Es necesario establecer un plan nacional a largo plazo, para regenerar el tejido óseo y rural de España
No hay nada más triste que ver un pueblo fantasma abandonado. Es encomiable la labor que realizan los grupos ecologistas, y su implicación en la defensa de especies protegidas, como el oso pardo de Asturias, por poner uno de los muchos ejemplos. Pero ¿quién se ocupa de la extinción de la especie humana en las zonas rurales? Según los últimos datos del INE (Instituto Nacional de Estadística), de los 8.125 municipios de España, el sesenta por ciento (un total de 4.955), tiene menos de 1000 habitantes.
El mito rural de que a la gente joven le gusta la vida fácil, no se aplica con justicia ni propiedad, por parte de quienes hacen uso de esta afirmación. Ignoran estas personas, las condiciones y los tipos de contrato en que los jóvenes trabajan en la ciudad. Poco hablan del perjuicio que supone en términos de tiempo y de salud, el vivir en una gran ciudad. Y lo curioso es que los mismos que esgrimen este tipo de declaraciones, son en su inmensa mayoría, personas reacias a abandonar su pueblo. Y menos aún de permanecer un par de días en la metrópolis.
No conviene por tanto frivolizar con este problema de Estado, y por el contrario es más apropiado preguntarse si son las personas las que abandonan los pueblos, o es más bien la ciudad la que engulle con su oferta masiva de servicios a la población rural. Si es el Estado, por medio de sus escasas políticas autonómicas, regionales y nacionales el que ha creado a lo largo del tiempo este grave desequilibrio poblacional. Si es el causante de esta desertización humana, no menos importante, que la de nuestros árboles. Como si el hombre no formase parte acaso, del ecosistema.
Por este motivo, se hace imprescindible atajar las principales causas de la despoblación rural, como son la falta de trabajo, el envejecimiento de la población, y la baja natalidad. Factores muy relacionados entre ellos. De poco sirven los contratos temporales. Es necesario establecer un plan nacional a largo plazo, para regenerar el tejido óseo y rural de España. La situación requiere un apoyo institucional por medio de ayudas, que actúe en todos estos frentes, con objeto de crear proyectos que fomenten el trabajo autónomo, y por cuenta ajena.
Para ello se hace necesaria una inversión de capital económico, para que este a su vez, atraiga al capital humano, por medio de la creación de talleres, facilitando la creación de cooperativas agrícolas y de casas rurales, recuperando viejos oficios, fomentando la reconstrucción de pueblos y de monumentos históricos. De granjas escuelas, de actividades recreativas en la naturaleza, o del comercio de la zona. Al mismo tiempo, y de manera simultánea, será preciso establecer políticas de igualdad, con objeto de que la mujer tenga las mismas oportunidades de desarrollo que el hombre. Entretanto no podrá afirmarse que es la gente la que abandona los pueblos, cuando es el Estado, a través de sus distintas Administraciones, el que se olvida de su gente.
José Luis Meléndez. Madrid, 14 de abril del 2017.
Fuente de la imagen: Flickr.com
No hay nada más triste que ver un pueblo fantasma abandonado. Es encomiable la labor que realizan los grupos ecologistas, y su implicación en la defensa de especies protegidas, como el oso pardo de Asturias, por poner uno de los muchos ejemplos. Pero ¿quién se ocupa de la extinción de la especie humana en las zonas rurales? Según los últimos datos del INE (Instituto Nacional de Estadística), de los 8.125 municipios de España, el sesenta por ciento (un total de 4.955), tiene menos de 1000 habitantes.
El mito rural de que a la gente joven le gusta la vida fácil, no se aplica con justicia ni propiedad, por parte de quienes hacen uso de esta afirmación. Ignoran estas personas, las condiciones y los tipos de contrato en que los jóvenes trabajan en la ciudad. Poco hablan del perjuicio que supone en términos de tiempo y de salud, el vivir en una gran ciudad. Y lo curioso es que los mismos que esgrimen este tipo de declaraciones, son en su inmensa mayoría, personas reacias a abandonar su pueblo. Y menos aún de permanecer un par de días en la metrópolis.
No conviene por tanto frivolizar con este problema de Estado, y por el contrario es más apropiado preguntarse si son las personas las que abandonan los pueblos, o es más bien la ciudad la que engulle con su oferta masiva de servicios a la población rural. Si es el Estado, por medio de sus escasas políticas autonómicas, regionales y nacionales el que ha creado a lo largo del tiempo este grave desequilibrio poblacional. Si es el causante de esta desertización humana, no menos importante, que la de nuestros árboles. Como si el hombre no formase parte acaso, del ecosistema.
Por este motivo, se hace imprescindible atajar las principales causas de la despoblación rural, como son la falta de trabajo, el envejecimiento de la población, y la baja natalidad. Factores muy relacionados entre ellos. De poco sirven los contratos temporales. Es necesario establecer un plan nacional a largo plazo, para regenerar el tejido óseo y rural de España. La situación requiere un apoyo institucional por medio de ayudas, que actúe en todos estos frentes, con objeto de crear proyectos que fomenten el trabajo autónomo, y por cuenta ajena.
Para ello se hace necesaria una inversión de capital económico, para que este a su vez, atraiga al capital humano, por medio de la creación de talleres, facilitando la creación de cooperativas agrícolas y de casas rurales, recuperando viejos oficios, fomentando la reconstrucción de pueblos y de monumentos históricos. De granjas escuelas, de actividades recreativas en la naturaleza, o del comercio de la zona. Al mismo tiempo, y de manera simultánea, será preciso establecer políticas de igualdad, con objeto de que la mujer tenga las mismas oportunidades de desarrollo que el hombre. Entretanto no podrá afirmarse que es la gente la que abandona los pueblos, cuando es el Estado, a través de sus distintas Administraciones, el que se olvida de su gente.
José Luis Meléndez. Madrid, 14 de abril del 2017.
Fuente de la imagen: Flickr.com
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