Artículo publicado en el "El Naviero" (pulsar aquí), y en "El Guadalope"(pulsar aquí), el 17 de noviembre del 2015
Ha llegado la hora de los verdaderos líderes mundiales
Las piernas me tiemblan. Acabo de encender la televisión y de conocer la noticia. Las ondas expansivas de los sucesivos atentados, han lanzado mi cuerpo contra el sofá, desde el cual contemplo absorto las escenas. Las imágenes que llegan a mi retina, me impiden levantarme y continuar con los planes del día a día. El estado de conmoción, hace que el mando a distancia pase desapercibido entre mis manos. El sonido de las detonaciones, y los lamentos de las víctimas, hacen que me sienta como un rehén más, atrapado en mi domicilio. Las televisiones han bombardeado informativa, repetitiva, auditiva y visualmente este cuerpo inerte que yace por momentos, a pocos centímetros del suelo. ¿Cómo se llama esta pesadilla?, me pregunto.
Lamentablemente confirmo que no se trata de una sucesión de imágenes virtuales, ni de un sueño. Algunos representantes internacionales, intentan poner nombre a la tragedia, con objeto de empezar a asumirla lo antes posible. “Es un acto de guerra”, ha sentenciado Hollande. “Es un ataque contra la democracia”, se argumenta desde occidente. “Es un ataque contra la humanidad” proclama Obama. La sensatez, a la hora de emitir declaraciones, ha brillado por su ausencia. Mientras esto sucede, miles, millones, de personas en el mundo, no dejan de preguntarse: ¿es que acaso bombardear durante años Siria, o los países musulmanes, no constituye un acto idéntico de guerra, y un ataque contra la democracia y la humanidad?
La elección de Francia como blanco de los terroristas de ISIS, no ha sido fortuito, sino una consecuencia de los últimos y recientes bombardeos de este país a Siria, en respuesta al atentado del semanario Charlie Hebdo. El Estado Islámico, así lo ha hecho público: “No viviréis en paz, mientras sigáis bombardeando”. No. No es un momento de declaraciones tendenciosas, sino de dolor. De apoyo hacia el pueblo francés. Es tiempo de reflexión, y de preguntarnos todos, como hemos llegado hasta aquí. La política occidental de bombardeos, lejos de mejorar la situación, la ha empeorado. Por cada ataque aéreo a Daesh, los integristas obtienen más argumentos para reclutar un mayor número de yihadistas. Ahora los lobos solitarios ya no vienen solos, sino en manada. Esta vez, a diferencia de la última masacre perpetrada contra el semanario Charlie Hebdo, no ha sido una única célula operativa, la que ha intervenido, sino varias (las fuerzas de seguridad apuntan a tres) Y lo han hecho con una rápida y perfecta coordinación. Sus miembros han venido mejor armados, y su actuación ha sido más cruenta.
Han elegido un momento estratégico para ellos, y muy sensible para la Unión Europea y la comunidad internacional. La debilidad de su economía, la crisis fronteriza de los refugiados, y las próximas elecciones francesas, pueden inclinar la intención del voto, hacia partidos de extrema derecha como el de Marine Le Pen. Por este motivo, es necesario que se imponga la prudencia y la reflexión, y que los distintos estados, antes de actuar, definan una línea de actuación conjunta encaminada a instaurar la paz en la región.
Los valores de la Ilustración francesa, resuenan hoy en el inconsciente colectivo de las sociedades más avanzadas, como solución más digna y pacífica a dicho conflicto. Un pueblo que se deja llevar por el odio y la revancha, nunca será un pueblo libre. Igualarse a ellos, sería convertirnos en terroristas. No debemos caer en su trampa, es decir, en la provocación. Solo con la unión o la fraternidad de los pueblos, y la fuerza de la democracia en sus calles logrará vencerse el terrorismo. Esto es, con la fuerza de la razón, y no con la razón de la fuerza. España es un claro ejemplo de ello. Las medidas preventivas y de coordinación de los distintos gobiernos no son ni han sido suficientes. No se trata de un problema bélico o militar, sino de un asunto político, aún pendiente de resolver.
Los excelentes resultados de las fuerzas de seguridad, a través de sus detenciones, deben de ir acompañadas de otras medidas adicionales como sanciones económicas por parte de la ONU a los estados que han financiado indirectamente al Estado Islámico, la creación de un Consejo de Paz por parte de este organismo, una regulación de la política de visados, y llegar a acuerdos internacionales, con la implicación del mundo árabe, con objeto de introducir la democracia por medio de elecciones en dichos países, de una forma perdurable en el tiempo. Ha llegado la hora de los verdaderos líderes mundiales. De personas dialogantes que sepan aportar soluciones reales y pacíficas a los pueblos. Los ciudadanos, como víctimas, no podemos seguir sufriendo las consecuencias de sus nefastas políticas.
José Luis Meléndez. Madrid, 14 de Noviembre del 2015
Fuente de la imagen: Flickr.com
Ha llegado la hora de los verdaderos líderes mundiales
Las piernas me tiemblan. Acabo de encender la televisión y de conocer la noticia. Las ondas expansivas de los sucesivos atentados, han lanzado mi cuerpo contra el sofá, desde el cual contemplo absorto las escenas. Las imágenes que llegan a mi retina, me impiden levantarme y continuar con los planes del día a día. El estado de conmoción, hace que el mando a distancia pase desapercibido entre mis manos. El sonido de las detonaciones, y los lamentos de las víctimas, hacen que me sienta como un rehén más, atrapado en mi domicilio. Las televisiones han bombardeado informativa, repetitiva, auditiva y visualmente este cuerpo inerte que yace por momentos, a pocos centímetros del suelo. ¿Cómo se llama esta pesadilla?, me pregunto.
Lamentablemente confirmo que no se trata de una sucesión de imágenes virtuales, ni de un sueño. Algunos representantes internacionales, intentan poner nombre a la tragedia, con objeto de empezar a asumirla lo antes posible. “Es un acto de guerra”, ha sentenciado Hollande. “Es un ataque contra la democracia”, se argumenta desde occidente. “Es un ataque contra la humanidad” proclama Obama. La sensatez, a la hora de emitir declaraciones, ha brillado por su ausencia. Mientras esto sucede, miles, millones, de personas en el mundo, no dejan de preguntarse: ¿es que acaso bombardear durante años Siria, o los países musulmanes, no constituye un acto idéntico de guerra, y un ataque contra la democracia y la humanidad?
La elección de Francia como blanco de los terroristas de ISIS, no ha sido fortuito, sino una consecuencia de los últimos y recientes bombardeos de este país a Siria, en respuesta al atentado del semanario Charlie Hebdo. El Estado Islámico, así lo ha hecho público: “No viviréis en paz, mientras sigáis bombardeando”. No. No es un momento de declaraciones tendenciosas, sino de dolor. De apoyo hacia el pueblo francés. Es tiempo de reflexión, y de preguntarnos todos, como hemos llegado hasta aquí. La política occidental de bombardeos, lejos de mejorar la situación, la ha empeorado. Por cada ataque aéreo a Daesh, los integristas obtienen más argumentos para reclutar un mayor número de yihadistas. Ahora los lobos solitarios ya no vienen solos, sino en manada. Esta vez, a diferencia de la última masacre perpetrada contra el semanario Charlie Hebdo, no ha sido una única célula operativa, la que ha intervenido, sino varias (las fuerzas de seguridad apuntan a tres) Y lo han hecho con una rápida y perfecta coordinación. Sus miembros han venido mejor armados, y su actuación ha sido más cruenta.
Han elegido un momento estratégico para ellos, y muy sensible para la Unión Europea y la comunidad internacional. La debilidad de su economía, la crisis fronteriza de los refugiados, y las próximas elecciones francesas, pueden inclinar la intención del voto, hacia partidos de extrema derecha como el de Marine Le Pen. Por este motivo, es necesario que se imponga la prudencia y la reflexión, y que los distintos estados, antes de actuar, definan una línea de actuación conjunta encaminada a instaurar la paz en la región.
Los valores de la Ilustración francesa, resuenan hoy en el inconsciente colectivo de las sociedades más avanzadas, como solución más digna y pacífica a dicho conflicto. Un pueblo que se deja llevar por el odio y la revancha, nunca será un pueblo libre. Igualarse a ellos, sería convertirnos en terroristas. No debemos caer en su trampa, es decir, en la provocación. Solo con la unión o la fraternidad de los pueblos, y la fuerza de la democracia en sus calles logrará vencerse el terrorismo. Esto es, con la fuerza de la razón, y no con la razón de la fuerza. España es un claro ejemplo de ello. Las medidas preventivas y de coordinación de los distintos gobiernos no son ni han sido suficientes. No se trata de un problema bélico o militar, sino de un asunto político, aún pendiente de resolver.
Los excelentes resultados de las fuerzas de seguridad, a través de sus detenciones, deben de ir acompañadas de otras medidas adicionales como sanciones económicas por parte de la ONU a los estados que han financiado indirectamente al Estado Islámico, la creación de un Consejo de Paz por parte de este organismo, una regulación de la política de visados, y llegar a acuerdos internacionales, con la implicación del mundo árabe, con objeto de introducir la democracia por medio de elecciones en dichos países, de una forma perdurable en el tiempo. Ha llegado la hora de los verdaderos líderes mundiales. De personas dialogantes que sepan aportar soluciones reales y pacíficas a los pueblos. Los ciudadanos, como víctimas, no podemos seguir sufriendo las consecuencias de sus nefastas políticas.
José Luis Meléndez. Madrid, 14 de Noviembre del 2015
Fuente de la imagen: Flickr.com
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