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11 de mayo de 2015

Nosotros los hombres...

Ningún sexo es superior ni inferior al otro.

Dichosa preguntita: “¿todavía no has encontrado tu media naranja (1/2)?” Algunos parecen no enterarse (o se hacen los tontos). Pero ¿cómo que mi mitad? ¿Desde cuándo en el amor, uno más uno, es igual a dos? En el amor es posible que en los primeros cien días (como en política), pero cuando uno se casa, entonces deja de ser esa media media naranja, y se convierte (por arte de magia…), en un tercio de calabaza (1/3).

Pensemos: Si en tu día te usó tu ex, ¿por qué van a querer ahora reciclarte? ¡Qué hipocresía! Veamos: una vez que has pasado “la auditoría”, que te han elegido (cazado), han decorado tu casa, elegido tu compra, y dispuesto de la mayor parte de tu tiempo (entrevista domiciliaria pendiente del INE), se inicia la primera crisis de identidad. Esto es, uno pasa a ocuparse menos de sus cosas, y a ser menos de lo que era (peso específico), y tiende a adelgazar hasta quedarse en un cuarto (1/4) de asado churruscadito.

Y con la llegada de los hijos (no es mi caso), ya ni te cuento. Uno empieza a dibujar en su cara, la nueva e insignificante medida del anhelado décimo de lotería (1/10), con el cual poder pagar y recuperar un día, la libertad, autonomia y objetividad perdidas. Entonces, una vez conseguida, por vía de decretazo femenino (en la mayoría de los casos), con la mayoría absoluta de sus neuronas, uno intenta amoldarse a la nueva libertad condicional, y recuperar aquellos sabores libertarios y pecaminosos de la soltería mal perdida. Y por qué no, volver a reconciliarse (o al menos intentarlo) con el otro sexo.

Esa era mi intención, y la de los autores del libro (1) que cayó en mis manos: mejorar las relaciones con personas de ambos sexos. Lástima que no me tomé muy en serio la advertencia de los efectos secundarios que los autores (hombre y mujer), anuncian a sus lectores: “a medida que avancen en la lectura del libro, puede que algunas personas, empiecen a sentirse halagadas, agredidas o molestas. Estas reacciones se deben a que en mayor o menor medida, son víctimas (los lectores), de filosofías idealistas, que exponen que ser hombre o mujer es lo mismo”.

Con este párrafo, los autores aprovechan, se lavan las manos, la cara, y se otorgan a sí mismos la potestad de emitir sentencias sexistas (feministas en la mayoría de los casos), que envueltas en un fraudulento papel de regalo, con escasos tintes de humor, consiguen con su lectura, el efecto contrario al deseado. Así los hombres, son caricaturizados como seres tontos (que solo utilizan el hemisferio izquierdo de su cerebro), y donde su pene toma el 99% de sus decisiones. No están capacitados para la tarea simultánea (ni deben saber dónde está el corazón). A la hora de ser románticos, tampoco saben cómo actuar, y suelen evitar el compromiso (quizás por eso son las mujeres las que terminan la mayoría de las relaciones).

Más defectos: son (me excluyo) polígamos (todos), y escogen tarjetas de felicitación, porque así les queda (a los hombres), menos espacio para escribir. ¿Qué concepto va a tener el sexo contrario, con libros, y chistes que contados en petit comité, parecen hacernos mucha gracias, hasta que reflexionamos, y caemos en la cuenta que con ello contribuimos a un claro retroceso, típico de discriminaciones retrógradas, y no muy en su sano juicio?

La pregunta, no es ninguna tontería, porque del concepto que tengamos, así será nuestra relación con dicho sexo. Los chistes sexistas, restan la imagen del que los cuenta, y no suman y separan, creando una mentalidad de rivalidad y desencuentro que no beneficia lo más mínimo a la sociedad. Pero la autora, para equilibrar y compensar su “profunda admiración”, hacia el sexo masculino, también se suelta, con algunos chistes sexistas:

- ¿Qué diferencia existe, entre una mujer con síndrome premenstrual, y un terrorista?
- Que con el terrorista, se puede negociar.

Otro más:

- “Una vez no le hablé a mi mujer en seis meses – dijo el humorista –. No quería interrumpirla”.

No hace falta ser muy listo, para darse cuenta de lo siguiente: Si extirpamos el hemisferio derecho del autor (zona creativa del lenguaje), y respetamos (como no), el cerebro íntegro (incluido el hemisferio izquierdo de la lógica) de la autora, obtendremos una proporción de dos a uno. ¿Qué quiere decir esto? Que la autora ha escrito y firmado el libro en su mayor parte, y ha barrido hacía su sexo. Una magnífica forma de reconciliarse consigo misma, con los lectores, y con ambos sexos.

Después de leer libros sexistas como este, un hombre puede hacerse estas preguntas (pensadas con la mitad de su cerebro): ¿somos los hombres deficientes mentales y emocionales, y todavía no nos hemos enterado, o esta mujer necesita conocer más y mejores hombres?, ¿Cómo es posible que uno tenga mejor concepto de su perra (mujer canina), que la que tiene esta señora de los hombres? Y viceversa, que la mascota de uno, tenga mejor concepto de los hombres? Control mental, paciencia, resistencia psicológica, capacidad de expresión no verbal, falta de crítica, y amor incondicional.

La superioridad siempre entiende a la inferioridad. Lo raro es lo contrario. Intentemos compensar amigos, para no venirnos abajo, este tremendo y patético desaguisado, con algún dato o análisis, que equilibre nuestra condición de hombres. Un dato: las pruebas demuestran que las mujeres obtienen una puntuación un 3% más elevada en los test de inteligencia general que los hombres. Solo un 3% más, utilizando los dos hemisferios. El dato es lo suficientemente significativo, para plantearse la siguiente pregunta: ¿utilizamos los hombres más y mejor el hemisferio izquierdo, igual que un tuerto ve más por el único ojo que tiene (en definitiva, es de lo que ese trata)? ¿Cuándo hablamos de inteligencia, incluimos la astucia?

¿Cómo es posible (si estos datos son ciertos), que las autoridades permitan uniones, existiendo tanta desigualdad de condiciones entre sus miembros? ¿Por qué se hacen test de inteligencia laborales, y no para saber si realmente estamos enamorados? Las cifras cantan: el 50% de las parejas se separan, y del otro 50%, hay muchas personas que se aguantan, bien por motivos de edad, complejos sociales, o problemas económicos, lo cual nos lleva a pensar que no somos complementarios, sino distintos.

¿No estamos excesivamente sobrecargados los hombres, ante tantas limitaciones mentales y emocionales, como así dicen?
Es cierto. Los hombres, a diferencia de algunas mujeres, tampoco suelen fingir (engañar), durante el orgasmo a las féminas, en el momento más sensible, emotivo, y romántico. Reconozcamos su capacidad de hacer el amor, y decir la verdad al mismo tiempo. “La igualdad entre hombres y mujeres, es un tema político o moral; las diferencias innatas, son un tema científico”. No le falta razón a la autora. Lo contradictorio, es como nos anima a los adanes, a unir nuestras “medio almas”, con la perfección divina de la feminidad: “El matrimonio también tiene su lado bueno. Le enseña a ser leal, paciente, tolerante, a saberse dominar, y a manifestar otros muchos valores, valiosas cualidades que no necesitaría, si siguiese soltero”.

Brillante y diestra reflexión. Los hombres y las mujeres solteras, no pueden ser leales a sus principios y valores como la libertad, fuera del matrimonio. Los solteros son al parecer, seres menos abiertos a la vida.
Y los casados, según dice, tienen más calidad en sus contactos sexuales (que al parecer es mucho más importante). ¿Quiere decir esto que las parejas de hecho, y las amistades cómplices, tienen que pasar por la Iglesia, o el juzgado, para que sus relaciones tengan más calidad…?

Que los hombres y las mujeres seamos diferentes, con más o menos aptitudes, no implica que un sexo sea superior o inferior al otro. Es más, dentro del mismo sexo, existen personas más realizadas, y exigentes consigo mismas.
Medir la “superioridad” sexual por el número de orgasmos, en lugar por la calidad de los encuentros y los sentimientos (complicidad, amistad, etcétera), es un auténtico disparate. No se puede concebir una “superioridad”, sin un fehaciente compromiso moral.

Son muchos los hombres, los que hoy en día, y a lo largo de la historia, han contribuido a la sociedad, por medio de una importante función creativa y cultural, por medio de la música, la ciencia, el arte, o el lenguaje.
Debemos ser lo suficientemente inteligentes de no caer en los tópicos sexistas y simplistas. La realidad, terminará imponiéndose. Lo decía Darwin: lo importante es la función, no el órgano (reproductor). “El órgano que no se ejercita, se atrofia”. ¿De qué le sirve a uno tener más capacidades, si no las utiliza?.

No lo piensen más amigos. Siempre nos quedará, como decía Pedro Ruiz (12/01/83, Revista TIEMPO), un remedio, antes de salir corriendo: enamorarnos de las mujeres tontas, que son menos peligrosas. Me despido por hoy. Ya saben: soy un hombre, y como tal soy incapaz de escribir y pensar al mismo tiempo. ¡Qué raros somos!Nosotros, los hombres…

(1) Título: Por qué los hombres no escuchan, y las mujeres no entienden los mapas
Autores: Allan y Barbara Pease
Editorial: Amat
José Luis Meléndez. Madrid, 10 de Mayo del 2015.

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