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14 de septiembre de 2015

El taxi

"El concepto de la amistad, ya no es el mismo. Lo hemos corrompido"

Hace tiempo que decidí cambiar mi nombre, y poner un cartel en la parte más sensible de mi motor: “Queda reservado el derecho de admisión”. Objetivo cumplido. Desde entonces, algunas mujeres me conocen como Adán, y ninguna grúa ha logrado enganchar a este soltero destartalado, abandonado, y mal aparcado en la vía pública. Y eso que el nombrecito tiene su morbo y su aquel. Su cierta connotación inocente, virginal e incluso pecaminosa. Nada. Ninguna manzana que morder, ninguna medio naranja de la cual extraer su zumo, pero tampoco ninguna calabaza que romper, despepitar y cocer para endulzar el amargo momento, con su cabello de ángel.

Se acabaron las visitas al taller, o lo que es lo mismo, a la antesala de las pastillas, de la dopamina, y de las subidas de tensión. Y así voy caminando por la vida, consumiendo la propia energía que uno genera. Ya no soy un hombre reciclable, sino renovable. Un tipo con energía limpia, que intenta en la medida de sus posibilidades, reducir al máximo sus emisiones tóxicas de dióxido de cabreo (CO2).

Aún así, algunas féminas, se acercan al bordillo de la calle en la cual me encuentro estacionado, e intentan subir a este vehículo usado de segunda mano:

- Perdone. ¿Está libre? No veo el piloto encendido.

- Pues depende: ¿A dónde va usted?

- Mmm…ni yo misma lo sé. A donde usted me lleve. ¿Conoce algún sitio mejor...?

- Eso de mejor o peor, es muy relativo. Muchas mujeres responden con cierta ambigüedad, cuando hablan con un hombre recién conocido, y les formula esa pregunta.

- Disculpe, pero no le entiendo.

- La gente, en general, no sabe lo que quiere, ni por lo tanto a dónde va. Imagínese que usted y yo…

- Siga, siga, no se corte.

- Pues eso, que nos caemos bien, nos sinceramos, y decidimos subir juntos al taxi de la vida. ¿A qué calle iría usted? A la calle de la amistad, a la de la pareja…

- A ver, primero tendría que conocer bien a esa persona. Me llamo Eva. ¿Y usted? ¿Está casado?

- Me llamo Adán. No, no estoy casado. Antes era un romántico decepcionado, pero desde que pillé a mi ex quedando con otro tipo, me he reconvertido en un soltero vocacional. No quiero volver a repetir la próxima vez el mismo epitafio, en sentido figurado: “yo no he sido, quién te ha matado. Has sido tú misma, la que te has suicidado delante de mí”. Y dígame ¿en qué estado se encuentra usted actualmente?

- Digamos que decepcionada. Dejémoslo ahí, si no le importa.

- Estoy de acuerdo, pero previamente usted tiene la responsabilidad vital de saber qué tipo de relación se ajusta a sus necesidades. ¿Dónde termina la amistad, y dónde empieza la pareja? El concepto de amistad, ya no es el mismo. Lo hemos corrompido. Ahora existen amigos solo para follar, a los que llaman folla amigos, y parejas liberales, que en lugar de dúos, forman tríos.

- La vida, Adán, no es una autopista en línea recta. Tiene sus curvas, sus baches, sus subidas, sus bajadas, y la inexorable climatología de las edades por las cuales vamos transitando. Los conceptos de amistad o pareja no los hemos corrompido. Antes de corromper las palabras, nos hemos corrompido a nosotros mismos. Es muy fácil vivir engañados, pero también muy triste darse cuenta, cuando ya es demasiado tarde.

- Entonces, ¿no cree usted que existen personas, que no están hechas para el matrimonio?

- Por supuesto que sí. Respeto a las personas como usted que por circunstancias de la vida, o por culpa de la experiencia con otras personas, han elegido ese camino. ¿Acaso no cree usted en el destino, y en las medias naranjas?

- Es posible que usted y yo, nos hayamos conocido en una vida anterior, y esta conversación, no sea más, que la continuación de una amistad que mantuvimos hace tiempo. ¿Se imagina? Si la materia ni se crea, ni se destruye, ¿Por qué no va a transformarse el espíritu? Pero lo que no creo es que sea en un destino prefijado de antemano.

- Estoy de acuerdo con usted. Si todo estuviese predestinado, ¿qué libertad tendría el hombre de tomar una decisión u otra?

- A eso quería llegar. ¿Lo ve? Hay personas que saben lo que quieren en la vida. Y eso es bueno para ellos, y para los demás.

- Eso no significa nada. Pueden estar equivocados, e incluso desconocer lo que realmente les conviene. Pero la culpa no es nuestra, sino de esta sociedad, que de un modo interesado, no nos enseña a conocernos a nosotros mismos, ni a reflexionar sobre estas cuestiones primordiales. Le pondré un ejemplo: Conozco amigas que se acuestan con sus novios y/o maridos, y duermen psicológicamente con sus madres. Y viceversa.

- Pero reconozca al menos el esfuerzo de haberlo intentado, y de haber llegado a ese punto en la vida.

- ¡Uy!, ya hemos llegado. Qué corto se me ha hecho el trayecto. ¿Cuánto es?

- Veinte euros.

- Tenga. ¿Quiere subir, y continuamos la conversación?

- Es usted muy amable. Le agradezco la invitación. Verá, conozco pocas señoras como usted, y no creo que sea una buena elección, jugarse una bonita y posible amistad, así de primeras…

- Disculpe que me haya adelantado. Me parece hipócrita, y éticamente reprobable, ir por la vida de mujer progre, y seguir esperando a que sea el hombre el que me proponga un encuentro. Va en contra de mis principios, y me hace sentir como una cualquiera, ¿lo entiende? Luego nos quejamos las mujeres, de lo salidos que están los hombres. Lo siento, perdone mi vocabulario. Qué aburrido y monótono hacemos el amor, ya desde el principio, y que pena que por culpa del sexo, y del dinero, vivamos sometidos unos a los otros. Así nos va.
¿Quiere que le diga algo? A mis cincuenta años, es usted el primer hombre que me rechaza una proposición de este tipo. Ha sido un placer viajar a su lado. Me voy con la sensación de haber conocido a mi mejor amiga (risas).

- Muchas gracias por sus palabras. Sinceramente la envidio. Veo que tiene usted mucho éxito con los hombres. Ha sido un placer haberla conocido. A partir de hoy, empezaré a encender el piloto verde de mi taxi.

- Y yo a llamar a esta calle con otro nombre. El de la amistad. ¡Tenga!, mi tarjeta, por si un día necesita de mis servicios. Soy psicóloga. Adiós Adán.

- Adiós. Es usted una auténtica señora.

- No se equivoque. Es usted, querido caballero de la apuesta figura, el que me ha hecho sentir como tal.

José Luis Meléndez. Madrid, 13 de septiembre del 2015
Fuente de la imagen 2 Y 3: Flickr.com

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