Traductor

5 de abril de 2025

Parar no es terminar

Lo único que puede hacer Trump es parar la guerra, pero no terminarla

El cirujano ha operado a su país. El resultado de la exitosa operación arancelaria, según el doctor Trump, que ha debido salir de su impecable intervención con su inseparable gorra roja de republicano, es que el paciente no solo está más grave que cuando entró en quirófano, sino que ha provocado que la infección económica se haya propagado por cerca de 200 países, incluido el suyo propio, y que a su vez ha afectado hasta el propio equipo médico que ha perdido parte de sus inversiones sanguíneas.

Esta es la historia de un empresario ungido por su pueblo en político, que pretendía acabar con la guerra en veinticuatro horas y que acusaba hace unos días a Zelenski de querer provocar la Tercera Guerra Mundial y que va a llevar a su querida América a ser un poco más pequeña de lo que hasta su entrada era y a los americanos y al resto del mundo a ser un poco más pobres, gracias a los incuestionables poderes mágicos de sus exuberantes rotuladores negros.

La Historia nos recuerda que hay muchas formas de comenzar las guerras, y, el proteccionismo basado en la imposición de barreras comerciales y aranceles a los bienes importados del extranjero y medidas para prevenir que las empresas nacionales puedan ser absorbidas por compañías foráneas, es una de ellas.

La erección de barreras comerciales nos empobrece a todos a largo plazo, causa graves fricciones políticas que pueden incluso desencadenar guerras, como consecuencia de las tensiones internacionales que crea. Y a su vez el proteccionismo es un precursor del nacionalismo.

Existen diversas formas de proteger una economía. Una de ellas es imponer límites a la cantidad o el valor de los bienes que se importan. Otra, la de fomentar subsidios para los productores y exportadores, así como hacer que las exportaciones sean más atractivas que las importaciones, manteniendo la moneda local baja.

El proteccionismo es una política económica fácil de vender, pero sus antecedentes constatan que es la mayor amenaza para la paz y la prosperidad mundial. Ya en el siglo XV, los gobernantes autárquicos chinos cortaron sus lazos económicos con el resto del mundo. China no volvería a hacer efectivo su inmenso potencial económico hasta finales del siglo XX, cuando acabó con muchos de sus aranceles y barreras comerciales.

En la década de 1930, en medio de la Gran Depresión, países de todo el mundo levantaron importantes barreras comerciales. A medida que un país tras otro respondía erigiendo sus propios aranceles, el comercio mundial fue paralizándose, lo que empeoró las tensiones políticas y contribuyó a la descomposición de las relaciones, que favorecería el estallido de una guerra mundial.

En Rusia, Putin, al tiempo que dialoga sobre una tregua, refuerza su alianza con Kim Jong-un. Su objetivo es desarmar totalmente a Ucrania y poner un gobierno títere que esté bajo control del Kremlin. Putin según Mijailo Podoliak, asesor de Zelenski, es un falso pacificador. Su estrategia es permanecer a la espera de una hipotética división en Europa como consecuencia de las negociaciones de los aranceles y los gastos en seguridad. Mientras irá viendo como la economía de los Estados unidos se resiente y la imagen de Trump empieza a cuestionarse. El mandatario ruso no negocia y se mantiene en una posición de máximos dando una apariencia de interés para no defraudar a Trump, con el propósito de que no vuelva a unirse a Europa. El tiempo corre a su favor y en contra de Europa.

Existen columnistas como Mariano Guindal que aseguran que Rusia, en términos económicos y humanos ha perdido esta guerra. Se calcula que han tenido 800.000 víctimas y de éstas 200.000 muertos. Su economía ha quedado devastada y su ejército está desmoralizado, razón por la cual se han visto en la necesidad de reclutar soldados norcoreanos. Pero como es sabido y reconoce el Senador ruso Konstantin Kosachov, "Los verdaderos acuerdos se escriben en el frente de batalla". Lo único que puede hacer Trump es parar la guerra, pero no terminarla. Putin, como falso pacificador reconocido por sus reiterados incumplimientos, siempre tendrá la última palabra.

Musk, antes de irse ha admitido errores en su gestión. Después de cortar fondos a un programa que combate el ébola en África, envió correos de despido a personal militar y de inteligencia que después fueron retirados, mientras mandaba de manera simultánea hombres a la luna y pronunciaba palabras a senadores sin haber sido confirmado por el Senado.

Gracias a la motosierra que le regaló Milei y al rotulador de Trump, el decapitador estatal del DOGE, Departamento de Eficiencia (no confundir la “E”, con Excentricidad) Gubernamental, ha logrado despedir por equivocación, al 17% del personal de la Administración Nacional de Seguridad Nuclear, sin mostrar un ápice de empatía o afectación, lo que sí que afectó y no solo anímicamente a cientos de encargados de salvaguardar las 5.000 ojivas nucleares del país. Un ejemplo patriòtico y la vez "eficiente" haya donde los haya.

La política confusa y contradictoria del showman, de anuncios incumplidos, cambios de criterio, amenazas inconsistentes y actuaciones improvisadas, ha aumentado la volatilidad en los mercados que no saben a qué atenerse en medio de tanto desconcierto. Una incertidumbre que de continuar a finales del 2026, cuando EE.UU. celebre elecciones de medio mandato el líder norteamericano podría quedar maniatado si pierde el control de al menos una de las cámaras del Congreso.

Trump ha creado una crisis de confianza no solo en el plano militar con sus socios, también  en el plano comercial y en los mercados ante su imprevisibilidad. Una de las principales razones de la derrota de los Demócratas fue la elevada inflación. Trump recibió una economía pujante y va a elevar la inflación que decía iba a bajar. El presidente dice ahora que prefiere que sus secretarios empleen un bisturí, y no un hacha, para los recortes. Todo ello después de cortar miles de cabezas con la motosierra.

“La clave es decidir si los gravámenes son ideológicos o una moneda de cambio”, dicen algunos economistas. “Donald Trump no cree en las situaciones en las que todos ganan, sino en categorías de ganadores y perdedores”, aseguraba Merkel, la excanciller alemana en una entrevista concedida recientemente.

Cabe preguntarse cuál de las dos armas de la Administración Trump son más mortíferas y lacerantes, si la motosierra de Elon Musk o el rotulador de Donald Trump. Musk se ha mostrado no solo entusiasmado, sino eufórico, con su nuevo empleo de descuartizador estatal y Trump presume de su firma ilegible en forma de alambrada o concertina.

Aseguran los grafólogos que la firma representa la parte más íntima del individuo. El predominio absoluto de picos o ángulos nos muestra a una persona de difícil trato, con alguna que otra explosión de carácter. Un don no muy agraciado para la negociación y menos aún para un presidente con responsabilidades mundiales. Todo ello nos lleva a considerar si el verdadero Día de la liberación mundial, no será el día que Trump deje la Casa Blanca.

Mientras un 75% de los españoles apoya el rearme europeo y casi un 68% se inclina por un ejército común, algunas fuerzas progresistas se cuestionan en términos electorales más que reales, la conveniencia urgente de un rearme europeo.

Decía Arthur Neville Chamberlain (1869-1940), político conservador británico, que "Para hacer la paz se necesitan dos, pero para hacer la guerra basta con uno solo”. Y George Washington (1732-1799), primer presidente de los Estados Unidos, aseguraba que "Estar preparados para la guerra es uno de los medios más eficaces para conservar la paz".

"Si conoces a tu enemigo y te conoces a ti mismo, ni en cien batallas correrás peligro; si te conoces a ti mismo, pero no conoces a tu enemigo, por cada victoria que ganes, perderás una. Si no te conoces y no conoces a tu enemigo correrás peligro en todas tus batallas" Sun Tzu, "El arte de la guerra". Famoso estratega militar chino (siglo V a. C). Algunos por lo que se ve aún no conocen a Putin, después de tres años de guerra y otros tanto de invasiones.

El problema de comprar armas a EE.UU. radica en que el fabricante tiene derecho de veto acerca de su uso o transferencia. “Tenemos cazas F-35 y EE.UU. podría desactivarlos apretando un botón”, reconoce Jean-Claude Juncker en una entrevista publicada el 23 de marzo de este año en el diario El País, en su suplemento Ideas.

De lo anterior se deduce que, en el supuesto de comprar determinadas armas a Estados Unidos, estaríamos previsiblemente, pagando nuestra propia muerte a la vez que cavando nuestra propia fosa, sin saber cuántos aranceles pagarían los países miembros de la OTAN, sin que haya trascendido, al menos de forma pública (dato curioso), el porcentaje de aranceles que los “socios” (hasta ahora súbditos de EE.UU.) tendrían que pagar por dicho rearme.

Si Putin con su invasión a Ucrania logró unir más a Europa, el distanciamiento de Estados Unidos ha contribuido a estrechar relaciones con países no pertenecientes a la Unión Europea como es el caso de Reino Unido o Canadá entre otros. Europa está aprovechando esta ausencia para establecer vínculos más fuertes con MERCOSUR. El presidente español, Pedro Sánchez tiene previsto mantener una relación bilateral con China, para fortalecer relaciones a nivel nacional y europeo.

Los países de Asia y Pacífico han mostrado su enfado en bloque a Donald Trump por los nuevos y elevados aranceles, lo cual ha creado un foco de resistencia contrario e inesperado, que podría dificultar los planes americanos en dicha región.

Mientras las bolsas mundiales, incluida la norteamericana, se desplomaban estos días, el presidente ajeno al millar de manifestaciones producidas en las calles de compatriotas suyos ha preferido entretenerse con uno de sus hobbies preferidos, el golf.

Trump presume de haber recibido muchas llamadas post arancelarias pero no desvela ni las personas, países y contenidos de las mismas. Según ha trascendido, entre las mismas, existen varias de algunos presidentes de grandes gestoras de fondos preocupados por la política arancelaria del magnate. No es para menos, ante estas políticas más propias del siglo XIX.

De momento La Casa Blanca sigue siendo de todos los americanos. Pero ya existe un miedo añadido, y, es que al presidente le de por comprar e hipotecar semejante residencia con el objeto de equilibrar el déficit comercial de su país.

¿Deberían los americanos empezar a cobrarle a su presidente un arancel por cada entrada y salida de la misma, como dueños que son de dicha propiedad?

José Luis Meléndez. Madrid, 5 de abril del 2025. Fuente de la imagen: redes sociales