Traductor

4 de marzo de 2025

El limpiabotas

El limpiabotas ruso está muy al tanto y espera su propina

“¡La UE y los Estados Unidos se aman!”, tuiteó Trump hace unos años, compartiendo una foto en la que se le puede ver como besa a Jean-Claude Juncker, expresidente Popular de la Comisión Europea, en el Despacho Oval, tras finalizar una conversación.

Así lo narra el propio Juncker: “Después de nuestra conversación, estábamos solos en el Despacho Oval. Al menos eso creía. No sabía que el fotógrafo de la Casa Blanca, estaba detrás de nosotros. Trump me besó. Respondí a su beso masculino. Trump publicó la foto en twitter y mi esposa me regañó. Como soy conocido por besar y abrazar, me había advertido específicamente que no besara a Trump. Pero Trump incluso añadió una declaración de amor a la foto”. Era el 28 de julio del año 2018.

Hace unos días Trump declaró que la Unión Europea se "se formó para joder a Estados Unidos". El primer o segundo mandatario (todavía está por ver quien es el que dirige los designios de América, si Trump o Musk), suele perder la memoria y ya no se acuerda cuando Estados Unidos quería una Europa unida para “joder” a los soviéticos. Y como Washington apoyó la creación de la Unión Europea.

Todo ello nos lleva a plantearnos varias cuestiones: ¿Cuáles son los motivos que le han hecho cambiar al Trump americano de entonces, al Trump ruso (Trumputin) de hoy en día? ¿Guarda el Kremlin alguna información comprometida sobre Trump que justifique su servilismo con respecto a Rusia?

Trump habla como un americano, pero actúa como un comunista ruso. Esta transexualidad ideológica unida al desplazamiento ucraniano y europeo en la mesa de negociaciones hacen pensar que Rusia y Estados Unidos han establecido algún hipotético acuerdo comercial para explotar Ucrania. Rusia le concede a Estados Unidos las tierras raras y Estados Unidos a cambio deja de apoyar a Ucrania.

Dicho acuerdo beneficiaría a ambos países. A Rusia le permitiría rearmarse y seguir en el corto plazo avanzando posiciones ante una Europa debilitada militarmente. A Estados Unidos le beneficiaría esta tensión ya que conseguiría importantes pedidos armamentísticos por parte de Europa. Hace unos días Rutte avisaba que Putin no se va a frenar en Ucrania y que para este año Rusia va a destinar entre el 7 y el 8% de su PIB en su gasto militar, mientras que en Europa se manejan cifras de un 3%.

Es poco creíble que Trump amenace con abandonar la OTAN porque no se pagan las facturas. Mucho más lógico es pensar que EEUU si al final opta por dejar de ser miembro de la Organización Atlántica lo haga lisa y llanamente porque los países que integran dicho club son países democráticos. Se trataría por tanto se una marcha ineludible.

La credibilidad de Trump cae en picado. Ha hecho creer al mundo desde hace meses que estaba cerca de un acuerdo. Que en las primeras veinticuatro horas iba a parar la guerra. Zelenski tiene en la mesa suficientes motivos para no fiarse de Estados Unidos ni de Rusia. Pero Trump en lugar de ofrecerle las garantías de seguridad adicionales que como país necesita, no ha sabido satisfacerlas.

Al señor Trump le gusta emplear la palabra paz, pero a la hora de ejercerla tira de emboscada. Su palabra cada día vale menos, si se tienen en cuenta sus contradicciones, sus pérdidas de memoria, sus mentiras corregidas en directo por presidentes de otros países como Macron o Starmer, o el incumplimiento de sus declaraciones, algo hasta cierto punto normal que ha aprendido de su jefe, Putin.

Le faltaba a Ucrania una traición más para firmar la paz con un socio tan fiable como Trump. Al parecer Zelenski no tiene suficiente con atender a su población exhausta por la guerra desde hace tres años, con dejar su campo de batalla, visitar los hospitales o atender las necesidades más acuciantes, para asistir a una reunión compinchada por Trump con objeto de justificarse ante los suyos, pero sobre todo ante su jefe (¿Qué tal está mi Trotski...? Yo también rusito mío).

Un acuerdo de paz no le interesa ni a Estados Unidos ni a Rusia y había que poner fin a esta pantomima de acuerdo buscando un chivo expiatorio, un escenario y una coartada. Queda por ver y medir la reacción del pueblo estadounidense y la imagen de los Estados Unidos, después de esta farsa. La diplomacia americana ha quedado en entredicho. En primer lugar, por sus formas emitiendo una reunión que se suponía lo suficientemente importante y delicada como para retransmitirla en directo, y en segundo lugar por el fondo, poniendo especial hincapié en las desavenencias, en los reproches y en los ataques personales. No había nada atado.

Si no te puedes fiar del que ha sido hasta ahora tu socio, sería bueno que el señor Trump explicase qué artimañas piensa emplear para sentar la próxima vez a Zelenski y a Putin en una mesa de negociación. ¿Cuál será el protocolo de vestuario? ¿Tendrá que llevar Zelenski el ushanka (gorro de invierno ruso) que Trump se pone cada vez que habla con Putin?

En sus cuarenta días de legislatura, Trump está creando más problemas que soluciones al mundo. El error de Trump es querer finalizar la guerra con un acuerdo comercial en lugar de con una paz justa, duradera, pero sobre todo garantista que beneficie a todas las partes, esto es, a Europa, Estados Unidos y Rusia.

Trump está obsesionado por la riqueza mineral existente en el subsuelo ucraniano. Lo que para Trump son tierras raras para los ucranianos son tierras sagradas. Tierras en donde están siendo enterradas las victimas como consecuencia de la falta de armamento, cuando no del retraso de material norteamericano. Hablar de explotación de tierras antes que de apoyo militar o al menos humanitario y no ofrecer unas mínimas garantías de seguridad, es una obscenidad que atenta de una manera directa a los ciudadanos ucranianos y por extensión a todos los demócratas.

Más incomprensible e indigno que el de Zelenski, es a todas luces el look de Elon Musk. El señor Musk parece desconocer que es una descortesía utilizar sombrero en espacios interiores y algo absurdo ponerse gafas de sol en las mismas estancias. O permanecer de pie tomando un café, mientras los demás compañeros están reunidos y sentados. El problema es que Trump le permite y consiente saltarse el protocolo, mientras los demás van de etiqueta. No se atreve a llamarle la atención y eso que no forma parte de su gobierno. Mientras que Zelenski viste un uniforme de guerra por solidaridad con su pueblo, Elon Musk, con su vestimenta casual, falta al respeto de su jefe, de sus compañeros y de muchos estadounidenses.

El periodista que habló en nombre de todos los americanos afirmando que a los americanos no les gustaba que Zelenski fuese en traje de campaña, tendría que hacer una nueva encuesta preguntando esta vez, si les gusta a los mismos ciudadanos que Elon Musk, siendo multimillonario, carezca de recursos o de educación para acudir vestido como sus demás compañeros.

El vicepresidente JD Vance, gracias a su diplomacia, logró hacer un fantástico e inmejorable alarde de habilidad y acudió en defensa de su jefe para arremeter contra Zelenski, momento en el cual comenzó la tensión en la sala. Da la impresión que no es la UE la que ha cambiado de principios, como aseguró JD Vance en su gira europea sino la Administración Trump la que carece de ellos.

Trump, pudiendo ser un líder multilateral y mundial ha elegido ser un presidente centrado en su nación. El presidente americano está haciendo de su país una tierra rara y desconocida. Al paso que va es casi seguro que no va a hacerle falta salir de sus fronteras para descubrir los minerales que tanto ambiciona.

Trump ignora que las emboscadas no se hacen a los socios, sino a los enemigos. Aun así, él está satisfecho. “Esto va a dar audiencias brutales”, sentenció. O “esto va a ser estupendo para la televisión”. Asegura que “lo que mejor suele hacer son acuerdos”. ¿Acuerdos o imposiciones? Lo que no dice es con quién suele firmarlos.

El traje que le está haciendo Trump a Europa, pretendiendo dejarla con los pantalones bajados, no es tan elegante como el vestido con el que Zelenski acudió al despacho oval, pero si lo encarga el presidente americano, es que va a ser del agrado previo de Putin. El limpiabotas ruso está muy al tanto y espera su propina.

José Luis Meléndez. Madrid, 3 de marzo de 2025. Fuente de la imagen: X.com