Donde antes había motivos para el amor solo hay indicios de odio y en donde existían sanas intenciones se cierne la sombra de la amenaza
Define la RAE el piropo como el dicho breve con que se pondera alguna cualidad de alguien, especialmente la belleza de la mujer. Siendo por tanto un instrumento que nos permitía resaltar las cualidades humanas de alguien se hace difícil entender porqué empiezan a estar mal vistos o poco menos que prohibidos los piropos hermosos, decentes, oportunos y proporcionados. Es la conclusión a la que he llegado después de oír y escuchar en YouTube a la Tuna de Ingenieros Industriales de Zaragoza, el tema "Piropo madrileño".
“/Es el piropo, piropo madrileño/,/ lo más gracioso que se caza por el aire/, /es pura sal en alas del amor/, /es el donaire personal que se convierte en una flor/. /Es el piropo, piropo, sandunguero/, /un mensajero de la hermosa primavera/, /por una flor graciosa y postinera/, una mujer se deja camelar/./ A ti, a ti, ¡preciosa!”/, /a tí, a ti, ¡morena!/, /clavel y yerbabuena/, /¡bonita!, ¡salerosa!/”. De esta manera reza el tema compuesto en el año 1.957 por el prolífico compositor madrileño Moreno Torroba (1891-1982), perteneciente a la zarzuela María Manuela, más conocido por otros títulos como Luisa Fernanda o La chulapona.
El piropo ha pasado a ser recientemente de lo más gracioso a lo peor visto. Y de un mensajero de la primavera en el cortejo amoroso a un invitado de piedra a la hora de alabar la belleza femenina y de iniciar una relación. Ahora son mejor vistas en su lugar expresiones del tipo: ¿En tu casa o en la mía? o ¿te gustaría pasar una noche loca conmigo?, frases más propias del nuevo light love, "nada" interesadas y según parece menos duras, descaradas y ofensivas que aquellos inocentes piropos.
En estos tiempos en lugar de novio uno/a puede tener su amante, su follamigo, su ex, su amigo, su compañero de trabajo, o su vecino con el cual puede realizar sus escarceos extraoficiales y compatibilizar y hacer si cabe plena su relación oficial. Relación poliamorosa nada posesiva a diferencia del amor tradicional o romántico, si se tiene en cuenta que uno puede estar tirándose a cuatro o cinco personas sin la intensidad emocional del amor tradicional. La cantidad para el poliamor, ya se sabe, es mucho más importante que la calidad de las relaciones. Un poliamor puede ser “fiel” a cuatro o cinco personas al mismo tiempo, teniendo además distintos sentimientos con respecto a ellos, que ya es difícil, por no decir imposible. Todo eso si que está permitido y bien visto por los mismos que ven en el piropo una amenaza para la pareja y la unidad familiar y social.
Se puede llegar a entender que el piropo no sea del agrado de algunas mujeres, pero eso no es motivo para vetarlos de forma general a ambos sexos. ¿Acaso no los merecemos los hombres después de siglos? Pues yo creo que además de un ejercicio de igualdad histórico supondría un logro cultural al conservar una tradición centenaria. Y una forma social de volver a acercarnos y reconquistarnos, después de haber perdido ambos la batalla del amor, función que en su día tuvo y en la que algunos hoy ven una amenaza social, más que un nexo de unión.
¿Han cambiado mucho los tiempos? No. Como suelo decir hemos cambiado nosotros. Tanto que necesitamos recurrir al eufemismo del tiempo para no avergonzarnos de hasta donde hemos llegado, después de tan vanos y torpes esfuerzos. Ahora si escribes un poema eres un romántico con todo lo que ese significado peyorativo y adaptado a los nuevos tiempos supone; si le dices guapa a una mujer, un sospechoso acosador y si no le dices nada, es puesta de inmediato en entredicho tu condición sexual.
Donde antes había motivos para el amor solo hay indicios de odio y en donde existían sanas intenciones se cierne la sombra de la amenaza. El piropo de un hombre a una mujer es visto como algo obsceno, cosa distinta es si se lo dirige una mujer a otra (guapa, cielo, bonita, preciosa). Este es el nivel de heterofobia al cual hemos llegado. La nueva "igual-da". Uno puede piropear a su mascota pero no a una mujer que al parecer se lo merece menos. Qué digo yo, menos: ¡nada! /- Cariño hace tiempo que no me dices cosas bonitas/./- "..elo", no soy yo, es que ya no me permiten decirte lo mucho que me gustas...
Sin embargo siguen estando muy cotizados los hombres sensibles y cariñosos (sic). Y las mujeres siguen fijándose de forma preferente en la belleza interior del hombre, en teoría mucho más importante pero en la práctica nada reconocida, admirada y piropeada como en su día lo fue su belleza física.
José Luis Meléndez. Madrid, 4 de febrero del 2022. Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org
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