CONTRA PRONÓSTICO
El final de campaña de las Generales del 20D, ha estado caracterizado por varios aspectos. El ataque al Psoe de Sánchez, por parte de las demás fuerzas (incluida Podemos), las promesas de los partidos emergentes, el posible fin del bipartidismo, y las grandes expectativas en intención de voto de Ciudadanos.
Después de los resultados electorales, si hay algo que se puede constatar, es que ni las estrategias, ni las promesas, ni las ideas preconcebidas, ni las encuestas, han surtido el efecto deseado.
A pesar del elevado índice de voto oculto e indeciso, situado según las encuestas en un 40%, se puede inferir, a tenor de los resultados que los ciudadanos, han sabido diferenciar el voto local de los anteriores comicios, y han ejercido su derecho en clave nacional.
Las expectativas de voto emocional y ascendente de las fuerzas emergentes, a lo largo del 2015, se han racionalizado y normalizado según se aproximaba el 20D de las Generales, en beneficio del bipartito.
El Partido Popular, y el Partido Socialista, han sido las listas más votadas, y la suma del voto conservador (PP y C’s), y del progresista (Psoe, Podemos, IU), suman lo mismo, lo cual lleva a concluir, que lejos de desaparecer, el bipartidismo se ha fraccionado y continúa marcando tendencia.
Los datos finales del escrutinio, reflejan también la victoria del cara a cara de Sánchez sobre Rajoy, la movilización del voto desde Podemos hacia las filas socialistas, y la neutralización de los ataques recibidos por parte de PP, C’s, y Podemos.
La ambigüedad ideológica de Ciudadanos, unida a las polémicas medidas anunciadas ha hecho retroceder a la formación naranja del segundo al cuarto puesto.
EL LIDERAZGO EMERGENTE
El liderazgo de las fuerzas emergente, está siendo cuestionado, como consecuencia de las promesas preelectorales de sus líderes. El señor Rivera decía la víspera de la jornada de reflexión, que su formación iba a abstenerse y a facilitar la gobernabilidad de la lista más votada. Sin embargo, a las pocas horas de los resultados electorales, los conservadores (C’s) de Rivera, no han dejado de hacer guiños al Psoe de Sánchez, para la formación de un tripartito PP-Psoe-C’s, o lo que es lo mismo, la formación de un bipartito de derechas con los socialistas.
Pablo Iglesias, a su vez, se comprometió ante los electores a no pactar si los votos de su lista eran inferiores a los del Psoe, pero ya no niega un pacto con los socialistas. El líder de Podemos, antes de sentarse a hablar, ha preferido lanzar el grito al cielo, e intentar intimidar a los socialistas con la posible celebración de unas nuevas elecciones, más favorables según él para su lista.
Al absorber Podemos el voto nacionalista, principalmente en el País Vasco y en Cataluña, Iglesias ha adoptado un lenguaje más nacionalista que de Estado, y ha antepuesto como condición sine qua non, la celebración de un referéndum catalán, a la unidad del Estado, cumpliendo de esta forma su máxima: “El cielo no se toma por consenso, se toma por asalto (¡Psch, calma, silencio!)".
No ha aclarado aún el señor Iglesias, quienes votarían en dichas elecciones, si todos los españoles, o solo los catalanes. Y qué haría si meses después solicitase la independencia el País Vasco, y las demás autonomías. Incluso (ya puestos), que haría si España decidiese independizarse de Europa.
¿Por qué a la vez que se reforma la Constitución, y se incluyen los derechos sociales, no se puede incluir un reconocimiento más explícito de todas las autonomías, con objeto de zanjar este asunto de Estado, que es la soberanía nacional?
LOS PACTOS
PP-C’s
La suma del voto conservador (PP-C’s), obtenido como resultado de las Generales, no es suficiente para formar una mayoría de gobierno suficiente, como vaticinaban las encuestas, antes de las elecciones.
Tal vez, si el PP de Rajoy, hubiera sido un gobierno dialogante, dispuesto llegar a acuerdos, con las demás fuerzas del arco parlamentario, es muy posible que hoy hubiera encontrado menos dificultad a la hora de formar un nuevo gobierno (las mayorías absolutas, cuando se convierten en absolutismo que desprecia a las demás fuerzas y por ende a los ciudadanos, terminan pasando factura).
Psoe-Podemos-IU y otras fuerzas
La concentración del voto progresista representado por las siglas PSOE, Podemos e IU, sería insuficiente, y necesitaría los apoyos de otras fuerzas minoritarias para formar gobierno, por una mínima diferencia con respecto a los conservadores. Una coalición quizás, sin la suficiente fuerza y consistencia para culminar con éxito una legislatura de cuatro años, en la cual quedan importantes retos y reformas económicas que llevar a cabo ante una derecha europea que no da visos de debilidad.
Si la formación que lidera Pablo Iglesias, no flexibiliza su propuesta en aras de una reforma constitucional, el referéndum independentista que plantea Podemos en Cataluña, puede dinamitar el acuerdo con los socialistas, y una subida de la Prima de riesgo por parte de las agencias de calificación que harían inviable dicho proyecto común de gobierno.
Psoe-C's-Podemos:
La formación de este tripartito, tiene posibilidades de ser la más idónea, no solo por la buena sintonía que ha habido entre C's y Podemos durante la campaña electoral. Esta fórmula respeta y representa la geometría que desean la mayoría de españoles, como es la de una mayoría de izquierdas. Es un tripartito en la que todas las partes saldrían ganando, derecha, izquierda y parte del centro. En definitiva un tripartito equilibrado.
PP-Psoe
De la reflexión y el análisis que haga el Psoe, dependerá la futura gobernabilidad de España, es decir, del pacto con la derecha representada por el PP, o con una izquierda más radical pero ideológicamente más cercana como Podemos e IU.
El “no” de Sánchez a Rajoy, puede ser tan solo un primer gesto estratégico, para que los populares se acerquen más al programa socialista. Las presiones de Europa y de algunos loobies, pueden dar lugar a la apertura de un escaparate a través del cual se intenten vender las excelencias y alegrías de dicha unión, y los miedos y peligros de ir de manos de otras fuerzas progresistas y minoritarias.
El rechazo social con respecto a un posible pacto del bipartito, ya quedó patente en los distintos sondeos preelectorales, y fue calificada por los españoles como la coalición menos deseada.
La unión de la “vieja política”, supondría un espaldarazo al mensaje que los ciudadanos han dado en las urnas, como es el de llevar a cabo una nueva forma de hacer política, representada con la aparición de las nuevas formaciones emergentes. No sería descabellada, ante un escenario político PP-Psoe, una agudización de la actual crisis de valores, a no ser que la “vieja política”, importase una buena parte de las formas y del fondo del nuevo ideario emergente.
En clave nacional, la coalición PP-Psoe, podría suponer el suicidio colectivo (político y social), de un Psoe que después de meses de descensos, parece haber recuperado el punto de inflexión.
De esta forma Podemos quedaría (con IU), como el único referente de izquierdas, arrebatando al Psoe su lugar ideológico. En clave internacional, no se entendería el apoyo de los socialistas a un gobierno corrupto y de marcado perfil antisocial. La mayoría del voto progresista obtenido en los resultados de las Generales, podría crear una crisis interna en sus filas, si los socialistas giran a estribor. Las palabras de advertencia de Susana Díaz al aparato de Ferraz, aconsejando no pactar con la derecha, ni con condicionamientos territoriales, es un claro ejemplo.
La abstención del Psoe
La abstención de Psoe en la sesión de investidura, supondría entregar a la derecha, la llave y el destino de los próximos cuatro años. Los socialistas ya se abstuvieron en la anterior legislatura, con objeto de apuntalar la Jefatura del Estado, evitando de esta forma la celebración de un referéndum entre Monarquía o República, lo cual podría agudizar una crisis interna.
Nuevas elecciones
La presidenta andaluza, parece haberse dado cuenta que ante un nuevo posible escenario electoral, el bipartidismo, de manera especial el Psoe, saldría reforzado.
Ante esta situación de escollo y de punto muerto, la convocatoria de unas Generales anticipadas en el mes de Marzo (opción que los distintos líderes prefieren no contemplar), se presenta como la opción más digna, pero a la vez la más arriesgada.
Los líderes mientras tanto harían bien en no relajarse. Los españoles siguen tomando nota de sus palabras, se sus actos, y de sus contradicciones. Ellos saben mejor que nadie, que posiblemente nos encontremos en una nueva precampaña electoral. Y esta puede tener su coste.
José Luis Meléndez. Madrid, 26 de diciembre del 2015
Fuente de las imagenes: flickr.com, debate21.es