La muerte no es la culpable. Ella solo cumple, su proceso natural de transformación
Evitaré los partidismos. Da lo mismo ser de un partido político, que de otro. La que se va de esta vida, de este mundo, es la persona. Respeto el dolor más profundo de todos los allegados. La ilusión es la fuerza que nos impulsa cada día a conseguir nuestros objetivos, y a sentirnos vivos.
Adrián quiso ser torero, y lo fue en sus sueños. Y Carmen, eligió la política para dedicar de una forma más comprometida, su vida a los demás. Pero no rendir en el día de hoy, un tributo, a todas esas personas anónimas, que se van y dedican su vida a los demás, o hacen de su vida personal, un proyecto social, sería un acto injusto de discriminación.
Las dos eran personas jóvenes, llenas de vida. Y eso exacerba aún más, nuestra repulsión con respecto a la muerte. Todos contribuimos, en mayor o menor medida, al bien de nuestra sociedad, a través de nuestro trabajo, o por medio de actos voluntarios o donaciones. Existen personas con menos recursos que otras, que logran causar un mayor beneficio a la sociedad. Estos años, los ciudadanos hemos estado, una vez más, por encima del nivel moral de la clase política. Razón de más para rendir un homenaje a todas esas personas.
Comprendo que la separación, o la marcha de cualquier ser querido, es uno de los procesos más dolorosos, por los que un ser humano atraviesa a lo largo de su vida. Pero eso no significa que la muerte sea un acto triste. Existen muertes alegres, como la del gusano que se convierte en mariposa; como la del invierno que se transforma en primavera.
Conviene por tanto separar, aunque nos cueste, el acto del sentimiento. Muchas personas lloran de una manera egoísta. Lo hacen de una forma inconsciente, para manifestar su dolor, lo cual es saludable. Pero cuando somos capaces de analizar desde fuera las emociones, entonces vemos a un egoísta que realmente llora por el dolor que le produce la marcha de ese ser querido, y no piensa en la paz que ahora tiene el difunto.
La muerte no tiene nada que ver en esto. Es el azar, el karma y la genética, en donde cada uno tiene escrita su hoja de ruta. La conductora que nos proporciona la fecha y la hora de nuestro viaje de ida. Eso no significa que el individuo no pueda corregirla. Pero la muerte no es la culpable. Ella solo cumple, su proceso natural de transformación.
José Luis Meléndez. Madrid, 9 de abril, del 2017
Fuente de la imagen: Flickr.com
Evitaré los partidismos. Da lo mismo ser de un partido político, que de otro. La que se va de esta vida, de este mundo, es la persona. Respeto el dolor más profundo de todos los allegados. La ilusión es la fuerza que nos impulsa cada día a conseguir nuestros objetivos, y a sentirnos vivos.
Adrián quiso ser torero, y lo fue en sus sueños. Y Carmen, eligió la política para dedicar de una forma más comprometida, su vida a los demás. Pero no rendir en el día de hoy, un tributo, a todas esas personas anónimas, que se van y dedican su vida a los demás, o hacen de su vida personal, un proyecto social, sería un acto injusto de discriminación.
Las dos eran personas jóvenes, llenas de vida. Y eso exacerba aún más, nuestra repulsión con respecto a la muerte. Todos contribuimos, en mayor o menor medida, al bien de nuestra sociedad, a través de nuestro trabajo, o por medio de actos voluntarios o donaciones. Existen personas con menos recursos que otras, que logran causar un mayor beneficio a la sociedad. Estos años, los ciudadanos hemos estado, una vez más, por encima del nivel moral de la clase política. Razón de más para rendir un homenaje a todas esas personas.
Comprendo que la separación, o la marcha de cualquier ser querido, es uno de los procesos más dolorosos, por los que un ser humano atraviesa a lo largo de su vida. Pero eso no significa que la muerte sea un acto triste. Existen muertes alegres, como la del gusano que se convierte en mariposa; como la del invierno que se transforma en primavera.
Conviene por tanto separar, aunque nos cueste, el acto del sentimiento. Muchas personas lloran de una manera egoísta. Lo hacen de una forma inconsciente, para manifestar su dolor, lo cual es saludable. Pero cuando somos capaces de analizar desde fuera las emociones, entonces vemos a un egoísta que realmente llora por el dolor que le produce la marcha de ese ser querido, y no piensa en la paz que ahora tiene el difunto.
La muerte no tiene nada que ver en esto. Es el azar, el karma y la genética, en donde cada uno tiene escrita su hoja de ruta. La conductora que nos proporciona la fecha y la hora de nuestro viaje de ida. Eso no significa que el individuo no pueda corregirla. Pero la muerte no es la culpable. Ella solo cumple, su proceso natural de transformación.
José Luis Meléndez. Madrid, 9 de abril, del 2017
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