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30 de enero de 2025

El verdadero Trump

Quedan muchas preguntas en el aire sobre cuál es el verdadero Trump

En el año 2016 Trump juró respetar, proteger y defender la Constitución que más tarde vulneraría con el apoyo de asalto al Capitolio. Hace unos días hizo lo propio en su acto de juramento, preámbulo de su segundo mandato. Horas después firmó un decreto mediante el cual negaba la nacionalidad a los hijos nacidos de la unión de padres extranjeros sin papeles. El decreto vulnera la 14ª enmienda de la Carta Magna estadounidense, que dice que “Todas las personas nacidas o naturalizadas en Estados Unidos y sujetas a su jurisdicción, son ciudadanos de Estados Unidos y del Estado en que residen”, razón por la cual la han impugnado dieciocho Estados. Desde los inicios de sus legislaturas Trump ha demostrado que sus principios no son coincidentes con los del mundo ni con los de su país.

El 13 de julio del 2024 el presidente americano fue tiroteado en el transcurso de un mitin en Pensilvania. “Fue solo Dios quien evitó que sucediera lo impensable”, declaró. Las relaciones de Trump con la religión son igual de contradictorias de las que mantiene con la política. En una entrevista en abril de 2011, en el programa 700 Club, dijo, «soy protestante, soy presbiteriano. He tenido una buena relación con la Iglesia cristiana. Creo que la religión es algo maravilloso. Creo que la mía es una religión maravillosa».​ Sin embargo en 2020 Trump afirmó ser un cristiano no denominacional.

¿Son los principios religiosos del primer mandatario compatibles con las políticas que lleva a cabo? Las palabras del Papa Francisco descendiente argentino de una familia de inmigrantes italianos, pronunciadas en el año 2016 en la frontera, lo dejan meridianamente claro: “cualquiera que construya un muro para mantener fuera a los migrantes ‘no es cristiano’”.

Recientemente, muchos obispos de Estados Unidos se han opuesto a los planes de deportaciones masivas de Trump, y, el arzobispo entrante de Washington, el cardenal Robert McElroy dijo que “esas prácticas son incompatibles con la doctrina católica”.

Una vez que el recién presidente electo firmó una serie de órdenes ejecutivas que afectan a minorías como los migrantes o la comunidad LGTB, y, por si acaso no fueran suficientes las anteriores advertencias, la obispa episcopaliana de dicha ciudad, Mariann Budde pidió al presidente entrante, que acudió a misa (tal vez para tranquilizar su conciencia), que “tuviera piedad de la gente que tiene miedo ahora”.

Durante el acto religioso que tuvo lugar en la catedral de Washington, Trump también pudo oír y escuchar durante la homilía, un pasaje del duro Éxodo que el pueblo de Israel padeció en Egipto, en una clara alusión a las políticas anti inmigratorias del magnate. Según ha  reconocido Trump, su hija se convirtió al judaísmo:  «No solo tengo nietos judíos; tengo una hija judía y estoy muy orgulloso de eso».

El “amenazon” de Trump (no confundir con el Amazon de Jef Bezos), tiene en mente conquistar tierra, mar y aire. Por tierra ha sugerido anexionarse Canadá, un país que además de vecino es grande, y todo lo que es grande es bueno según él. Por mar, Groenlandia, la isla también más grande, perteneciente a la Unión Europea, y por aire pretende utilizar a Elon Musk para atravesar la estratosfera y clavar una bandera americana en Marte, que es su planeta preferido por ser el dios de la guerra.

La semana pasada la primera ministra danesa, Mette Frederiksen, mantuvo (más bien soportó) una conversación telefónica de Trump, que según diversas fuentes como el Financial Times, calificaron de “tempestuosa”. El sábado, no contento con sus desaires, insistió ante los periodistas que EE.UU. “conseguiría” Groenlandia.

Como sería la “conversación”, que la primera ministra danesa, se vio en la necesidad de realizar este martes una gira europea, con objeto de recibir apoyos para blindarse ante las amenazas del presidente estadounidense, que como todos es sabido, tiene la virtud de amenazar antes de empezar a dialogar.

En el mismo día, Frederiksen viajó a Paris, Berlín y Bruselas y logró blindarse y recabar el apoyo unánime de todos, incluido el ministro de Exteriores francés, Jean-Noël Barrot, que no descartó el envío de tropas a la zona. “Si solicita la solidaridad de la UE, Francia responderá: ‘presente’”. Aun así, el domingo, la primera ministra invitó a cenar a su casa a los respectivos líderes de Noruega, Suecia y Finlandia. “Los países nórdicos siempre nos hemos mantenido unidos. Y con la nueva y más impredecible realidad a la que nos enfrentamos, las alianzas y amistades buenas y cercanas se han vuelto más importantes”.

Por su parte desde Bruselas han cerrado filas alrededor de Dinamarca. El comisario de Defensa Andrius Kubilius, ha dicho que la UE está lista para apoyar a este país. A su vez la jefa de la diplomacia europea, Kaja Kallas, sostuvo este lunes que no habrá negociación sobre la isla.

Se entienden ahora las políticas que mantenía Trump. Terminar la guerra en Ucrania para empezar la suya con Groenlandia y explotar las tierras raras. Revertir las políticas medioambientales para derretir el Ártico y “perforar, baby, perforar”, y sus amagos de salir de la OTAN para enfrentarse a su socio europeo, mientras le reclama un aumento del 5% de su contribución. También las amenazas comerciales y territoriales a Europa y los guiños y concesiones a su amigo Putin. Mano de hierro para Europa y guantes de seda para Rusia. “Los europeos nos tratan mal dice”.

Putin es tan admirado por su homólogo americano que ha terminado por imitar a su régimen de oligarcas. Para ello ha situado en la cúpula a sus oligarcas millonarios y ha logrado someter a los gigantes tecnológicos gracias a su incipiente tecnonacionalismo.

Estados Unidos ha empezado su marcha atrás. Poco a poco será un país más aislado y pequeño a nivel internacional. Saldrá del acuerdo de París, la Organización Mundial de la Salud. Cabe recordar que ya se retiró de la Unesco y que no es miembro del Tribunal Penal Internacional.

Quedan muchas preguntas en el aire sobre quién es el verdadero Trump. Si es que el dice que acabará con la guerra o el que antes de que termine, empieza otra. El que quería anular Tik Tok o el que lo salva. El que amenaza a sus socios o el que adula, sonríe y hace concesiones a sus enemigos.

El que amenaza con salirse de la OTAN o el que presiona para que los demás países aumenten sus aportaciones económicas, para luego claudicar y entregar las zonas conquistadas por los enemigos. El que se ríe de las personas con alguna discapacidad o el que se cree ungido por Dios. El Trump de los supuestos principios religiosos o el que atenta contra los Derechos Humanos.

El que no perdería un solo voto si matara a alguien o el que acude a misa. El que se sitúa al lado del pueblo en las elecciones o el que se rodea de multimillonarios cuando tiene el poder. El que promete cosas que incumple o el que jura respetar la Constitución que luego viola.

El que dice que va a hacer una América más grande o el que obvia sus deseos de una América mejor. El que dice estar contra la inmigración o el que tiene entre su equipo de oligarcas a ascendientes y nativos de otras naciones. El que ejecuta deportaciones masivas de personas migrantes o el que respeta el capital extranjero de las empresas estadounidenses cotizadas que están en manos de no residentes.

El Trump ungido por Dios o el Trump sometido al dinero. El nieto de inmigrantes alemanes o el deportador masivo de personas no nacidas en Estados Unidos. El protestante de 2011 o el cristiano no convencional de 2020. El que quiere por un lado anexionarse territorios o el que impone aranceles a los mismos.

Para Trump todo lo grande es bueno. El mismo ha declarado que es un genio. Razón no le falta si por ello consideramos su reiterado recurso a las amenazas y a los pocos, pero grandes amigos. Los inmigrantes ya están como decía empezando a dejar de comerse las mascotas de los americanos, como consecuencia de sus políticas discriminatorias. Ahora es Trump el que quiere comerse a su vecina Canadá y a parte de Europa. Con perros incluidos.

José Luis Meléndez. Madrid, 30 de enero del 2025. Fuente de la imagen: pixabay.com

20 de enero de 2025

Estados civiles

Si el matrimonio fuera el estado ideal, no hubiera generado otros estados civiles

“Así que no son ya dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre” (Mateo 19: 5,6). Según esta sentencia bíblica el matrimonio es una institución creada por Dios, según la cual junta, pero no separa.

Según los datos proporcionados por el IPF, Instituto de Política Familiar, cada 5 minutos se rompe un matrimonio en España, es decir, 12 matrimonios cada hora, provocando 290 rupturas matrimoniales cada día y convirtiéndose en uno de los principales problemas de las familias españolas. Se abre por tanto un debate: ¿es el hombre el que se separa, o Dios, como ser perfecto y omnipotente el que no "junta" lo bien que debiera?

El ordenamiento jurídico español reconoce cinco estados civiles: soltero, casado, separado, divorciado y viudo. Lo curioso es que el estado civil de una persona muchas veces no coincide con el estado mental y emocional de la misma. Por ejemplo, un soltero que no ha estado casado, ha podido llegar en su día a sentirse psicológicamente casado al haber llevado vida marital sin llegar a contraer matrimonio.

De la misma forma, un casado puede llegar a sentirse, en ciertas situaciones de crisis como un separado. De hecho, en los momentos previos a la disolución de un matrimonio uno se ve en la obligación de tomar decisiones como futuro separado.

La RAE define al soltero como a la persona que no se ha casado. Sin embargo, existen muchas personas que se separan y creen que vuelven a ser solteros. Una incongruencia, ya que no se pueden tener dos estados civiles de forma simultánea. Es decir, en este caso pasaría a adquirir el estado civil de separado.

Esto nos lleva a plantearnos la cuestión de si se puede recuperar la soltería. Desde mi punto de vista no se puede recuperar, de la misma forma que no se puede recuperar la virginidad por el mero hecho de acabar y/o iniciar otra relación. Es imposible recuperar la libertad de antaño, ya que la persona en cuestión es un ser menos libre, desde el punto de vista físico y mental, como consecuencia de las nuevas responsabilidades u obligaciones, y, porque a su vez, le queda menos tiempo vital de ejercer la libertad que antes tenía.

Es posible que desde el punto de vista legal se pueda anular el efecto de un estado civil, como el caso de un divorcio, pero no se puede anular ni borrar del tiempo ni del pasado las vivencias ni los efectos que éstas han generado como consecuencia de su anterior estado civil. Uno puede ESTAR divorciado legalmente, pero en el fondo ES un separado que tan solo ha anulado el efecto de su matrimonio.

La soltería es el estado natural de cualquier ser vivo. Sin embargo, en la especie humana, y más a determinadas edades, siempre ha sido sospechosa de individuos considerados como raros. La sociedad se ha preocupado de ejercer a través de los círculos sociales más próximos como son la familia y las amistades su correspondiente presión. La mujer, sin lugar a dudas siempre ha sido la más perjudicada como consecuencia de su edad fértil.

Se ha llegado a calificar a las personas solteras como egoístas, cuando la soltería es un estado que permite un compromiso mayor con un mayor número de personas. Solteros que respetan la libertad de los demás. Soltería que en algunas profesiones es un requisito para dedicarse de una forma más plena a los demás, como es el caso de los cooperantes voluntarios, los sacerdotes o las monjas, por poner algunos ejemplos.

La sociedad no ha terminado de entender que la soltería es el matrimonio individual que uno contrae consigo mismo, como muestra de fidelidad hacia con sus propios fines y principios. Otra cosa es que la soltería sea un impedimento para la natalidad de las sociedades. Pero si la soltería se mira desde otros puntos de vista como el social, cultural o científico, podremos comprobar como las sociedades han avanzado gracias a ella.

Deberíamos distinguir entre distintos tipos de soltería: la soltería elegida, la impuesta y la mixta. La primera nace como resultado de una decisión personal. La segunda por el contrario viene determinada por factores no deseados. La soltería mixta es una mezcla de ambas. Por ejemplo, hoy en día muchas parejas no pueden casarse por determinados factores y al final tienen que optar (elegir) por vivir juntos, sin casarse.

Este último tipo de soltería, unido al avance de la sociedad y al creciente número creciente de separaciones, han contribuido a que la sociedad haya ido desterrando toda esa falsa imagen hasta el punto de haberla aceptado e incorporado de una forma creciente y paulatina.

Un soltero actualmente, sigue teniendo la facultad de pasar por esos estados civiles sin haber contraído o adquirido ninguno de ellos. Una pareja de solteros puede llevar vida de casados, pero una pareja de casados, no pueden llevar una vida de solteros. Esto es debido a que la ley establece ciertos derechos y obligaciones.

¿Puede considerarse el abandono de la soltería como una traición personal hacia uno mismo? ¿Cómo va a ser uno fiel a otra persona, habiéndose traicionado previamente a sí mismo?

¿Se puede decir que uno ama a alguien después de haberle arrebatado parte de su libertad, de su tiempo o de su vida? Tal vez la mejor forma de vivir juntos sea respetando cada uno su soltería. Si el matrimonio fuera el estado ideal, no hubiera generado otros estados civiles.

José Luis Meléndez. Madrid, 20 de enero del 2025. Fuente de la imagen: pixabay.com

2 de enero de 2025

Sociedades inmaduras

Las sociedades inmaduras tienden a matar la muerte antes de tiempo

Hace meses, tal vez un año, que llevo viendo en el poste de una señal de paso de cebra, situada a escasos metros de la casa donde vivo, unas flores sujetas con cinta celo. Flores que cada cierto tiempo son reemplazadas por otras más frescas.

El familiar o amigo que las mantiene fielmente amarradas en señal del dolor por la ausencia de su ser querido, me ha hecho empatizar con su estado anímico. Un sufrimiento seguramente proporcional a los lazos de amistad y/o de amor que sentía por la persona o el animal fallecido.

Las fechas de Navidad y el día de Todos los santos, son fechas en las cuales, de una manera inevitable, afloran los recuerdos de nuestros queridos difuntos. Todo ello me ha llevado a plantearme si es justa la forma de recordar y de homenajear a los difuntos que tienen algunas sociedades.

¿Necesita la especie humana unas fechas específicas para acordarse y/o homenajear a sus antepasados? ¿Por qué se determina un tiempo determinado para el luto? ¿Es acaso el dolor o el sentimiento humano una emoción que ha de vivir cada uno de forma similar durante unos días y un tiempo concreto? ¿Un sentimiento estandarizado que hay que tratar y remediar independientemente de la naturaleza emocional de cada uno y de la intensidad de dicha relación con el finado? Lo cierto es que resulta curioso y a la vez sorprendente constatar como las tradiciones terminan por imponerse a la naturaleza humana.

El lenguaje es otro de los factores que delatan al hombre en la relación que mantiene con la muerte. Es comprensible que las personas echen de menos a los que "se fueron". Algunas personas se refieren a los difuntos como los "que ya no están" entre nosotros. Pero el que no estén con nosotros, en vida, físicamente, no quiere decir que no lo estén en el interior de nosotros, cuando evocamos sus vivencias, sus recuerdos.

¿Es justo evocar a nuestros seres queridos en fechas y días tan tristes, en la que la meteorología no acompaña a nuestro estado anímico a la hora de recordar a los nuestros? Estoy seguro que si la especie humana pensase más en los suyos que en sí misma, adelantaría sus homenajes fúnebres a días más luminosos y alegres, más propios de otras estaciones, por respeto a los suyos.

Recordar durante todo el año a los nuestros considero que es la mejor forma de agradecerles el tiempo que estuvieron con nosotros. Porque una cosa es evocar a los muertos y otra muy distinta es hace o propio con los seres queridos.

Hay muertos que permanecen más vivos con su recuerdo en el corazón de uno, que muchos vivos con los cuales uno trata a lo largo del día. Más pena que la ausencia de los nuestros (incluyo mascotas), es no poder o saber mantener encendida esa antorcha de valores y de amor, que mantuvieron permanentemente encendida en nuestros corazones.

Es muy posible que uno/a esté hoy muy enamorado, pero quizás dentro de unos años, cuando la luz efímera de ese ser se haya apagado, vuelva a iluminar nuestro corazón aquel ser de luz que un día llenó nuestra alma y nuestro corazón con su presencia.

Son muchos los seres que pasan por nuestra vida, pero muy pocos los que logran dejar una antorcha inextinguible, que merece ser recordada y sentida sin que el duelo la apague.

Pero, ¿realmente se fueron esos seres queridos o los echó la sociedad a través del duelo antes de tiempo? El objetivo del duelo no debería ser el olvido, sino hacer soportable el dolor de ausencia de ese ser querido, hasta lograr hacerlo no solo llevadero, sino agradable.

No hace falta que uno haya amado. Si uno ha querido a un ser, aunque ya no esté físicamente, su imagen y sus recuerdos están y permanecerán presentes.

El duelo no debería constituir un desprecio y olvido hacia el recuerdo de estos seres ejemplares. La sociedad establece un tiempo de duelo y cuando pasa ese tiempo y uno sigue manifestando ese cariño o afecto, se le tiende a reprochar el tiempo transcurrido, invitándole a cerrar su proceso de duelo.

Esta falta de empatía, sensibilidad, delicadeza y discreción está implícita en el tabú que la sociedad aún mantiene con el tema de la muerte y por ende con los difuntos. Se nos invita a amar, a vivir, pero nadie nos enseña a sobrellevar la muerte. Las sociedades inmaduras tienden a matar la muerte antes de tiempo.

José Luis Meléndez. Madrid, 2 de enero del 2025