La advertencia de Bessent desmiente la famosa cita de que el mundo nos roba
"Los países están llamando, me están besando el culo, se mueren por llegar a un acuerdo". Así se manifestaba Donald Trump, mofándose de los líderes mundiales que llamaban a su Administración para intentar llegar a un acuerdo con objeto de neutralizar los batacazos bursátiles, que él mismo había creado y que posteriormente se confirmaron. Una afirmación a todas luces falsa, ya que el único país que ha aceptado los aranceles impuestos por Estados Unidos ha sido Hungría.
Y éstas son las formas que ha tenido el presidente americano de agradecer a los distintos países, que han manifestado su encomiable voluntad de acuerdo con respecto a la grave irresponsabilidad e irrespetuosa diplomacia de su Administración. Una muestra en la cual se evidencian las profundas diferencias existentes entre lo que es un líder mundial y otro nacionalista, así como el sucio y obsceno concepto de la negociación que tiene el presidente americano.
¿Se bajó Trump los pantalones ante los líderes mundiales para que le “besasen el culo”, o fueron más bien los artífices de tan lamentable, espeluznante y desagradable espectáculo (el de su bajada de pantalones), los mercados, es decir, el Tesoro, la Bolsa norteamericana y los manifestantes, los que en verdad le obligaron a Trump a hacer lo propio con su grosera y mentirosa boquita?
La respuesta tal vez la conozca Jamie Dimon, presidente de JP Morgan, el mayor banco de los Estados Unidos, que, en una entrevista en Fox News, la cadena amiga de Trump, insistió en un riesgo del 60% de recesión en su querida América por culpa de su “exitosa” política arancelaria. O tal vez Larry Fink, CEO de BlackRock, la mayor gestora de fondos del mundo, que ha ido un poco más allá, y ha afirmado: “Creo que estamos muy cerca, si no ya dentro, de una recesión”.
Todo parece indicar que Trump ha sido mucho más efusivo de lo normal y ha tenido que hincar rodilla en suelo antes de que ningún líder internacional lo haya hecho hasta la fecha, a excepción del presidente húngaro, que a fecha de hoy se desconoce que haya sellado dicho encuentro, y lo que es aún más preocupante, si permanece en estos momentos en la misma postura.
En un país con excesiva deuda, la venta de bonos provoca una subida de la rentabilidad de dichos cupones, hecho que ha contribuido a la venta de dichas suscripciones. El problema es que dichos activos están considerados entre los más seguros del país, lo que ha llevado al presidente a pronunciar el mensaje que los mercados deseaban, como es la retroactividad en un principio parcial de aranceles, y el establecimiento de un tiempo (que en este caso es de tres meses), para que las gestoras tengan al menos el tiempo suficiente de reaccionar ante la hiperactividad e incontinencia verbal de su presidente, así como de equilibrar sus activos ante la excesiva volatilidad del actual escenario.
La tregua arancelaria es temporal y parcial, ya que solo elimina los aranceles recíprocos, no los genéricos del 10%, ni el castigo a China, al motor, al acero, al aluminio y a ciertas importaciones de México y Canadá. Los mercados están sobreavisados y aún desconocen los días que para Trump tiene un mes, ya que muchas de sus afirmaciones terminan por no cumplirse y otras tantas son contradictorias. Si Trump termina incumpliendo lo que firma como son los aranceles y lo que dice en campaña electoral, ¿Qué crédito de país puede tener la nación que representa de cara a los mercados y con respecto a las demás naciones?
Los mercados, después de los tres meses de la actual legislatura, han perdido la confianza con Trump a la vez que ponen en cuestión la estabilidad de la legislatura. La deuda estadounidense ha dejado por momentos de ser un refugio en periodos de aversión al riesgo y la bolsa, en donde un 60% de ciudadanos tienen indexadas sus pensiones, una endiablada montaña rusa, como consecuencia de las políticas económicas de la actual Administración, que ignora que los aranceles son un elemento inflacionista capaz de complicar la rebaja de tipos.
Hace unas horas el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent, recriminaba al presidente español el encuentro con el primer mandatario chino, Xi Ximping, consensuado previamente con Úrsula Von Der Leyen, una cita agendada con anterioridad de la llegada de Trump a la Casa Blanca. “Sería cortarse su propia garganta”, ha manifestado, Bessent después de ser preguntado acerca de su impresión sobre dicho encuentro.
Al ser interrogado por este asunto, Lin Jian, portavoz chino de Exteriores, replicó contundente: “Hablando de ‘cortarse la garganta’, es precisamente Estados Unidos quién al abusar de los aranceles para amenazar y chantajear al mundo entero, está tratando de estrangular a otros países, obligándolos a ceder ante su política de intimidación”.
Lo sorprendente no es la frase sino el sujeto del cual proviene dicha frase, ni más ni menos que el secretario del Tesoro americano, que a pesar de haber sobrevivido, según él, a un sangriento degollamiento chino durante años, es custodio de 690.000 millones de dólares en bonos americanos que están en manos de dicho país oriental, frente a los 1,1 millones de dólares que posee Japón.
La advertencia de Bessent viene además a desmentir una segunda cuestión y es la famosa cita de que el mundo nos roba, ya que como vemos hay países que ayudan al país norteamericano y a pesar de ello se les imponen los aranceles más altos.
En sus mítines, Trump prometió eliminar las regulaciones sobre los cabezales de ducha, unas normas que pretendían evitar el desperdicio de agua. El miércoles día 9, firmó el decreto que lleva por título: “Mantener una presión de agua aceptable en las duchas”. La norma le permitirá al presidente, además de cuidar según él, su envidiable pelo, calentarse bajo el agua, después de haber recibido la ducha fría de los mercados. Tal vez la medida logre relajarle a él y de paso al mundo.
José Luis Meléndez. Madrid, 12 de abril del 2025. Fuente de la imagen: redes sociales
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