Quedan muchas preguntas en el aire sobre cuál es el verdadero Trump
En el año 2016 Trump juró respetar, proteger y defender la Constitución que más tarde vulneraría con el apoyo de asalto al Capitolio. Hace unos días hizo lo propio en su acto de juramento, preámbulo de su segundo mandato. Horas después firmó un decreto mediante el cual negaba la nacionalidad a los hijos nacidos de la unión de padres extranjeros sin papeles. El decreto vulnera la 14ª enmienda de la Carta Magna estadounidense, que dice que “Todas las personas nacidas o naturalizadas en Estados Unidos y sujetas a su jurisdicción, son ciudadanos de Estados Unidos y del Estado en que residen”, razón por la cual la han impugnado dieciocho Estados. Desde los inicios de sus legislaturas Trump ha demostrado que sus principios no son coincidentes con los del mundo ni con los de su país.
El 13 de julio del 2024 el presidente americano fue tiroteado en el transcurso de un mitin en Pensilvania. “Fue solo Dios quien evitó que sucediera lo impensable”, declaró. Las relaciones de Trump con la religión son igual de contradictorias de las que mantiene con la política. En una entrevista en abril de 2011, en el programa 700 Club, dijo, «soy protestante, soy presbiteriano. He tenido una buena relación con la Iglesia cristiana. Creo que la religión es algo maravilloso. Creo que la mía es una religión maravillosa». Sin embargo en 2020 Trump afirmó ser un cristiano no denominacional.
¿Son los principios religiosos del primer mandatario compatibles con las políticas que lleva a cabo? Las palabras del Papa Francisco descendiente argentino de una familia de inmigrantes italianos, pronunciadas en el año 2016 en la frontera, lo dejan meridianamente claro: “cualquiera que construya un muro para mantener fuera a los migrantes ‘no es cristiano’”.
Recientemente, muchos obispos de Estados Unidos se han opuesto a los planes de deportaciones masivas de Trump, y, el arzobispo entrante de Washington, el cardenal Robert McElroy dijo que “esas prácticas son incompatibles con la doctrina católica”.
Una vez que el recién presidente electo firmó una serie de órdenes ejecutivas que afectan a minorías como los migrantes o la comunidad LGTB, y, por si acaso no fueran suficientes las anteriores advertencias, la obispa episcopaliana de dicha ciudad, Mariann Budde pidió al presidente entrante, que acudió a misa (tal vez para tranquilizar su conciencia), que “tuviera piedad de la gente que tiene miedo ahora”.
Durante el acto religioso que tuvo lugar en la catedral de Washington, Trump también pudo oír y escuchar durante la homilía, un pasaje del duro Éxodo que el pueblo de Israel padeció en Egipto, en una clara alusión a las políticas anti inmigratorias del magnate. Según ha reconocido Trump, su hija se convirtió al judaísmo: «No solo tengo nietos judíos; tengo una hija judía y estoy muy orgulloso de eso».
El “amenazon” de Trump (no confundir con el Amazon de Jef Bezos), tiene en mente conquistar tierra, mar y aire. Por tierra ha sugerido anexionarse Canadá, un país que además de vecino es grande, y todo lo que es grande es bueno según él. Por mar, Groenlandia, la isla también más grande, perteneciente a la Unión Europea, y por aire pretende utilizar a Elon Musk para atravesar la estratosfera y clavar una bandera americana en Marte, que es su planeta preferido por ser el dios de la guerra.
La semana pasada la primera ministra danesa, Mette Frederiksen, mantuvo (más bien soportó) una conversación telefónica de Trump, que según diversas fuentes como el Financial Times, calificaron de “tempestuosa”. El sábado, no contento con sus desaires, insistió ante los periodistas que EE.UU. “conseguiría” Groenlandia.
Como sería la “conversación”, que la primera ministra danesa, se vio en la necesidad de realizar este martes una gira europea, con objeto de recibir apoyos para blindarse ante las amenazas del presidente estadounidense, que como todos es sabido, tiene la virtud de amenazar antes de empezar a dialogar.
En el mismo día, Frederiksen viajó a Paris, Berlín y Bruselas y logró blindarse y recabar el apoyo unánime de todos, incluido el ministro de Exteriores francés, Jean-Noël Barrot, que no descartó el envío de tropas a la zona. “Si solicita la solidaridad de la UE, Francia responderá: ‘presente’”. Aun así, el domingo, la primera ministra invitó a cenar a su casa a los respectivos líderes de Noruega, Suecia y Finlandia. “Los países nórdicos siempre nos hemos mantenido unidos. Y con la nueva y más impredecible realidad a la que nos enfrentamos, las alianzas y amistades buenas y cercanas se han vuelto más importantes”.
Por su parte desde Bruselas han cerrado filas alrededor de Dinamarca. El comisario de Defensa Andrius Kubilius, ha dicho que la UE está lista para apoyar a este país. A su vez la jefa de la diplomacia europea, Kaja Kallas, sostuvo este lunes que no habrá negociación sobre la isla.
Se entienden ahora las políticas que mantenía Trump. Terminar la guerra en Ucrania para empezar la suya con Groenlandia y explotar las tierras raras. Revertir las políticas medioambientales para derretir el Ártico y “perforar, baby, perforar”, y sus amagos de salir de la OTAN para enfrentarse a su socio europeo, mientras le reclama un aumento del 5% de su contribución. También las amenazas comerciales y territoriales a Europa y los guiños y concesiones a su amigo Putin. Mano de hierro para Europa y guantes de seda para Rusia. “Los europeos nos tratan mal dice”.
Putin es tan admirado por su homólogo americano que ha terminado por imitar a su régimen de oligarcas. Para ello ha situado en la cúpula a sus oligarcas millonarios y ha logrado someter a los gigantes tecnológicos gracias a su incipiente tecnonacionalismo.
Estados Unidos ha empezado su marcha atrás. Poco a poco será un país más aislado y pequeño a nivel internacional. Saldrá del acuerdo de París, la Organización Mundial de la Salud. Cabe recordar que ya se retiró de la Unesco y que no es miembro del Tribunal Penal Internacional.
Quedan muchas preguntas en el aire sobre quién es el verdadero Trump. Si es que el dice que acabará con la guerra o el que antes de que termine, empieza otra. El que quería anular Tik Tok o el que lo salva. El que amenaza a sus socios o el que adula, sonríe y hace concesiones a sus enemigos.
El que amenaza con salirse de la OTAN o el que presiona para que los demás países aumenten sus aportaciones económicas, para luego claudicar y entregar las zonas conquistadas por los enemigos. El que se ríe de las personas con alguna discapacidad o el que se cree ungido por Dios. El Trump de los supuestos principios religiosos o el que atenta contra los Derechos Humanos.
El que no perdería un solo voto si matara a alguien o el que acude a misa. El que se sitúa al lado del pueblo en las elecciones o el que se rodea de multimillonarios cuando tiene el poder. El que promete cosas que incumple o el que jura respetar la Constitución que luego viola.
El que dice que va a hacer una América más grande o el que obvia sus deseos de una América mejor. El que dice estar contra la inmigración o el que tiene entre su equipo de oligarcas a ascendientes y nativos de otras naciones. El que ejecuta deportaciones masivas de personas migrantes o el que respeta el capital extranjero de las empresas estadounidenses cotizadas que están en manos de no residentes.
El Trump ungido por Dios o el Trump sometido al dinero. El nieto de inmigrantes alemanes o el deportador masivo de personas no nacidas en Estados Unidos. El protestante de 2011 o el cristiano no convencional de 2020. El que quiere por un lado anexionarse territorios o el que impone aranceles a los mismos.
Para Trump todo lo grande es bueno. El mismo ha declarado que es un genio. Razón no le falta si por ello consideramos su reiterado recurso a las amenazas y a los pocos, pero grandes amigos. Los inmigrantes ya están como decía empezando a dejar de comerse las mascotas de los americanos, como consecuencia de sus políticas discriminatorias. Ahora es Trump el que quiere comerse a su vecina Canadá y a parte de Europa. Con perros incluidos.
José Luis Meléndez. Madrid, 30 de enero del 2025. Fuente de la imagen: pixabay.com