Corría el año 2012. Entonces La Pluma existía, pero no tenía aún dicho nombre. En una carpeta azul de cartulina permanecian guardados como un tesoro desde los años setenta aquellos poemas de la adolescencia, con algunas letras de canciones de la juventud. Poco más.
La Pluma Verde palpitaba desde hace tiempo como una criatura en el vientre de su madre, ansiosa de querer salir y ver la luz. Demasiada timidez y algun que otro complejo se lo impedian. Gracias a un curso de Redactor – corrector, tuvimos la ocasión de pulir estos defectos. Una vez seleccionados, tuvimos la opOrtunidad de conocer a Ignacio Ramos, un periodista que después de algunas colaboraciones en algunos medios, decidió dedicarse al campo de la enseñanza.
Eramos quince personas, entre las cuales recuerdo había traductores, diseñadores gráficos, pero sin duda el grupo mayoritario era el de periodistas. Nacho nos enseñó los distintos géneros literarios, repasamos algunas nociones elementales de sintaxis, gramática, redacción, y correción, pero también nos dió la seguridad y la confianza necesarias para lanzarnos a dar los primeros vuelos fuera del árbol. El curso también incluía prácticas con editores y maquetadores como el QuarkXpress e InDesign, algo que por cierto no nos gustaba nada ni a La Pluma ni a mí.
Haciamos trabajos individuales de redacción que luego leíamos y corregiamos entre todos. Incluso hicimos cada uno una revista. Recuerdo que La Pluma editó una de animales que llevaba por título “Huellas”. Su logo era la huella de la pata de un animal. Era una revista que intentaba ayudar a las distintas protectoras. Como recuerdo de aquella experiencia que duró apenas tres meses, nos queda en el blog una publicación, dentro del apartado relatos, que lleva por título “El abuelo Antonio”.
Hace un año, tuvimos la suerte de encontrarnos Nacho y yo, en la Biblioteca Pública Dámaso Alonso. Nos hizo mucha ilusión encontrarnos. La Pluma en Ristre ya existía y Nacho tuvo la ocasión de ser informado. Ayer día 22 de diciembre, hemos vuelto a coincidir, esta vez en la Biblioteca Pública Huerta de la Salud. En lugar de tomar una cerveza, y charlar como en aquella ocasión, hemos hablado unos minutos, nos hemos conectado por medio de las redes sociales y hemos inmortalizado este instante con esta foto, con objeto de compartirla con todos los lectores. Dudo que hoy existiese La Pluma, sin ese empujon profesional y anímico de aquel curso que impartió Nacho. Estamos contentos de habernos encontrado, y de que aquella experiencia haya surgido este pequeño pero a la vez gran proyecto llamado La Pluma en Ristre.
José Luis Meléndez. Madrid, 23 de diciembre del 2015
Fuente de la imagen: mecerreyes.com
La Pluma Verde palpitaba desde hace tiempo como una criatura en el vientre de su madre, ansiosa de querer salir y ver la luz. Demasiada timidez y algun que otro complejo se lo impedian. Gracias a un curso de Redactor – corrector, tuvimos la ocasión de pulir estos defectos. Una vez seleccionados, tuvimos la opOrtunidad de conocer a Ignacio Ramos, un periodista que después de algunas colaboraciones en algunos medios, decidió dedicarse al campo de la enseñanza.
Eramos quince personas, entre las cuales recuerdo había traductores, diseñadores gráficos, pero sin duda el grupo mayoritario era el de periodistas. Nacho nos enseñó los distintos géneros literarios, repasamos algunas nociones elementales de sintaxis, gramática, redacción, y correción, pero también nos dió la seguridad y la confianza necesarias para lanzarnos a dar los primeros vuelos fuera del árbol. El curso también incluía prácticas con editores y maquetadores como el QuarkXpress e InDesign, algo que por cierto no nos gustaba nada ni a La Pluma ni a mí.
Haciamos trabajos individuales de redacción que luego leíamos y corregiamos entre todos. Incluso hicimos cada uno una revista. Recuerdo que La Pluma editó una de animales que llevaba por título “Huellas”. Su logo era la huella de la pata de un animal. Era una revista que intentaba ayudar a las distintas protectoras. Como recuerdo de aquella experiencia que duró apenas tres meses, nos queda en el blog una publicación, dentro del apartado relatos, que lleva por título “El abuelo Antonio”.
Hace un año, tuvimos la suerte de encontrarnos Nacho y yo, en la Biblioteca Pública Dámaso Alonso. Nos hizo mucha ilusión encontrarnos. La Pluma en Ristre ya existía y Nacho tuvo la ocasión de ser informado. Ayer día 22 de diciembre, hemos vuelto a coincidir, esta vez en la Biblioteca Pública Huerta de la Salud. En lugar de tomar una cerveza, y charlar como en aquella ocasión, hemos hablado unos minutos, nos hemos conectado por medio de las redes sociales y hemos inmortalizado este instante con esta foto, con objeto de compartirla con todos los lectores. Dudo que hoy existiese La Pluma, sin ese empujon profesional y anímico de aquel curso que impartió Nacho. Estamos contentos de habernos encontrado, y de que aquella experiencia haya surgido este pequeño pero a la vez gran proyecto llamado La Pluma en Ristre.
José Luis Meléndez. Madrid, 23 de diciembre del 2015
Fuente de la imagen: mecerreyes.com
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