra en: Salón de Actos.

Agrupación Pro Libertad de Prensa y Expresión “Mariano José de Larra”. La prensa, el periodista y la libertad de expresión. Intervienen: Victoria Prego, Alfonso Armada, Jesús Maraña, David Jiménez, Antonio Caño y Francisco Marhuenda. Presenta y modera Jesús Miranda de Larra. Salón de Actos. 19.00 horas. CANCELADO.

José Luis Meléndez. Madrid, 14 de marzo del 2016

6 de marzo de 2016

Lo nuevo y lo antiguo

Necesitamos la novedad, porque somos incapaces de sorprendernos o reinventarnos a nosotros mismos

La montaña ha terminado por venir a Mahoma. La tercera generación de móviles, ha hecho su aparición bajo forma de regalo el día de mi cumpleaños. El iphone, es decir, ese teléfono inteligente, que aunque no piensa por sí mismo, puede volverte tres veces más gilitonto de lo que estabas, mientras te entretiene y no para de enredarte, con la multitud de aplicaciones y de funciones lúdicas, que lleva incorporadas, ha hecho ante mí, su primer acto de presencia.

Pero el problema no es que nos digan que llevamos y que existen los teléfonos inteligentes. El problema empieza cuando uno asume sin pensar la jerga del mercado tecnológico, y empieza a creer de verdad que esa máquina es inteligente. En ese preciso momento, es cuando uno comienza a ser más tonto e inocente de lo que antes era. Y lo más preocupante, es que como individuos pertenecientes a esta sociedad, seguimos pagando esta inocentada, y de qué forma.

Y si no parémonos a pensar: ¿por qué los móviles, a diferencia de nuestros vehículos, solo traen el manual de equipo, y no el del usuario, advirtiéndonos de los efectos perjudiciales de su utilización, como son la dependencia, o los peligros que entraña el uso de estos aparatos mientras se conduce? ¿Cuántos muertos más por accidentes de tráfico tienen que ocurrir para que la DGT como representante del Estado, invente e implante la dichosa señal de tráfico en nuestras carreteras?

¿Por qué se les sigue considerando y denominando a estos artefactos teléfonos móviles, cuando en realidad se trata de auténticas oficinas móviles, en las cuales trabajamos a lo tonto gratis horas y horas, sin que el proveedor ni el fabricante nos remunere el tiempo y las energías invertidas? ¿Cómo es posible que existan teléfonos libres y hombres esclavos? ¿Nos hemos vuelto locos, o este es el mundo al revés? ¿O que la tecnología, al contrario que la cultura, por medio del libro, nos separe de las personas más cercanas, y nos acerque a las que tenemos más lejos? ¿Cuántas dioptrías mentales y emocionales tienen estas gafas tecnológicas que nos han puesto? Lo triste es que ni siquiera lo sabemos, por la sencilla razón de que no somos conscientes de ello.

La farsa emocional de estar acompañado, que nos proporcionan las redes sociales, al ver las imágenes de las personas conectadas o de seguidores, es la misma que separa a dos términos en apariencia idénticos, pero bien distintos, en cuanto a su significado. Me refiero a los términos de relación y de comunicación. Uno puede tener relación con cientos de amigos virtuales, pero lo que en resumen lo que define una relación es la calidad de la comunicación física, psíquica, química, emocional y no verbal que mantenemos como seres humanos. No es lo mismo por tanto olerse que verse, hablarse, mirarse y/o tocarse.

Y es que por muchas aplicaciones que existan para ligar, chatear, jugar, etcétera, mientras sigamos dependiendo de la tecnología, en lugar de que esta esté a nuestro servicio, no estaremos viviendo nuestra propia vida, sino la que algunos quieren que vivamos. Así que, la próxima vez que veamos a nuestra mascota como nos mira con cara de pena, no es que le pase algo. Lo que realmente nos está diciendo es que no le estamos haciendo el mismo caso que le hacíamos antes de que entrase ese maldito 3G en nuestra casa.

Veamos a continuación un ejemplo del grado de manipulación al que estamos sometidos. Son las 08:30 horas de la mañana. Acabo de sentarme en el vagón del Metro, y de encender el móvil básico de teclado que me acompaña desde hace años. La chica que está enfrente, se ha percatado de mi joya arqueológica, y acaba de dedicarme una mirada sin lograr disimular su perplejidad. Intento descodificar su señal visual, y traducirla al castellano: "Anda, majo, no sé cómo no te da vergüenza. Deberías de pagarnos una multa a cada uno de los pasajeros, por la penosa imagen que estás dando".

Después de diez paradas, y de haber dado tiempo a doña Perpleja (desconozco su nombre), para que volviese a la realidad virtual de su era moderna e inteligente, he sido testigo, muy a mi pesar, que esta mujer, al igual que la mitad del vagón en el cual me desplazo, no han levantado la cabeza de su pantalla en los veinte minutos que dura el trayecto. La tribu de las cabezas bajadas o de la secta del dedo, ha continuado sus oraciones, una vez que he abandonado el tren. En ese intervalo de tiempo, me ha dado tiempo de hacer varias gestiones, como ojear los titulares del día, actualizar la agenda, confirmar el itinerario con el mapa de la red, realizar una operación aritmética con la calculadora, y descansar la vista y la mente, contemplando el vagón, y los rostros de los demás viajeros. Todo esto nos lleva a formularnos la siguiente pregunta: ¿hasta qué punto lo nuevo es mejor que lo viejo?

¿Es mejor la hogaza o el pan de pueblo que dura toda la semana, o la barra de pan que tenemos que comprar todos los días, y fiestas de guardar? ¿El puchero de la abuela trabajado a fuego lento, o la comida rápida y preelaborada de ahora? ¿Los noviazgos y matrimonios de antes, que duraban toda la vida, o las uniones de hoy en día? ¿Los coches, las bombillas, y los móviles con los cuales convivimos durante años, o los actuales que se descatalogan nada más salir de la tienda?

Muchas personas parecen haberse dado cuenta del timo consumista al que estamos sometidos, y han decidido por su cuenta volver al valor genuino de lo antiguo. El auge actual del vinilo es una prueba de ello, así como el mayor número de visitas a establecimientos artesanales como las panaderías especializadas, o las de alquiler de bicicletas. Incluso el yoga, una técnica más antigua que el Cristianismo, y que nos permite parar el tiempo, la mente, y encontrarnos con nosotros mismos, sigue hoy en día en pleno auge. Pero afinemos un poco más nuestras preguntas, con objeto de llegar al centro neurálgico del debate, y pensemos bien la respuesta, antes de responder la siguiente pregunta: ¿Vivíamos mejor antes con lo antiguo, o mejor ahora con lo nuevo?

Desconozco si la primera palabra, antes de ser pronunciada por el hombre, fue un gemido, una caricia, o quizás una señal escrita. Lo cierto es que desde hace un siglo escaso, con la aparición de la calculadora, dejamos de sumar. Con la aparición de la radio y de la televisión, a no hablarnos con la frecuencia de antaño. Con el teléfono, a dejar de vernos con la misma asiduidad. Con el coche y la motocicleta a dejar de andar. Con el ordenador a dejar de escribirnos cartas. Con el portátil a ser más dependientes, desde cualquier lugar. Con el móvil a restringir y a deformar nuestro lenguaje escrito, limitando el número de caracteres, y adulterando con abreviaturas la formación de palabras. Con el libro electrónico dejamos de visitar las librerías y las bibliotecas. Con las redes sociales nos hemos vueltos más solitarios, dependientes y retraídos, y el whattsapp, nos ha abstraído y hecho volver a escribir con un dedo, como en su día lo hicieron nuestros antepasados.

¿Hacia dónde vamos?, o mejor dicho: ¿hacia dónde nos lleva esta vorágine? ¿Llegaremos a conocer los robots auténticos, antes de convertirnos en uno de ellos? ¿Será la burbuja tecnológica, la próxima en estallar en nuestras propias manos? Si hay un concepto que separa lo antiguo de lo nuevo, es el factor tiempo. Y es precisamente el que otorga a nuestras cosas el valor simbólico y emocional de lo antiguo. Eso que sus adeptos denominan el alma de lo antiguo. Lo antiguo pasa así a tener un significado intrínseco y arcaico para nosotros. Pero lo antiguo no solo hace referencia a las cosas. Todo está sometido al inexorable paso del tiempo, como las costumbres. Hoy recuerdo aquella época en que lo antiguo y lo educado era saludarse en las paradas de autobuses, ser más solidarios, y dedicarnos más tiempo para reunirnos y escucharnos los unos a los otros.

Nos han robado el tiempo. Por mucho que nos duela reconocerlo, han llevado a cabo su propósito, con tanto achiperre y tanta artimaña, que apenas seguimos sin darnos cuenta. Pero el tiempo corre, y no es oro, como algunos pretenden hacernos creer. El tiempo, como decía el Profesor José Luis Sampedro, es vida. Aquí y ahora. Vida que desperdiciamos y arrojamos a la basura del entretenimiento, más que a al conocimiento y a la auto realización personal, día tras día. Una auténtica traición a nosotros mismos, que nos impide exteriorizar lo que realmente somos, y vivir nuestra vida, en lugar la de otros.

Necesitamos la novedad, porque somos incapaces de sorprendernos o reinventarnos a nosotros mismos. Olvidar por unos instantes al marido o la esposa, y recrearnos física o mentalmente con la figura del amante. Pasamos del dicho conservador que más vale lo malo conocido (lo antiguo), que lo bueno por conocer (lo nuevo), a la sentencia progresista de cualquier tiempo pasado fue peor, sin caer ni pasar por el centro y el equilibrio del término. Nos hemos dejado llevar tanto por lo exterior y lo nuevo, en lugar de lo interior y lo viejo, que nos han convertido en almas nuevas, a las que han robado la esencia de su alma vieja y sabia.

Hasta los nuevos políticos, que ni siquiera han empezado a hacer política, se atreven a utilizar eslóganes y comentarios sobre la vieja política, con la única autoridad moral de las urnas, que no invalida el paso del tiempo. En definitiva, mientras no despertemos la capacidad que como seres humanos tenemos de sorprendernos a nosotros mismos, seguiremos necesitando recurrir a las novedades tecnológicas y materiales, para acabar con nuestro tedio y nuestra monotonía. Y es que el sistema consumista, actúa de una forma tan rápida y sigilosa, que termina por adelantarse a nosotros, impidiendo de esta manera, sorprendernos a nosotros mismos. Dicho de otro modo: mientras no apaguemos por un instante todos los interruptores secundarios a los que estamos conectados, no lograremos encontrar la tecla interior que nos conecta con nuestra verdadera realidad interior. Es por esto, que hoy por hoy me resisto a encender este fabuloso celular 3G. Prefiero seguir siendo fiel a mi móvil básico. Porque a diferencia de los nuevos modelos, sigue teniendo los iconos invisibles de la imaginación y de la libertad. Y estas son palabras mayores.

José Luis Meléndez. Madrid, 5 de marzo del 2016
Fuente de la imagen: Flickr.com

2 de marzo de 2016

Si los perros no van al cielo...


- "¿Y ahora cómo ladro sin morderme la lengua? Pues nada, besitos a todas y a todos, ¡hala!". :)

"Si los perros no van al cielo, cuando muera quiero ir a donde ellos van", decía Will Rogers, actor, político, y periodista estadounidense.

A muchas personas les sorprende bastante, como es posible que a seres tan inocentes, se les cuestione aún hoy en día, su entrada en el cielo. Máxime con las innumerables obras benéficas que hacen en proporción a nuestras capacidades humanas. Así podemos ver en nuestra sociedad a perros guía, de rescate, detectores de explosivos, de defensa, de compañía, de caza. Ni que siquiera sean consideradas y reconocidas estas criaturas por algunas confesiones, como Dios manda, no ya en el cielo, sino aquí en la tierra.

José Luis Meléndez. Madrid, 2 de marzo del 2016
Fuente de la imagen: verdemanzana24.wordpress.com