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9 de noviembre de 2021

Campanadas

Cada campanada a su momento y a su hora

En el fondo sigo siendo un apátrida, un ciudadano entre dos tierras. Creo que soy un ser afortunado porque la tierra, aunque no me pertenece ni yo la pertenezco a ella -me pertenezco a mi mismo -, es sinónimo de vida - incluso en el desierto habitan animales como los escorpiones o las culebras-. Y justifico esta no pertenencia porque aunque el Estado en el cual he nacido me ha otorgado la nacionalidad española, como habitante y pasajero de este planeta, mi verdadera patria, es decir, la madre de todas las madres, considero que es la tierra o el mundo.

No sé porqué siempre he tenido la dicha de tener la templanza suficiente para no dejarme llevar por impulsos fatales en los días nublados, a costa eso si, de sufrir los propios aguaceros internos que todos conocemos y hemos padecido en alguna ocasión.

Ya lo ven, el cambio climático me ha afectado este año más que a cualquiera, en plena cumbre mundial, para más inri. Tanto es así que en vista de estos desastrosos meses, como gesto de rebeldía, he decidido no tomar las uvas, ni celebrar por anticipado algo que esta aún por llegar. Porque considero que lo verdaderamente importante es tomarse la vida, en este caso el año, como uno quiera y no como lo decidan los demás (celebrando su bienvenida con una uva en la boca, cuando todavía quedan doce meses por delante). Así que, por favor, no me vistan a la novia de novia, antes de haberla visto ni conocido.

Y si no díganme: ¿quién de ustedes, después de todo lo que hemos vivido, se volvería a tomar las uvas del 2021...? Pues yo lo siento, pero tengo motivos para ni siquiera tomarme la correspondiente uva a mes vencido, que por otra parte creo, sería lo más lógico y realista. Cada campanada a su momento y a su hora. De lo contrario y de igual forma, amenazo con adelantar mi cumpleaños un año para darle mi bienvenida a la vida, con el consiguiente beneficio de descontar de mi edad actual un año menos.

Yo personalmente para hacerlo más sencillo esperaré a finales del 2022 para en caso de considerarlo como un año favorable, agradecérselo tomando las uvas de moscatel de los meses que han sido más propicios. Al tratarse de un nuevo ritual personal, me queda considerar qué haré con el resto de uvas, aunque a buen seguro vaticino que acabarán siendo entregadas a los gorriones que me alegran con sus cantos durante todo el año.

Llámenlo si prefieren mejor realismo y seguro que lo entenderán mejor. Pues esa es la tierra y el rumbo que quiero y tengo que seguir; intentándola conquistar, metro a metro, sin prisas ni falsas expectativas. Para luego no llamarme a engaño.

José Luis Meléndez. Madrid, 9 de noviembre del 2021. Fuente de la imagen: wikimedia.commons.org

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